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Líder de Buen Idioma: en los medios de comunicación las palabras reverdecen cada día

Por: Indra Álvarez Báez y Laritza Hechevarría Miguel

De los cientos de libros que narran los sucesos de nuestros antepasados, las leyendas que pasan de generación en generación, Cristian Martínez González, prefiere encontrar el reflejo de la historia en el idioma. Este periodista, profesor universitario, editor y líder del proyecto Buen Idioma, ve en el dialecto la tradición y diversidad de un país.

El joven apasionado por las letras posee una perspectiva de compromiso con el buen uso del lenguaje español y la necesaria visión de un periodismo lingüísticamente enriquecedor.

– ¿Por qué consideras que el idioma influye en la construcción de la identidad cultural de un país?

Es parte intrínseca de la identidad de una nación. Si bien no es lo único que la conforma, sí constituye su columna vertebral porque permite expresar otras manifestaciones de la cultura. Además, es un instrumento de comunicación para canalizar la idiosincrasia de los pueblos. La lengua española, en especial su variedad cubana, nos distingue de otras comunidades de hablantes.

– ¿Qué importancia tiene conmemorar el Día del Idioma para una nación?

Las celebraciones, queramos o no, nos ayudan a centrar la atención en un determinado aspecto de la vida social, pese a que, en principio, esto debería ser motivo de interés más allá de un día en particular. La del 23 de abril, por ejemplo, nos llama a recordar que la lengua española es un tesoro compartido con millones de hispanohablantes.

Se convierte en fecha especial para realzar la obra literaria de ingeniosos escritores apasionados de la lengua de Cervantes, Darío y Martí, que, además, fueron cultores de su lengua materna, bien por preservar las voces patrimoniales o bien por crear otras que vinieron a engrosar nuestro caudal léxico.

– ¿Cuáles son los principales retos que encuentras en tu trabajo periodístico para la difusión de la riqueza lingüística y cultural?

El principal desafío es convertirse en un modelo lingüístico de excelencia. El futuro del idioma español se define también en los medios de comunicación. Tanto es así que, por ejemplo, en los últimos años, las corporaciones de la lengua española le han destinado en sus corpus un apartado considerable al español de la prensa.

Estas instituciones, aunadas en la Asociación de Academias de la Lengua Española, son conscientes de que, en las noticias, crónicas, reportajes y demás trabajos de prensa, se halla una fuente inagotable de voces para nombrar nuevas realidades, de palabras que han cambiado su significado o de verbos, por ejemplo, que se comienzan a conjugar de otra manera y que se empiezan a combinar con otras preposiciones, por solo mencionar algunos de los principales cambios. En los medios de comunicación las palabras reverdecen cada día. De eso no hay dudas.

– ¿Crees que los medios de comunicación pueden contribuir a la valorización y preservación de las lenguas minoritarias o en peligro de extinción?

Los medios, como difusores de información, tiene una importante labor en ese sentido. Deben contribuir, mediante trabajos periodísticos, a, en primer lugar, informar cuáles son las lenguas minoritarias o en peligro de extinción. Luego, deben darle visibilidad a la riqueza lingüística de cada una, realizar reportajes dedicados al análisis de las causas por las cuales la mayoría de las lenguas nativas están en riesgo de desaparecer.

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas, cada dos semanas desaparece una lengua. La globalización provoca, desde luego, la pérdida de todo el patrimonio cultural del pueblo que la tenía como propia.

Aunque Cuba es un país monolingüe, en las demás naciones de Latinoamérica, sobre todo en Sudamérica, varios pueblos albergan más de una. Así pues, conviene que los medios tengan entre sus tareas las de preservar, revitalizar y realzar el valor de las lenguas indígenas.

– ¿Qué hizo necesario crear Buen Idioma? 

Buen Idioma es un proyecto de divulgación lingüística que trata de impulsar el buen uso del español en los medios de comunicación de nuestro país. Para ello, cuenta con un su sitio web, donde se publican recomendaciones y claves de redacción relacionadas, principalmente, con la actualidad informativa, con la Fundación del Español Urgente, institución española en la cual se inspira.

Esos consejos lingüísticos, si bien están enfocados en la redacción para periodistas, pueden ser de utilidad a quienes se preocupan por escribir y hablar con corrección.

El principal interés en crear un espacio de este tipo radica en pulir el español de los medios, a veces inundado de frases clichés, extranjerismos superfluos, palabras innecesarias y usos impropios de los términos con significados que les son ajenos.

Todo esto motivó el surgimiento de Buen Idioma, proyecto que nació, en un principio, para apoyar también la enseñanza de la Gramática Española en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

– ¿Cómo cree que ha influido Buen Idioma desde su creación?

Desde su propia creación, este proyecto trascendió las fronteras cubanas. Lo siguen miles de amantes del buen decir de ambos lados del Atlántico mediante nuestras cuentas en las redes sociales. Tenemos presencia en Facebook, Instagram, X (antes Twitter) y, sobre todo en Telegram, en donde tenemos más de 10 500 suscriptores (abril de 2024). Estas cifras han aumentado, considerablemente, desde que tenemos un espacio semanal en televisión, en la revista «Buenos días», de Cubavisión, disponible para su consumo en el canal de YouTube de Buen Idioma.

La influencia del proyecto pudiera medirse, asimismo, mediante los cientos de comunicaciones recibidas cada mes. Nos envían, mediante el correo consultas@buenidioma.com y nuestros perfiles en las redes, dudas lingüísticas relacionadas con el léxico, la ortografía y la gramática: una clara muestra del interés de quienes nos siguen en los temas relacionados con el idioma.

– ¿Cuáles son las palabras que solo tienen un significado en Cuba?

Esas voces, definidas en el diccionario académico como ‘palabras o usos propios del español hablado en Cuba’, reciben el nombre de «cubanismos». Son tan nuestras que, a veces, perdemos la idea de que nos pertenecen por entero. Por mencionar algunos ejemplos, siempre llama la atención el término «presilladora» (en otros países, «grapadora») o «mural» con el sentido de ‘tablero en que se fijan avisos, noticias. También está «nasobuco», que compartimos con los nicaragüenses.

Lo recomendable es usar nuestras voces: ¿por qué emplear «barbijo», que es la forma argentina, en lugar de nuestro tan cubano «nasobuco»? Lo preferible es adecuarse siempre a nuestra variedad, ya sea nacional o continental: ¿por qué usar «vídeo», como si fuéramos españoles, en lugar de «video», que es lo normal en América?

– ¿Cuáles son los errores ortográficos más frecuentes en los medios y, especialmente, en la televisión?

Los errores más comunes están relacionados con la escritura de los prefijos. Desde 2010, la ortografía académica dejó bien claro que los elementos compositivos prefijos se sueldan a su base si es una sola palabra, pero se escriben separados de esta si está formada por más de una. Así pues, lo correcto es «expresidente» y «exvicepresidente», pero «ex primer ministro» y «ex vice primer ministro», por ejemplo.

Otra impropiedad muy frecuente es a la hora de escribir los nombres de países y ciudades. En Cuba se habla español, ¿verdad? ¿Por qué usar «Türkiye», «Kenya», «Rwanda» … si las formas aconsejables, de acuerdo con las academias, es «Turquía», «Kenia», «Ruanda» … A veces, por motivos políticos, que no lingüísticos, se usan denominaciones en la lengua local de esos países en lugar de las formas tradicionales que hemos empleado en nuestro idioma, recomendadas por las corporaciones de la lengua.

Finalmente, en nuestros medios de comunicación se abusa de la mayúscula. Cualquier expresión que pueda resultar relevante la escriben con mayúscula. De hecho, en ortografía ese uso tiene hasta nombre: «mayúscula de relevancia». Por ser en extremo subjetiva, lo recomendable es evitarla. De este modo, «patria», «presidente» y «primer ministro» deben escribirse, preferiblemente, con inicial minúscula, pues no hay razón lingüística que, en principio, justifique la mayúscula en esos casos.

– ¿Qué recomendaciones darías a los periodistas para promover el buen uso del español en sus prácticas profesionales?

En primer lugar, estar siempre informados de los cambios en su lengua materna. Puesto que es el idioma la materia de trabajo, conviene que la dominen todo cuanto sea posible. Para ello, los profesionales de la palabra disponen de decenas de recursos en la web: diccionarios, ortografías, gramáticas, etc., obras lingüísticas útiles para aclarar las dudas que, en el día a día, surgen sobre el empleo apropiado del español.

También existen instituciones, como la Real Academia Española y la Fundación del Español Urgente, que, como el proyecto Buen Idioma, tienen servicios gratuitos para atender las consultas lingüísticas de los hispanohablantes. Desaprovechar estos recursos sería imperdonable.

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