Por: Idalma Moreno Baños
Cuba, país vulnerable al impacto de huracanes de gran intensidad y otros eventos naturales, celebra cada 23 de marzo el Día Mundial de la Meteorología.
Los meteorólogos son personas queridas y admiradas por su profesionalidad y entrega, por tal motivo este día es digno felicitar a todos los especialistas de esta ciencia.
Esta fecha rememora la entrada en vigor en 1950 del convenio por el que se estableció la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Esta conmemoración pone de manifiesto la contribución de los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales (SMHN) a la seguridad y al bienestar de las sociedades a nivel global.
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La mayor de las Antillas posee 68 estaciones meteorológicas distribuidas en todo lo largo y ancho del territorio nacional. La última inaugurada fue en la Zona Especial de Desarrollo Mariel el 5 de septiembre de 2019, y está equipada para el monitoreo ambiental y la elaboración de informes especializados del tiempo y el clima. Con ella se incrementan los servicios que se ofrecen en esa ubicación geográfica.
Además, la estación, catalogada por el Instituto de Meteorología (INSMET) como instalación de nuevo tipo, efectúa mediciones, transmite los datos de forma automatizada, y realiza un mayor aprovechamiento de nuevas tecnologías para procesar la información.
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Hoy, en el mundo y en el archipiélago cubano, coexisten las estaciones meteorológicas “convencionales” y las automáticas. En las primeras se utilizan instrumentos analógicos y otros digitales, pero son registrados y reportados por un observador meteorológico entrenado. En las segundas, todos los valores se obtienen por sensores digitales y pueden o no tener la intervención de una persona para transmitirlos.
De igual forma, existen ocho radares meteorológicos, los cuales están ubicados en La Bajada, Punta del Este, Casa Blanca, Pico San Juan, Camaguey, Hoguín, Pilón y la Gran Piedra.
Los trabajadores de estos centros son hombre sencillos, pero con un nivel de profesionalidad, sentido de pertenencia y un alto nivel de sacrifico, el cual es demostrado cada día, y en especial en la temporada ciclónica. Cuando la nación insular es afectada por los embates de huracanes, ellos permanecen a tiempo completo en sus puestos de trabajo para informar la situación y los registros de las lluvias y la velocidad de los vientos, entre otros datos.