Por: Yuniel Millán Acosta
La lucha contra la tuberculosis (TB) continúa siendo un desafío de gran magnitud en el ámbito global. En tiempos recientes, existen avances significativos en la comprensión del comportamiento del bacilo de Koch, agente causal de esta enfermedad infecciosa, así como en los métodos empleados para su detección.
Esta afección se transmite de persona a persona a través de gotitas de aerosol en el aire expulsadas por individuos con dolencia pulmonar activa. Los síntomas incluyen tos, dolor en el pecho, debilidad, pérdida de peso, falta de apetito, fiebre y sudoración nocturna.
A menudo, la infección es asintomática en pacientes sanos debido a la respuesta inmunitaria del cuerpo humano que forma una barrera alrededor de la bacteria.
Para prevenir estadios graves o incluso la muerte, es crucial seguir el tratamiento médico prescrito y no interrumpirlo, evitar consumir drogas no recomendadas y abstenerse del consumo de alcohol. Quienes se encuentran indispuestos por este mal también necesitan descanso físico y una dieta equilibrada.
Los grupos más propensos a contraer la TB incluyen contactos de casos positivos de tuberculosis, seropositivos al VIH, niños menores de 5 años y adultos mayores de 60 años, alcohólicos, diabéticos, fumadores o personas social y económicamente vulnerables.
Cuba continúa su labor para poner fin a la tuberculosis
En el caso de la mayor de las Antillas, destaca por su compromiso de cumplir con los objetivos de la estrategia «Fin de la TB» de la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo que demuestra el alto interés de implementar medidas para combatir este mal en el país.
Desde la década de los años sesenta del pasado siglo, el archipiélago cubano desarrolló el Programa Nacional de Control de la Tuberculosis, cuya aplicación redujo significativamente la incidencia de la enfermedad en el territorio insular y mejoró el acceso a diagnósticos y tratamientos para los pacientes.
Su enfoque integral y multidisciplinario es uno de los factores claves de éxito en la ejecución de este plan. Se basa en la detección temprana de casos, el tratamiento oportuno y adecuado, el seguimiento de los enfermos durante todo el proceso, así como la prevención de la transmisión de la afección. Además, el programa se apoya en una red de laboratorios especializados y personal capacitado en todos los niveles de atención de salud.
Otro aspecto a destacar es su visión comunitaria. Se trabaja en estrecha colaboración con las comunidades locales para sensibilizar sobre este mal, promover la adherencia a la terapia y garantizar el seguimiento de los dolientes.
Asimismo, se realizan campañas de detección masiva en poblaciones vulnerables y se ponen en marcha medidas de control de infecciones en los centros de salud.
La nación caribeña también logró avances significativos en la investigación y desarrollo de nuevas estrategias para el control de la tuberculosis. Se implementan programas de vacunación, se introducen nuevos medicamentos y se establecen protocolos actualizados para el manejo de la enfermedad.