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Madera y sueños: la historia detrás de Humidores Habana

Sin perder su esencia artesanal, ‘Humidores Habana’ aspira a convertirse en empresa, manteniendo su compromiso con la auténtica manufactura cubana para los Habanos Premium. 

Por Valia Marquínez Sam

La madera no fue el primer amor de Jordan y Liordanis. Estos capitalinos, antes de convertirse en carpinteros especializados, buscaron sustento en empleos informales. «Era un día lo que se podía, otro día otra cosa. Yo venía de la calle, en la pelea, el invento», confiesa uno de ellos. Su oportunidad llegó con una prueba de habilidades: «Logré estar aquí. Con un poco de ayuda, he llegado hasta donde estoy».

Desde hace más de diez años, forman parte de Humidores Habana, proyecto de creación del Fondo Cubano de Bienes Culturales liderado por el artista de cuna bayamesa José Ernesto Aguilera Reina. Lo que comenzó como un taller para preservar los mejores tabacos del mundo, se transformó en un espacio donde la madera y el metal se funden en piezas únicas. «Un humidor es como hacer joyería en madera», explica José Ernesto, mientras sus aprendices sueñan con decorarlos «con oro, plata y piedras».

Aunque ninguno estudió artesanía, dominan técnicas novedosas. «Todos los muebles pasan por mi mano. Hay que lijar desde lo más grueso hasta lo más fino; si te saltas un paso, no queda perfecto», detalla Liordanis, a quien todos conocen como Pocholo. Trabajan con maderas centenarias y herramientas especializadas, pero insisten en que lo esencial es la dedicación. «Lo nuestro es carpintería de verdad: transformar un tronco en una pieza única».

Impacto social: más que un taller

Ubicado en Víbora Park, municipio de Arroyo Naranjo, el proyecto ha transformado su comunidad. «Catalizó a jóvenes —y no tan jóvenes—, les dio propósito», afirma su fundador. Además de humidores de talla mundial, aquí nacen oportunidades: «Me asignaron estuches para el Festival de La Habana. Fue mi primer reto, lo superé y seguí adelante», dice orgulloso el joven Rolando quien lleva poco tiempo como ayudante de carpintería.

Desde 2005, las piezas exclusivas de Humidores Habana recorren Europa, Asia y el Caribe, batiendo récords en subastas y recaudando millones para la salud pública. «Es un orgullo. Aunque no estuve en esos eventos, sé que lo que hice está ahí. Mi familia lo ve, y eso me emociona», comparten Pocholo y Jordan.

Aspiran a convertirse en empresa sin abandonar su esencia artesanal. «La MIPYME nos abrirá puertas, pero seguiremos con el Fondo de Bienes Culturales. Queremos crecer económicamente, sin límites», afirma Pablo Plascencia, jefe de producción. El sueño es claro: «Ojalá haya 25 proyectos como este en Cuba. Sería señal de más trabajo y más humidores hechos aquí, por cubanos».

Legado y bendición

Así piensa José Ernesto Aguilera Reina, fundador del taller y quien ha puesto a su comunidad en el mapa global. Sus obras —incluso bendecidas por el Papa Francisco— son testimonio de un legado que forja oficios, familias y esperanzas.

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