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Precursoras de la paz

Por: Brenda de la Caridad Díaz Ocaña

La conmemoración del Día Internacional de la Mujer Indígena se acordó en 1983, en Bolivia, durante la Segunda Reunión de Organizaciones de América, en Tiahuanacu. Esto, en memoria de Bartolina Sisa, virreina aimara que se plantó ante el yugo español y fue vilmente asesinada en 1782, en La Paz.

Hoy en día, se estima que hay 522 pueblos originarios, con una población total que alcanzaría los 42 millones de personas. De esta importante cifra, el 59 por ciento son mujeres, constituyendo el grupo más desprotegido y marginado de la sociedad. El 5 de septiembre busca visibilizar la historia, el presente y el futuro de las mujeres y los pueblos ancestrales, tradicionalmente olvidados durante siglos, pese a ser guardianas del legado de sus pueblos y activas participantes en la lucha por sus derechos.

Los primeros habitantes de Cuba llegaron hace más de 4,000 años y formaron diversos grupos indígenas que poblaron la isla antes de la llegada de los españoles en el siglo XV. Entre los principales grupos se encontraban los Guanahatabeyes, Siboneyes y Taínos, con quienes la isla alcanzó un desarrollo cultural y social significativo. Los Guanahatabeyes eran recolectores, pescadores y cazadores que vivían en la región occidental, mientras que los Siboneyes y Taínos se dedicaban además a la agricultura, especialmente al cultivo de la yuca, y desarrollaron la cerámica y otras artesanías.

Actualmente en Cuba no existen pueblos o comunidades indígenas organizadas oficialmente como tales, pero sí hay alrededor de 15,000 personas reconocidas como descendientes directos o indirectos de los pueblos originarios de la isla. Esta población está principalmente asentada en la región oriental, desde Maisí hasta Holguín, extendiéndose probablemente un poco más allá.

Investigaciones recientes que combinan estudios fenotípicos y genéticos han confirmado que estos descendientes conservan un alto porcentaje de ADN amerindio, con un promedio general del 20.2% y hasta un 38% en casos específicos. Esto refleja que, aunque la población indígena original fue reducida drásticamente tras la colonización por enfermedades y mestizajes, la herencia genética y cultural permanece en la población cubana actual, especialmente en las montañas y zonas rurales del oriente del país.

El Foro de la ONU para las Cuestiones Indígenas ha destacado que “…las mujeres cotidianamente toman cruciales decisiones sobre las labores del campo y la selección de cultivos, así como sobre la dieta familiar, contribuyendo junto a los hombres a asegurar el sustento de su hogar…”.

En este sentido, las mujeres han planteado nuevas formas de relacionamiento dentro de las comunidades indígenas, generando oportunidades para ejercer sus derechos en condiciones de mayor igualdad, incluso cuestionando costumbres y tradiciones opresoras. Sufriendo una doble discriminación por origen y género, las mujeres indígenas mantienen latentes las costumbres culturales y la rebeldía de sus antepasados, siendo un pilar fundamental en la defensa de la identidad de nuestra América y la resistencia a una carencia de cultura pensada como instrumento de subyugación neocolonial.

Es necesario garantizar el respeto a sus diversas voces, y así procurar que sean escuchadas con fuerza y claridad en todos los ámbitos sociales, económicos, políticos y culturales.  Como pioneras de la lucha y la justicia en nuestro territorio, se honra a la mujer indígena a nivel global y se defiende su causa.

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