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Para entendernos mejor: Artículos y otros determinantes

Por: Sergio Pérez Hernández

El agua

Aunque en general se usa el artículo el con nombres masculinos (el perro, el abrigo) y el artículo la con nombres femeninos (la oveja, la almohada), es posible utilizar la forma el (apócope del antiguo ela) con nombres femeninos que comienzan por /a/ tónica: el agua, el hacha, el aula, el acta, el águila, el alma, el arma, el área, el hambre. a. esta agua, mucha agua. Como los nombres siguen siendo femeninos, la concordancia con los adjetivos se establece en femenino: el agua fría. Los determinantes que no sean susceptibles de apócope se usarán en femenino con estos nombres: esta agua, aquella agua, mucha agua, nuestra agua, cuánta agua, la otra agua, toda el agua, no este agua,  no cuánto agua, no mucho agua, etc. Se apocopan, en cambio, una, alguna y ninguna: un aula, algún aula, ningún aula (opciones preferibles a una aula, alguna aula, ninguna aula).

Las aguas turbias

El femenino de estos nombres se manifiesta también en el plural (las aguas), en los adjetivos (aguas turbias) y en la concordancia con otras palabras (el agua con la que…).

La misma agua

Se emplea el artículo la ante nombres femeninos que comienzan por /a/ tónica cuando van precedidos de un adjetivo: la fría agua, la misma agua (no el frío agua o el mismo agua), frente a: el agua fría o el agua misma. Esta regla no se modifica cuando el adjetivo empieza por /a/ tónica: la álgida agua; la ágil ala. Así, se empleará el alta médica (‘autorización médica’, donde alta es nombre) y la alta médica (‘la mujer médica alta’, donde alta es adjetivo).

La almohada

Se usa la ante los demás nombres femeninos (la pierna, la ventana, la idea), también con los que empiezan por /a/ átona: la arena, la almohada, la autoestima, la agüita y la alita.

Se usa excepcionalmente la… con nombres que empiezan por /a/ tónica en el caso de las letras (la a, la hache, la alfa…), algunas siglas (la AMPA, no el AMPA, por Asociación de Madres y Padres de Alumnos), los nombres propios femeninos (la Ana de siempre) o algunos sustantivos usados modernamente en femenino (la árbitra).

La María

Lo normal en la lengua culta es usar los nombres propios de persona sin artículo: Vino Juan. No obstante, en la lengua coloquial de algunas zonas, como Chile, algunas provincias argentinas, ciertas regiones centroamericanas y algunas zonas españolas de influencia catalana, es posible anteponer el artículo, sobre todo ante nombres femeninos (la María). Fuera de estos casos, el artículo ante nombres propios puede llegar a adquirir un sentido despectivo. Aunque el artículo se usó de esa manera antepuesto a apellidos de mujeres célebres (la Pardo Bazán, la Pinal), se recomienda evitarlo también hoy en esos casos. Como es lógico, el uso del artículo puede estar justificado cuando los nombres propios se emplean como comunes, como en No recuerdo a todas las Isabeles con las que me he encontrado.

El Cairo, (el) Perú, el Bierzo

En algunos topónimos el artículo determinado, que se escribe en mayúscula, no se puede omitir, como ocurre en El Cairo, La Habana, La Paz, Las Palmas o El Salvador. En otros casos el artículo es opcional, como en (el) Perú o (los) Estados Unidos, y en otros es necesario, pero no forma parte del nombre, como en el Pacífico o el Bierzo.

(el) Carrefour

El artículo suele ser innecesario ante los nombres de establecimientos públicos (Voy a Carrefour), pero es habitual usarlo en la lengua coloquial (Voy al Carrefour). También resulta más propio de la lengua coloquial el uso del artículo ante nombres de empresas (incluidas las denominadas con siglas), marcas y otras entidades comerciales: (el) Facebook, (la) Wikipedia, (la) Fundéu. En algunos de estos casos, el uso del artículo suele expresar familiaridad o cercanía con respecto a lo nombrado. Sobre el género de estos nombres.

 En (el) 2018

Los números que expresan año pueden usarse sin artículo en casos como 2005 fue un buen año para las cosechas o 1992 nos pilló desprevenidos. Aunque en las cartas es normal y recomendable prescindir del artículo (Madrid, 29 de enero de 2018), en otros contextos es opcional emplear el artículo delante del año 2000 y años sucesivos: en (el) 2018. Con el resto de los años, lo más normal y recomendable es prescindir del artículo en los que van de 1101 a 1999 (Los hechos ocurrieron en 1984, mejor que … en el 1984) y emplear el artículo en los que van del 1 al 1100 (Nació en el 712, mejor que … en 712). Cuando se acortan los años o se utiliza la palabra año, se debe anteponer el artículo: en el 92, en el año 1984.

La mayoría de las personas

Aunque es frecuente, se recomienda evitar la omisión del artículo en el complemento con de: de mayoría, mayor parte, resto, mitad o tercio. Se dirá, pues, la mayoría de las personas que asistieron, en lugar de (error) la mayoría de personas que asistieron. Se prescinde, en cambio, del artículo en las construcciones del tipo de infinidad de libros, multitud de ocasiones.

El 75%

Se recomienda mantener el artículo ante los términos que designan porcentajes: El 75 % votó en contra, mejor que 75 % votó en contra (si bien esta opción es frecuente en algunas zonas de América).

En casa

Es válido prescindir del artículo con el sustantivo casa detrás de preposición: Voy a casa; Estoy en casa; Te llamo desde casa de mis padres. En algunas áreas del español americano (por ejemplo, la rioplatense) son incluso posibles expresiones como Te espero en facultad o Estaré en biblioteca.

 (el) tío, (la) mamá

Dependiendo de las zonas o las costumbres familiares, los nombres de parentesco pueden ir con o sin artículo antepuesto: Ha venido (el) tío Fernando. No hay razones para censurar ninguno de los dos usos, aunque es más general el empleo del artículo. Es más frecuente prescindir del artículo con mamá o papá (Ha llamado mamá), si bien el uso con artículo es también normal en algunas zonas.

Interpretación de los posesivos

Los posesivos expresan relaciones de posesión (el reloj de Juan > su reloj), pero también de pertenencia, inclusión o atribución (la cumbre de la montaña > su cumbre), parentesco (mi tío, tu cuñada) u otras relaciones sociales (el jefe de María > su jefe), autoría (el poema de Juan > su poema), representación (el retrato de la duquesa de Alba > su retrato) y proximidad o uso (el asiento que corresponde a Juan > su asiento; el autobús que tomo > mi autobús), entre otras. También se utilizan para hacer referencia a la entidad que recibe la acción (la compra de la mercancía > su compra) o la que la lleva a cabo (la invasión de los bárbaros > su invasión).

(no) un libro de mí, pero un retrato de mí. En general, se rechaza en español el uso de los complementos encabezados por la preposición de con los pronombres mí y ti para expresar posesión o relaciones similares. Se dice, por tanto, un libro mío, no un libro de mí. En cambio, estos complementos preposicionales resultan naturales tras los adverbios (detrás de mí, encima de ti, así como en los casos en los que el posesivo expresa aquello que es representado, como en un retrato de mí mismo o una foto de ti (también tuya). Otros pronombres son normales en estos contextos (un libro de ella ~ un libro suyo), pero, mientras que en muchos países alternan construcciones como nuestra casa y la casa de nosotros, en España es infrecuente la segunda opción.

Me duele la cabeza, no Me duele mi cabeza. En español es normal evitar los posesivos en muchos de los casos en los que el elemento poseído no puede, en principio, pertenecer a otra persona, como ocurre con las partes del cuerpo: Me duele la cabeza (no Me duele mi cabeza); Juan levantó la mano (no su mano, si es la suya propia); María arqueó las cejas (no sus cejas); Pedro se lavó la cara (no su cara), etc. El uso del artículo en lugar del posesivo se extiende a los nombres de objetos que forman parte de la esfera personal, como en Juan perdió el reloj, pero en estos casos se admite la alternancia con este: Juan perdió su reloj.

Su madre de Ana. Aunque en general se dice la madre de Ana y no su madre de Ana, en la lengua coloquial de algunos países es posible la segunda opción. Están más restringidas aún —geográfica y socialmente — construcciones con dos posesivos como (error) mi marido mío. Está, en cambio, más extendida la primera opción con el pronombre usted, como en su mamá de usted, construcción que se da incluso en registros formales en el español americano. En muchos de estos casos, la especificación del poseedor sirve para precisar la referencia de su, pues podría entenderse ‘de él, de ella, de ellos, de ellas, de usted, de ustedes’.

La mi casa, esta mi casa. En el español actual está restringido a ciertas áreas el uso combinado del artículo y el posesivo, común en la lengua antigua en construcciones como la mi casa, frente a mi casa o la casa mía. Es más general, en cambio, la combinación de demostrativo con posesivo (esta mi casa), que, no obstante, suele asociarse a la lengua literaria.

La culpa la tiene este

Puede considerarse despectivo, e incluso ofensivo, el uso de los demostrativos en muchos de los contextos en los que debería usarse un pronombre personal u otra expresión: La culpa la tiene este (por él); Esta no sabe lo que dice (por María, esta chica…). Más inadecuado aún es el uso de esto (neutro) en referencia a una persona.

Este y aquel en referencia a elementos anteriores en el texto

Los demostrativos se pueden utilizar para hacer referencia a elementos anteriormente mencionados en un texto. En caso de que se haga referencia a dos elementos citados anteriormente, se usa este para el más cercano (es decir, el último mencionado) y aquel para el más lejano (esto es, el primero mencionado): Los políticos deben escuchar más las opiniones de los ciudadanos. En algunas cuestiones estos pueden estar más al día que aquellos.

 Este es mi bolígrafo, frente a Esto es mi bolígrafo

Mientras que en una construcción como Este es mi bolígrafo se entiende algo similar a ‘este bolígrafo es mío’ (es decir, se da información sobre un determinado bolígrafo), en Esto es mi bolígrafo se estaría interpretando algo similar a ‘esta cosa es mi bolígrafo’ (es decir, se identificaría qué es una determinada cosa).

Ambos y sendos

Se debe distinguir entre ambos (‘los dos’) y sendos (‘uno cada uno’). De esta manera, en Ambas opciones son válidas, sería incorrecto usar sendas con el sentido de ‘las dos opciones son válidas’. Para usar sendos es necesario que se entienda en el contexto que hay dos o más entidades, casi siempre presentadas antes, entre las que se distribuye lo presentado por sendos. Así, la oración María y Juan se comieron sendas hamburguesas es válida si se entiende ‘María y Juan se comieron una hamburguesa cada uno’ y Vimos a tres personas vestidas con sendas gabardinas es válida si se entiende ‘Vimos a tres persona

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