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Para entendernos mejor: Adverbios y preposiciones

Por: Sergio Pérez Hernández

aquí, ahí, allí / acá, allá.

El uso de los adverbios terminados en -í (aquí, ahí, allí) o en -á (acá, allá) depende del área geográfica, pero también de su interpretación semántica. En el español de España se usan más los adverbios terminados en -í en situaciones neutras (como en Estoy aquí), y se reservan las formas en -á para las localizaciones poco precisas, a menudo con las preposiciones hacia o para: Fue para allá, Ven hacia acá… (en estos casos puede ser menos normal, pero no es necesariamente incorrecto, el uso de las formas en -í: Fue para allí a ver qué pasaba, Vienen hacia aquí). En muchas áreas del español americano es más frecuente el uso de las formas en -á en contextos neutros: Vive allá hace años. Las formas en -á admiten gradación en todas las áreas lingüísticas (más acá, muy allá), mientras que las formas en -í la suelen rechazar.

detrás de mí, no detrás mío, pero a mi lado / al lado mío / al lado de mí.

Las combinaciones del tipo de detrás suyo, delante mío, encima nuestro, etc., no se han integrado todavía en la lengua culta general, por lo que es preferible evitarlas y usar en su lugar las variantes con la preposición de: detrás de ella, delante de mí, encima de nosotros, etc. Las expresiones con posesivos femeninos (no detrás suya,  no delante mía, no encima nuestra) están más desprestigiadas, por lo que no se deben usar. Por el contrario, en los casos en los que es posible la combinación con posesivos antepuestos como mi, tu, su, etc., se admiten los posesivos pospuestos. Así, es posible decir a mi lado, al lado mío, al lado de mí; a tu derecha, a la derecha tuya, a la derecha de ti; de su parte, de parte suya, de parte de ella; por tu culpa, por culpa tuya, por culpa de ti; a su favor, a favor suyo, a favor de ellos; en tu contra, en contra tuya, en contra de ti; a su través, a través suyo, a través de él; a mi alrededor, alrededor mío, alrededor de mí.

subir arriba, salir fuera…

A pesar de que construcciones como subir arriba, bajar abajo, entrar dentro o salir fuera pueden resultar redundantes, la información que aportan los adverbios suele ser necesaria, por lo que en esos casos se consideran construcciones válidas: Cuando subas arriba, llévate la almohada; Está prohibido salir fuera por la noche.

No más antes, no muy peor.

Las palabras que son en sí mismas comparativas no admiten los adverbios de grado más, menos, tan o muy: no más antes, no muy peor, no más peor, no menos mejor, etc. Esta combinación solo es posible cuando estas palabras no se comportan realmente como comparativos, como en Mi tío ya está muy mayor o Cuando seas más mayor, podrás hacerlo.

Muy espléndido, preciosísimo.

Tampoco suelen aceptar la combinación con más o menos las palabras que expresan grado extremo, como magnífico, espléndido, horroroso, excepcional, terrorífico, interesantísimo, superinteresante, paupérrimo, requetebueno. No obstante, en el contexto adecuado, la combinación puede ser posible: No es solo espléndido, es muy espléndido… También son normales y se pueden considerar válidas en el registro coloquial expresiones algo redundantes pero enfáticas del tipo de preciosísimo, tremendísimo o maravillosísimo.

Me encanta muchísimo.

Algo similar ocurre con verbos del tipo de encantar, que suelen rechazar la combinación con elementos como mucho, pero pueden aceptarla en contextos muy expresivos: Me encanta muchísimo.

Muy completo, totalmente lleno.

Elementos como completo, perfecto o lleno pueden graduarse si aparecen en contextos en los que no necesariamente se interpreta que se alcance totalmente la propiedad, o para enfatizarla: El teatro está casi completo; Es aún más perfecta de lo que me imaginaba; Las gradas están totalmente llenas; Es completamente gratis.

Uso reiterado de adverbios en -mente.

El uso de los adverbios en mente como lentamente o cortésmente en lugar de alternativas como de manera lenta o de modo cortés está sujeto a preferencias estilísticas, tanto cuando hacen referencia al modo en que se lleva a cabo una acción como cuando muestran la postura del hablante ante lo dicho, entre otros muchos usos. Aunque su empleo es totalmente válido, se recomienda en general no acumularlos en un mismo texto.

Interpretación de las preposiciones.

Las preposiciones pueden adquirir muy diversas interpretaciones según el contexto. Así, por ejemplo, en vaso de agua la preposición de no implica que el vaso esté hecho de agua como está hecha de madera una mesa de madera, por lo que no es necesario usar vaso con agua para referirse al vaso que la contiene. De igual manera, con sentarse en la mesa no se entiende necesariamente que haya que hacerlo encima de la mesa, pues en no solo significa ‘sobre’.

Temas a tratar, pero no ladrillos a poner.

Construcciones como temas a tratar son relativamente comunes en el lenguaje económico y administrativo y se consideran aceptables: los temas a tratar, las cantidades a ingresar, los problemas a resolver, un ejemplo a seguir, las tareas a realizar. No obstante, se recomienda evitar la construcción fuera de estos usos asentados. Así, en lugar de (error) Tenemos asuntos a tratar, se recomienda Tenemos asuntos que tratar, y en vez de (error) Los ladrillos a poner están en el almacén se sugiere Los ladrillos que tenemos/hay que poner están en el almacén.

De entre, por sobre…

Las preposiciones pueden aparecer contiguas en español en no pocos casos: Salió de entre las ramas; Me pasó por entre las piernas; La miró por sobre el hombro; Fue a por agua; Ten caridad para con el pobre; Nos pusieron en grupos de a cuatro… Hay algunos contextos propicios para estas combinaciones:

  1. además de en su casa. Cuando una preposición se combina con una expresión encabezada a su vez por preposición: Lo quitó de en medio; Además de en su casa, estudia en la biblioteca; Aparte de con su hermano, suele salir con amigos.
  2. depende de con quién hables. Cuando una preposición se combina con una interrogativa indirecta encabezada a su vez por preposición en casos como Está hablando de a qué país se va de vacaciones; Todo depende de con quién hables. En estos casos la preposición no puede ser la misma: (error) Eso depende de de quién quieras hablar. Para evitarlo, se recomienda no recurrir a la reducción a una preposición (no Eso depende de quién quieras hablar), sino optar por otras construcciones: Eso depende de quién sea la persona de la que quieras hablar.
  3. de allí, por debajo, no a allí. Es correcta la combinación de preposiciones con adverbios de lugar: de allí, por debajo, etc. No es correcto, en cambio, el uso de a delante de adverbios que ya indican dirección: Voy allí, no Voy a allí; Fueron abajo, no Fueron a abajo.

Al y del.

El español actual solo cuenta con las contracciones al (‘a + el’) y del (‘de + el’). Se debe evitar el uso de otras contracciones gráficas que no se asentaron en español a pesar de que puedan darse en la pronunciación: no quel, no entrel, etc. Aun así, en los textos literarios que desean reproducir con exactitud la lengua popular es posible emplear otras contracciones, como en Vamos pal bar. Sobre los casos en los que a y de pueden aparecer separadas del artículo el.

Del del.

Puede repetirse la contracción del en casos como El hijo del del bigote es filólogo; La voz del del abrigo azul me recuerda a la de mi hermano. Por razones de eficacia comunicativa se recomienda no abusar de esta estructura, y evitar el uso consecutivo de más de dos contracciones (como al del del), así como la alternancia de varias de ellas con otras combinaciones similares de artículo y preposición (como del de la del; del de la de la, etc.): (error) No me gusta el tamaño de la letra de los titulares de este periódico ni el de la de los de los demás diarios deportivos.

Un pensamiento en “Para entendernos mejor: Adverbios y preposiciones

  1. Una opinión de pasada, no más:
    Gramática aparte es, cuando menos, significativo el uso en nuestra tv (casi un abuso pintoresco en varios casos con nombres y apellidos) del adverbio “acá” en menoscabo del más cercano “aquí”. A veces me da la impresión de que han suprimido, con furor esnobista, al pobre “aquí” de sus expresiones y hasta me he preguntado si también lo omitirán cuando hablan con un tío o con un socio del barrio. Hay indicios de que parecen rehuir de la cotidiana simpleza de nuestros coloquiales “aquí”, y da la impresión de que asoma la visera alguna tendencia imitativa, en sus decires, a chilenitos(tas), argentinitos(tas), bolivianitos(tas), etc. y sale en pérdida su condición de cubanitos(tas) (que “es” lo que “son”… y valga el retruécano). Algunos o algunas, a fuerza de sonarnos “acás” de todos tipos, marcas y modelos, parecen revolotear como mariposas inquietas por entre el pastizal de la pedantería. Espero que no quieran rectificar a nuestra gente menuda cuando nos dice alegre y espontánea: “Somos felices aquí” Bueno, hasta acá mi perorata.

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