Por Mariley García Quintana
Recorrer las salas de la Casa de la Ciudad de Santa Clara es muchas veces viajar en el tiempo y llegar hasta el siglo XIX, cuando los dueños de casonas como esta refrescaban el intenso verano de Cuba en su patio central y las niñas tocaban el piano de la esquina del salón principal y las señoras se abanicaban en los sillones de mimbre del amplio corredor.
Caminarla también se convierte en un viaje maravilloso a través de la historia del arte santaclareño, cubano e incluso universal, desde las valiosas piezas de las numerosas colecciones que resguardan cada una de sus salas con tanto cuidado y esmero, de la mano de especialistas que conocen todos los detalles de tantos tesoros patrimoniales.
Y es que llegar a la Casa de la Ciudad de Santa Clara, única institución de su tipo en el país, constituye un momento para respirar esa mezcla de cultura e historia que convive entre sus muros, donde disímiles artistas locales y nacionales han encontrado su espacio para intercambiar con su público y donde además, distinguidas personalidades de nuestra cultura han dejado plasmada su huella.
Así lo cuenta desde la pasión de quien disfruta cada momento de su trabajo y ha convertido a la Casa también en su hogar, Olga Rosa Pérez Rodríguez, directora de esta institución, quien comentó que dicho espacio es en efecto un híbrido cultural, pues muestra desde cada una de las salas cómo ha sido y cómo es la vida en Santa Clara, desde la guerra de independencia de 1868 hasta la actualidad.
“En estos momentos tenemos una sala de personalidades que distinguen a la ciudad, todos los que hicieron y aportaron sus energías, su trabajo y sus recursos por esta urbe, entre ellos Marta Abreu, Luis Estévez, el Comandante Ernesto Che Guevara y Manuel Dionisio, primer historiador de la villa, por solo mencionar algunos”, explicó la especialista.
Uno de los espacios más interesantes de la casona es sin lugar a dudas la Sala de las Leyendas, dedicada a “mantener vivas esas historias y tradiciones, ficticias o reales, que perduran en el tiempo e identifican a los santaclareños de varias generaciones donde quiera que estén, entre las más populares y conocidas resulta la del burro Perico, la del Puente de los Enamorados, entre otras”, dijo la directiva.
“¿Y qué nos marca un poquito más la diferencia?- Explica Olguita, como cariñosamente es conocida esta mujer que respira cultura por cada uno de sus poros- pues nuestra Sala de Historia, donde se muestran los diferentes momentos, por ejemplo, de los escudos de la ciudad de Santa Clara, hasta el que nos identifica en estos momentos, junto a la bandera y también el himno, el cual se conserva con el primer arreglo orquestal”.
Unido a ello, conviven aquí los proyectos artísticos de la ciudad, así como iniciativas de desarrollo político, económico y social, que tienen en la Casa el escenario idóneo donde siempre crear y darse a conocer.
Pero sin lugar a dudas, otra de sus maravillas es la Galería Encuentro, salón que recibe a los visitantes a pocos pasos de la entrada principal, donde brillan obras de grandes de la plástica villaclareña, donadas a la Casa y que forman parte del fondo patrimonial de dicha institución, entre las que destacan los colores de Zaida del Río, de Fabelo, de Sandra Agramonte.
A ello se le suma un fondo museográfico de lo mejor de la vanguardia artística nacional: Wilfredo Lam, Amelia Peláez, por solo referenciar algunos de los nombres que también identifican a Cuba fuera de sus fronteras nacionales.
Ubicada al final de populoso boulevard de Santa Clara, la Casa de la Ciudad resulta un sitio imprescindible donde acercarse a la historia local y a las más profundas raíces de la cultura santaclareña, donde encontrar esa mezcla de tradiciones, patriotismo y cubanía que distinguen al oriundo de esta ciudad en cualquier parte del mundo.