Por: María Fernanda Terry Pérez
Bien sabe su familia, especialmente su padre y mentor “Tito”, que para Raudi fue un gran logro graduarse con honores en el perfil de Canto de la Universidad de las Artes ISA, pues nunca había cursado anteriormente en una escuela de arte.
“Quería estudiar música lírica de forma profesional, mediante una carrera universitaria. Este perfil es el único que se estudia en el país si deseas ser cantante graduado de academia”.
Realmente su interés por la música comenzó a los 11 años cuando se unió al proyecto de su municipio “Arte camino”, dirigido por el profesor Ernesto Tejera y donde defendía la música tradicional mexicana. Luego de concluir con el proyecto, tomó clases de guitarra, solfeo, piano y canto con graduados del canto lírico en Cuba como Joel Jaime y otros de gran trayectoria como Ramón Chávez y Martha Cardona, ambos solistas del Teatro Lírico de Cuba.
“Una vez que ingreso en el ISA paso a ser alumna de la soprano Ivette Betancourt Gutiérrez, solista del Centro Nacional de Música de Concierto, quien me guio por todo el camino universitario y sigue siendo mi tutora actualmente. Ahora recibo clases de la soprano Bárbara Llanes y soy profesora en mi universidad”.
Raudi ha tenido el privilegio de actuar en importantes salas de concierto de Cuba como Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, Oratorio San Felipe Neri, Liceo Mozartiano de La Habana, Palacio de los Matrimonios de Prado, Centro Hispanoamericano de Cultura, Casa de las Tejas Verdes, Casa del Marqués de Arcos y en importantes teatros como el Nacional, el Martí y el Karl Marx.
Aunque se especializó en la música de academia, también tiene cierta inclinación por la popular, y confiesa que le gustaría interpretar ambos estilos, pero reafirma que el canto lírico ocupa un lugar sagrado dentro de su vida. Sin embargo, considera que culturalmente no es muy consumido por las masas y existe un desconocimiento con respecto al tema en gran medida por la falta de promoción en los medios de comunicación.
La joven de 23 años demuestra en cada presentación que es una mediadora de emociones y que, por tanto, debería ampliarse el repertorio sinfónico de nuestras mentes. Ver en un escenario cómo brotan de la garganta de Raudi Rodríguez de la Torre unas notas melódicas es un bello espectáculo que parece no tener fin, es como observar a un ángel en la escena.