
Por: Alicia Cascaret
Cuando apenas restan días para que concluya el actual año 2022, economistas y analistas financieros de todo el planeta coinciden en que una serie de hechos y fenómenos siguen provocando la ralentización del crecimiento económico a escala mundial.
Los pronósticos más optimistas estiman que el panorama económico retorne a los niveles previos a la pandemia de la Covid-19 apenas para finales del 2024, aunque sin descartar que las presiones adicionales podrían hacer que este escenario se extienda en el tiempo.
Así comenzó el programa Mundo 20/20 con un comentario del periodista Julio César Mejías, quien en esta ocasión propone analizar los flujos financieros con la especialista del CIEM, Gladys Hernández Pedraza, como invitada.
La especialista hace una valoración sobre el tema y cómo afecta a la comunidad internacional la crisis global. Al respecto la analista señaló: “La evolución de los flujos financieros y su impacto en las condiciones socioeconómicas globales se ha visto sometida a fuertes presiones generadas a partir de una serie de riesgos económicos que se ciernen sobre las perspectivas de crecimiento a escala mundial.
El periodista Mejías expone como en días recientes, el consorcio ruso Gazprom confirmó récords diarios en varias jornadas de ventas de gas natural ruso a China a través del gasoducto Fuerza de Siberia, actualmente en fase de expansión. Todo lo contrario, ocurre en los suministros hacia Europa, tras el endurecimiento de las sanciones unilaterales contra Moscú por parte de Occidente, con Estados Unidos a la cabeza, debido a la guerra en Ucrania.Y pregunta ¿Cómo impacta la cuestión energética, el precio del gas y otros combustibles en la economía global? ¿Hasta dónde podrán resistir las naciones europeas la retórica de sanciones a la que han sido arrastradas por Washington en su empeño de frenar el crecimiento de Rusia como potencia emergente? ¿Qué otros riegos entrañan el conflicto en Ucrania?
Hernández examina lo antes expuesto.
“Es palpable la incertidumbre sobre los niveles de suministro de gas ruso a Europa para el 2022 y 2023. Es esencial reconocer que las sanciones impuestas a Rusia han tenido un papel clave en el endurecimiento de las condiciones del comercio entre Rusia y los países europeos. Occidente en general, ha seguido acatando los mandatos de EE.UU empeñado en frenar el avance de Rusia como potencia, y ha generado una situación política y socioeconómica grave, que desembocó en el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, cuyos impactos se adicionan a la crisis ya generada por la pandemia y las sanciones que no solo afectan a Rusia, sino también a todas las economías a escala mundial, pero fundamentalmente a las europeas”.
En la misma medida que se han incrementado las sanciones durante este primer semestre de 2022, se han apreciado nuevas tensiones en los suministros de combustibles por parte de Rusia a Europa.
Rusia, ya había recortado un 60% las entregas de gas a través de Nord Stream, una decisión denunciada ya como represalia «política» por Berlín. En el resto de Europa, Gazprom hizo lo mismo, reduciendo su suministro a algunos países y cortándolo completamente a otros, como Polonia y Bulgaria. En julio Alemania pidió a Canadá garantizar una turbina para el Nord Stream 1, que se mantenía en el país. Todo ello a pesar de las protestas de Ucrania. Ante la disyuntiva actual, vale recordar que desde febrero del 2022, Alemania cerró otro gasoducto ruso que debía entrar en funcionamiento, el Nord Stream 2, y se ha mantenido impulsando acciones para reducir su dependencia del gas ruso. Pero esa dependencia sigue siendo importante: el 35% de sus importaciones de gas provienen de Rusia, contra el 55% antes del conflicto. Y más del 50% de la calefacción de los hogares recurre al gas. Una paralización permanente del Nord Stream 1 no castigaría solo a la primera economía europea. Según la página web de Nord Stream, el gas que llega a Alemania, a la localidad de Lubmin, sigue transportándose también a Bélgica, Dinamarca, Francia, Gran Bretaña, Países Bajos «y otros países». Una interrupción prolongada del suministro agravaría entonces la crisis energética en la que ya se debate Europa, con precios en alza y el temor de un invierno muy difícil. De hecho, en Alemania, las autoridades analizan ya planes de racionamiento”
Más adelante el periodista Mejías apunta: Uno de los fenómenos que más golpea es la creciente inflación, incluso muchísimos expertos alertan que de arraigarse aún más de lo que está podría generarse una situación de “estanflación”.
La especialista del CIEM considera si bien muchos expertos plantean que la inflación debe volver a los niveles previos a la pandemia antes de finales del 2024, las presiones adicionales que se están observando podrían hacer que la inflación se arraigue. Si las presiones son muy fuertes podrían crear una situación de “estanflación”, es decir un panorama donde las economías permanecen estancadas a la par que inflación continúa su espiral de crecimiento. Además hace un análisis del comportamiento de la inflación en Estados Unidos y en las economías más desarrolladas.
Otro fenómeno no menos impactante es la deuda externa, agravada notablemente debido al incremento de las tasas de interés a los créditos otorgados por las economías desarrolladas a naciones cuyo endeudamiento las asfixia prácticamente y más tras el paso de la pandemia de Covid-19. ¿Cuál es la magnitud del peligro actual para las naciones de muy bajos ingresos financieros, si no tienen para pagar?
En este sentido Hernández examina el escenario y dice que repite el círculo vicioso de la deuda externa. “El incremento de las tasas de interés en las economías desarrolladas, aumentará el costo de los créditos en medio de la difícil situación que enfrentan muchos países cuyo endeudamiento se ha incrementado a lo largo de más de cinco décadas y a los cuales la pandemia ha adicionado notables presiones. También existe el riesgo de que las monedas nacionales se deprecien considerablemente frente al dólar. De hecho, tal y como manifiesta ambiguamente el FMI, en la actualidad la posición financiera de muchos Estados ya es “tensa”, y estima que el 60% de los países de bajos ingresos corren el riesgo de encontrarse, o ya están, en dificultades con su deuda.
Y añade: “Esta situación podría tornarse explosiva, especialmente por la elevada deuda de los mercados emergentes y las economías subdesarrolladas. Se conoce que estos países representan alrededor del 40 % del producto interno bruto (PIB) mundial. En la antesala del actual conflicto europeo, muchas de estas naciones ya mostraban una extrema vulnerabilidad e inestabilidad”.
Y habrá que seguir con atención la variable China en lo que resta del año, ya que, a partir de su real desempeño, puede o no influir satisfactoriamente en el crecimiento global.
Al referirse a las perspectivas para el año 2023 indica:
“El FMI destaca que un riesgo grave para las perspectivas a mediano plazo es que el conflicto en Ucrania contribuya a la fragmentación de la economía mundial en bloques geopolíticos con diferentes normas tecnológicas, sistemas de pagos transfronterizos y monedas de reserva. Hasta el momento, existe poca evidencia de relocalización, y el comercio mundial ha sido más resiliente de lo esperado desde el comienzo de la pandemia. Sin embargo, las tensiones políticas generadas por el conflicto, respaldadas por intereses de Occidente para frenar el avance de economías emergentes como Rusia ahora y probablemente también China, pueden afectar las bases del sistema económico mundial que habían preconizado la liberalización comercial y financiera como elementos clave. El FMI también advierte que dicha fragmentación podría también hacer menos eficaz la cooperación multilateral para hacer frente a los problemas globales, tales como el cambio climático, con el riesgo añadido de que la actual crisis alimentaria podría convertirse en norma”.
