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Para entendernos mejor: Cuestiones de género

Por: Sergio Luis Pérez Hernández

Por la insistencia de una comentarista en esta sección sobre cómo debe emplear correctamente el femenino de “médico” (si “la médico”, “la médica” o, simplemente, “doctora”), accedo a citar in extenso lo que sobre esa misma pregunta aclara el Diccionario de dudas del español.

De esta forma, evito adentrarme en el tema todavía no resuelto por la Academia, y que muchos activistas y defensores tratan de llevar hacia adelante (a ultranza) bajo la intención de “evitar el sexismo machista del lenguaje”; muchos de ellos sin conocimientos lingüísticos y desconocedores de conceptos gramaticales que dejan claro el llevado y traído “temita”.

Solo determinaré que, por motivos personales y por respeto a mi formación filológica, no apruebo el uso de variantes en los morfemas constitutivos de género con las grafías “x” o “e”, que lejos de implantar una actitud, segregan el idioma -y así la comunicación y correcta fonética-. A mí, por lo menos, se me hace impronunciable “lxs personxs”, como he visto escrito, y totalmente extrasemántico.

Hace poco una periodista me contó que alguna reconocida activista había dicho y popularizado la frase: “lo que no se dice, no existe” (o algo parecido). Además de la elementalidad de “la máxima”, es posible que por esa razón, desde la era precolombina en Hispanoamérica, muchos indígenas alabaran, representaran y nombraran dioses que nunca habían visto. En fin, que dije que no hablaría y ya ven…

De todas maneras, a mis cuarenta años, y en consecuencia con mis principios académicos, no pienso mudarme de la comunidad lingüística que habito desde que nací y en la que TODOS entienden lo que hablo y escribo.

Aquí dejo para TODOS la duda aclarada de la comentarista (es mujer, al menos consta en su foto y nombre).

*¿Es mejor decir la médica que la médico?¿O en este caso es preferible usar la doctora?

Cualquiera  de  las  tres  formas  es  aceptable, pues responden a los tres modos  de  que  dispone  el  español para expresar el género. Si  se usa la médica, se recurre al  cambio de morfema, como se hace en niño y niña, esposo y  esposa.  Si  se  opta  por la  médico,  estamos  convirtiendo el sustantivo en común en cuanto  al género, es decir, lo  mantenemos  invariable  y  marcamos  el   género  con  los  artículos  y determinantes,  como  en el pianista y la pianista, este alférez  y esta  alférez . Al optar por la doctora (que  es  también el femenino de doctor) en lugar de médica se recurre a la heteronimia, es  decir, se emplea una palabra distinta para expresar el sexo del referente, como sucede  en  casos  como padre y madre, marido y mujer.

Son  razones extralingüísticas las que han influido en la forma que presentan los  nombres  de profesiones, cargos y actividades. La  incorporación de la mujer a puestos que tradicionalmente habían sido desempeñados por hombres provoca que hayamos tenido que adaptar el  lenguaje.

Algunos de los nombres de los oficios y profesiones  desempeñadas  por mujeres se ejemplifican a continuación:

– ministro/ministra

– el/la piloto

– el/la soldado

– el/la astronauta

– papa/papisa

– modista/modisto

– azafata/azafato

– el/la cónyuge

– el/la conserje

– cliente/clienta

– jefe/jefa

– el/la maniquí

– el/la gurú

– rey, reina

– el/la mártir

– el/la prócer

– juglar/juglaresa

– el/la fiscal

– el/la capataz

– juez/jueza

– concejal/concejala

– aprendiz/aprendiza

– ladrón/ladrona

– bailarín/bailarina

– doctor/doctora

– actor/actriz

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