Por: María Fernanda Terry
El paisaje marino cubano siempre ha tenido una gran riqueza tanto por su flora como por su fauna, por tanto, es prioridad para el país preservar la presencia de estas especies en la naturaleza.
Muchos arrecifes poseen una alta capacidad de refugio a los animales que en el entorno habitan, albergando más del 30% de toda la vida marina, proveen protección ante los efectos del cambio climático y generan millones de empleos. A pesar de su importancia, estos ecosistemas son uno de los más degradados en todo el mundo.
De acuerdo con lo enunciado en la Tarea 6 del Plan de Estado para el enfrentamiento al cambio climático (Tarea Vida), Cuba fomenta el cultivo y la siembra de corales a fin de propiciar la restauración ecológica de sus arrecifes coralinos.
Pero, cada día la acción negativa de los humanos contribuye a su deterioro. ¿Hasta qué punto seremos conscientes del daño que ocasionamos al hábitat de muchas especies acuáticas?
Según los estudios realizados durante el bojeo a Cuba por el Centro de Investigaciones Marinas de la Universidad de La Habana, la Agencia de Medio Ambiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), y la empresa turística Avalon-Marlin, se han detectado altos niveles de corales con blanqueamiento, entre ellos algunos con muerte reciente por esa causa. Aun así, los arrecifes del país son considerados como de los más resilientes del Caribe.
El trabajo de especialistas y científicos para conservar o mejorar el estado de estas selvas marinas ha sido intenso, pero todavía queda profundizar en la elaboración y transmisión de los mensajes a todos los públicos para que comprendan lo necesaria que resulta la vida y protección de los arrecifes, que además de formar parte del espectáculo marino, contribuyen al desarrollo de la especie humana.