Por: Sergio Pérez Hernández
Esta duda es recurrente y, la mayoría de las veces, se alternan una y otra formas en el mismo discurso; lo cual sí constituye un error estilístico y comunicacional, pues una vez elegida una de ambas, esa tiene que aparecer en todo el texto oral o escrito.
Algunos adjetivos que tienen diptongo en la sílaba acentuada (bueno, caliente, fuerte…) presentan dos formas de superlativo, una que mantiene el diptongo original y otra que lo reduce. Tiende a extenderse la forma diptongada, sobre todo en la lengua escrita, mientras que la no diptongada se percibe como más culta.
Lean, cuidadosamente, la siguiente relación, donde se presenta primero la forma culta y, seguidamente, la coloquial: bonísimo/buenísimo, calentísimo/calientísimo, certísimo/ciertísimo, destrísimo/diestrísimo, fortísimo/fuertísimo, grosísimo/gruesísimo, novísimo/nuevísimo, ternísimo/tiernísimo, valentísimo/valientísimo.
Esta otra relación recoge otros casos de superlativos en los que alternan la forma culta y la popular. La variante culta deriva de la forma etimológica que presentaba el adjetivo en latín; la variante coloquial se construye a partir del adjetivo actual, siguiendo la pauta del resto de superlativos en -ísimo. Hoy se consideran igualmente válidas ambas. Así, leerán primero la coloquial y seguida la culta: amiguísimo/amicísimo, amplísimo/amplicísimo, asperísimo/aspérrimo, fielísimo/fidelísimo, friísimo/frigidísimo, negrísimo/niguérrimo, pobrísimo/paupérrimo, pulcrísimo/pulquérrimo, sagradísimo/sacratísimo. En el español de Cuba preferimos, de estas últimas, la variante coloquial. Sobre todo porque en casos como filísimo/fidelísimo y friísimo/frigidísimo, las formas cultas (las segundas) adquieren otros significados. Y, también, la espontaneidad del cubano no es compatible con esas segundas formas más rebuscadas.