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OSVALDO DOIMEADIÓS: EL ARTE PROPICIA LA RUPTURA DE MUROS.*

Por Esther Barroso Sosa
En octubre de 2019 en La Habana se estrenó la obra Oficio de isla, con dirección general de Osvaldo Doimeadiós. Entre enero y febrero de 2020, se repuso en el mismo escenario: el almacén de uno de los antiguos muelles del puerto de La Habana. Más que una pieza teatral, la propuesta constituye un gran espectáculo donde se funden armoniosamente varias manifestaciones escénicas para, en apariencia, contar la historia de los jóvenes maestros cubanos que en 1900 recibieron la propuesta de pasar un curso de verano en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos. Pero es mucho más que eso.
Oficio de isla propone una mirada aguda y exploratoria a las actitudes y desafíos que representó para el pueblo cubano de aquella época la supuesta posibilidad de reconstruir a 4 manos con EE.UU a una isla que había salido agotada y destruida de una larga guerra. Más aún, porque visto desde hoy, sabemos que aquello no fue una posibilidad de colaboración, enriquecimiento mutuo o progreso, sino la imposición del dominio de una potencia sobre un pequeño país. Y el viaje de los maestros fue apenas un capítulo de un plan mayor: el de un dominio cultural que se fue fraguando, sutil y ordenadamente, durante más de medio siglo, donde asimilación y resistencia se enfrentaron de este lado del estrecho de La Florida.
El programa Archivo.cu, de Cubavisión Internacional, identificó esta historia como la ideal para ilustrar lo que queríamos transmitir en el capítulo dedicado al actual Intercambio cultural Cuba-EE.UU. En esa dirección se trazó el cuestionario que aquí reproducimos al actor y director teatral Osvaldo Doimeadiós, un hombre que va de lo cómico a lo serio, con toda la gracia y la gravedad que tanto la vida como el arte demandan.
-Partiendo del reconocimiento de la misión emancipadora del arte, ¿cuánto aporta Oficio de isla en ese sentido y qué mensaje aporta en el debate actual sobre el intercambio cultural entre Cuba y Estados Unidos?
“Creo que en el devenir de nuestra isla pende el peso del colonialismo al que hemos estado expuestos durante el devenir del país. Y con el espectáculo Oficio de isla traté de sacudir esa imagen que se tiene de nosotros y que a veces tenemos nosotros mismos en cuanto a esa relación que el colonialismo establece que te convierte en espectador pasivo de lo que tú haces. Y en esa relación con Estados Unidos ha estado siempre esa necesidad si no de igualarte, de participar como iguales en los procesos de intercambio, ya sean culturales de cualquier tipo.”

“He tenido la posibilidad de compartir espacios con público de EE.UU en puestas de teatro y en espectáculos de humor y por supuesto siempre hay algunos patrones de comportamiento a la hora de enfrentar ese tipo de espectáculo que luego la práctica logra derribar. Creo que el arte derriba fronteras y tiende a establecer puentes de comunicación entre los seres humanos más allá de cualquier sistema o prohibición. He tenido la oportunidad de trabajar con actores cubanos residentes en EE.UU y han sido momentos donde hemos atravesado tensiones porque de una y otra parte nos han mirado con ciertos prejuicios pero al final el resultado ha dicho lo contrario y yo creo que es posible tener un marco de convivencia respetuoso, de igual a igual.”

-Sin embargo, las matrices de opinión desarrolladas por numerosos medios de prensa y por transnacionales de la comunicación así como determinadas políticas del gobierno de EE.UU o de sectores de derecha de la comunidad cubana en ese país enrarecen o entorpecen lo que pudiera ser un intercambio cultural natural, fluido y en condición de iguales, al imponer determinados criterios sobre qué es Cuba o qué es la creación en Cuba, etc. Tú te has presentado en escenarios diversos de ese país, lo mismo con obras de teatro de un grupo como El Público, con personajes y temas complejos, que como humorista con tus caracterizaciones más populares y temáticas más cercanas a la vida cotidiana. ¿Cómo asumir esos desafíos y en qué medida la calidad de un artista y el reconocimiento del carácter emancipador del arte sirven como herramientas para enfrentarlos?

“Hay muchos estereotipos en torno a nuestras presentaciones y en torno a nuestros procesos culturales. Muchas veces te reciben con esas matrices de opinión y la práctica al final demuestra otras realidades, quizás más profundas, contradictorias y abiertas y por eso es importante nuestra presencia en ciertos ámbitos, como es importante la presencia de ellos en nuestros predios. La propia presencia hace derribar ciertos conceptos preconcebidos y matrices que ya están demasiado ajustadas. Romper esos corsés es tarea de los artistas de uno y otro lugar. En mi caso pasó. Me tocó conducir un programa al que me invitaron, residiendo en Cuba, no me iba a quedar en ningún lugar, y eso generó un estado de opinión adverso allí mismo. Pero ante la propia presencia todos los días en un programa, fue cediendo el estado de opinión. Y fue interesante lo que pasó a nivel popular porque una cosa fue lo que iban diciendo los medios y otra lo que me decía la gente en las calles. Las personas que se encontraban conmigo me decían otra cosa.
“La presencia de nosotros puede ser importante, aunque los escenarios no sean propicios para expresar lo que hacemos porque cada uno de nosotros es portador de un sentido de lo que se hace. Yo soy portador también de una cultura crítica, que he hecho aquí y que seguiré haciendo. Defiendo el arte desde una perspectiva política porque creo en lo político, en la intervención en la vida de este país y en los destinos de este país. Por eso creo que a veces a priori se piensa que el arte que se hace aquí es de una manera o de otra. La realidad demuestra otras variantes y dialogar con nuestro entorno, con el aquí y el ahora, es lo más importante y algo que debemos seguir haciendo más allá de las etiquetas que te quieran poner y que te pongan.

-Una obra como Oficio de isla apela también a los sentimientos, a los elementos comunes que pueden unir y propiciar el diálogo. ¿Es eso posible, después de tantas heridas y rencores acumulados? ¿Realmente el arte puede contribuir a unir, a sanar?

“Yo creo mucho en los sentimientos humanos y en que todos los mensajes que puedan conducir a eso. En el proceso de la comunicación todo lo que pasa por aquí y por aquí (se señala el corazón y el cerebro) creo que nos une. Este mismo espectáculo es una reflexión sobre nosotros mismos, sobre nuestro sentido de pertenencia a una isla, a una cultura, a una nación y también en el sentido mayor que nos trasciende que es precisamente ese sentido de la nación, ese sentido martiano que nos trasciende y que para mí vertebra todo el pensamiento del arte con lo político, al menos como yo lo veo. Y creo que este espectáculo nos sirvió a nosotros para reflexionar sobre eso, pero también acercó a muchos públicos residentes o no en la isla.
“A al final pasa algo muy hermoso y es que nos emocionamos con las mismas cosas, sentimos por igual cosas que nos sacuden, como puede ser el escuchar tu himno, el hablar de determinados temas, el sentido el humor, la música. Hay cosas que tienen que ver con ciertas identidades y al menos con el espectáculo pasa, incluso con personas que tienen diferentes opiniones políticas sobre nuestra realidad, pero hay un punto de encuentro. El arte propicia la ruptura de esos muros, de esos diques que separan y que unen y esa es la tarea de uno como creador en sentido general, trabajar en eso. Y el espectáculo -al potenciar también el tributo de muchos artistas desde diferentes disciplinas: músicos, artistas visuales, bailarines, actores- tributaba a esa idea mayor que nos trasciende.”
*Entrevista realizada en enero de 2020

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