
La escalinata de la Universidad de La Habana se transformó este 19 de septiembre en un altar donde la música y la palabra de Silvio Rodríguez conquistaron a miles de personas de todas las edades, en un concierto que fue mucho más que un espectáculo, sino una historia de memoria y esperanza compartida.
Desde la primera nota de “Ala de colibrí”, la voz del trovador mayor resonó con la firmeza y calidez acostumbradas.
Silvio, acompañado por su familia y músicos como Jorge Aragón en piano, Maykel Elizarde en el tres, y Niurka González en flautas, tejió un espacio de unión entre sus seguidores de siempre y los rostros de las nuevas generaciones herederas del amor por su arte.
El público no solo escuchó, sino que se volvió parte viva del recital, coreando canciones como “Yolanda” de Pablo Milanés, “Escaramujo” y “Quién fuera”, interpretaciones que llenaron la noche de memorias y emociones. La escalinata, centenaria y testigo de tantas batallas sociales, fue el escenario ideal para rendir homenaje a la cultura comprometida y a la trova que no es nostalgia, sino fuerza creadora.
Momentos como la interpretación de “Ojalá” fueron rituales colectivos donde la poesía se volvió bandera de esperanza. La icónica frase “Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda” fue entonada por miles, uniendo a generaciones en un coro de belleza y reflexión profunda. La canción “La era está pariendo un corazón” despertó ese espíritu de lucha que no se apaga, mientras el presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, compartía la experiencia en primera fila junto a figuras del gobierno y la cultura.
Silvio reservó espacios para el recuerdo y la reivindicación, evocando a otros grandes trovadores como Noel Nicola y Vicente Feliú, con un repertorio donde —al compás de voz y guitarra— combatir la injusticia y alimentar sueños.
La noche marcó además inicio de una gira que llevará a Silvio y su grupo a países latinoamericanos, desde Chile a Colombia, llevando su música y su mensaje por todo el continente.
La melodía suave y las letras cargadas de humanidad resumieron el alma de una Cuba que sigue soñando y resistiendo a través de la trova, que mientras haya injusticia, no cesará de cantar.
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