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Título de Doctor Honoris Causa ha reconocido etnólogo cubano

El título fue conferido por su amplia obra en defensa de valores culturales y por constituir un referente para generaciones de cubanos. El escritor y etnólogo tiene una obra que ha contribuido a revelar valiosas zonas de la cubanía, con una reconocida vocación ética y social.

El novelista, poeta, ensayista y etnólogo Miguel Barnet recibió este martes en La Habana el título de doctor honoris causa de la Universidad de las Artes, por una obra que ha explorado y contribuido a revelar valiosas zonas de la cubanía, con una reconocida vocación ética y social.

Una amplia obra en defensa de nuestros valores culturales

Al leer la resolución por la que el ISA confiere a Barnet el título de doctor honoris causa en Arte, el rector de la institución, Alexis Seijo García, destacó que el grado le ha sido otorgado por “su amplia obra en defensa de nuestros valores culturales y por constituir un referente para varias generaciones de cubanos”.

Seijo y el ministro de Cultura, Alpidio Alonso, entregaron el título al reconocido intelectual cubano, quien también ha recibido la Orden Félix Varela de Primer Grado y la Orden Juan Marinello, la Medalla Alejo Carpentier y el Premio Nacional de Literatura en 1994, entre otros reconocimientos.

Durante la ceremonia, el fundador y presidente de la Fundación Fernando Ortiz recibió, además, la obra plástica Presencia china en el Caribe de manos de su creadora, Flora Fong.

En las palabras de elogio, la poeta y ensayista Nancy Morejón señaló que la producción de Barnet “es cuantiosa y en sus vertientes ha alcanzado una dimensión extraordinaria”.

Antropólogo y poeta

Dos miradas definen su visión, “la del antropólogo, con paso explorador y oficio múltiple, que hurga en esa misteriosa cubanidad mostrada al mundo, entre otros, por Alejandro de Humboldt, Renée Méndez Capote y Fernando Ortiz”, y “la del poeta cuya cosmovisión se fue nutriendo del trabajo de campo y de toda una práctica resultado de sus indagaciones etnológicas” junto al oficio de narrar historias, “creando, a su vez, personajes emblemáticos de lo que ha sido, y es, nuestro carácter”.

“Espejo y consecuencia” de una tradición que parte de Colón y pasa por Alejandro de Humboldt hasta Fernando Ortiz, “toda la obra de Miguel Barnet ha contribuido a situar, esclarecer y reflexionar, con la mirada de la segunda mitad del siglo XX, las culturas negras de la Isla, cuyos principios fueron revelados y descritos por los tres ‘descubridores’ mencionados anteriormente”.

La oralidad es un manantial que transpira a lo largo del estilo de Barnet

La Premio Nacional de Literatura en 2001 y miembro de honor del Consejo Nacional de la Uneac añadió que “la oralidad es un manantial que transpira a lo largo del estilo de Barnet, porque se convierte allí en un valor tan intransferible como renovador, ya que sus pilares se asientan en el trabajo de campo, en esa suerte de laboratorio comunitario.

“Fijar características, describir hábitos, señalar deudas, contradicciones y choques de culturas, convierten ese quehacer en fuente insustituible de veracidad, indagación y perspicacia”.

Morejón consideró que la escritura de Biografía de un cimarrón (1966) –que ha alcanzado más de 70 ediciones en todos los idiomas modernos– “fue una experiencia inigualable, nutricia, de la que salieron después todos los modos y estilos de la literatura de Miguel Barnet (…) A principios de los setenta, concibió un texto donde plasmaba lo que definiría después como novela testimonio. Era su modo de reagrupar los libros que habían continuado la saga iniciada en 1966”.

El de un monólogo que escapa a todo mecanismo de creación literaria

Un año después de haberse publicado Biografía de un cimarrón, Alejo Carpentier escribió que “Miguel Barnet ofrece un caso único en nuestra literatura, el de un monólogo que escapa a todo mecanismo de creación literaria y se inscribe en la literatura por sus proyecciones poéticas”.

Para Morejón –quien también se refirió a la vertiente de Barnet como traductor del inglés al español, incluida la elogiada traducción de A sangre fría, de Truman Capote–, el escritor “encontró el equilibrio de los géneros entrando y saliendo de la poesía a la narrativa y viceversa hasta encontrar el discurso siempre hermoso, eficaz, isleño, fiel a la historia de los sin historia”.

“Fui joven y soy joven”

Barnet (La Habana, 28 de enero de 1940), quien tiene varios títulos de doctor honoris causa de universidades cubanas y extranjeras, dijo a Cubadebate que “este significa mucho para mí, porque es mi país y es de la Universidad de las Artes, una universidad donde se está defendiendo siempre la vanguardia estética y también la vanguardia en lo social y lo ético.

“Es un lugar donde se acunan muchos jóvenes con talento. Creo que este honoris causa se debe a mi obra y, sobre todo, a mi preocupación por los artistas cubanos, los músicos, los teatristas, los artistas plásticos, los escritores… que está en mi libro Autógrafos cubanos, una colección de más de 100 artículos sobre figuras contemporáneas y otras de los siglos XIX y XX…

“Lo agradezco mucho, me siento muy contento. No lo esperaba, pero en vísperas de mis 80 años es un regalo muy preciado”.

En el congreso de la Uneac, el pasado año, Barnet afirmó que “tenemos el deber de ayudar, desde la creación y el pensamiento, a la materialización de las aspiraciones del pueblo cubano”, y destacó la importancia de la contribución que artistas y escritores pueden dar, en este momento histórico, “al continuo mejoramiento y puesta en práctica de nuestra política cultural y de aquellas áreas que se interrelacionan de modo inseparable con la cultura, como la educación, las ciencias sociales y los medios de comunicación”.

Este martes, tras recibir el título de doctor honoris causa del ISA, comentó a Cubadebate que “todo ser social es un ser político, y el escritor verdadero, auténtico, no puede estar alejado de las preocupaciones y los sentimientos de su país, de su pueblo. A mí me dicen: ‘Tú estás en política’… Bueno, yo no estoy en la política, yo estoy bebiendo en las fuentes nutricias de una revolución que amo.

“Yo fui joven y soy joven. El único consejo a los jóvenes es nunca sentirse viejos, siempre ser jóvenes; sino ¿qué otra cosa van a ser? Y los jóvenes siempre tienen la verdad, y la verdad siempre es revolucionaria”.

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