
Por: César Gómez Chacón
187 países A FAVOR
2 EN CONTRA (Estados Unidos y su hijastro Israel)
1 ABSTENCIÓN (Moldova, que no merece comentario, sino casi una triste risa)
El mundo vota contra el bloqueo a Cuba
Una vez más, y consecutivamente por 32 ocasiones (desde 1992), el mundo votó a favor de la Resolución que Cuba presenta cada año ante la Asamblea General de las Naciones Unidas y que tiene desde entonces un título claro y explícito: “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba”.
No dice embargo (aunque algunas “traducciones”, incluso oficiales de ciertos países y organizaciones, suelen ser también muestras de manipulaciones políticas). El título de la resolución cubana señala además, claramente, con nombre y apellidos, quién es el agresor.
El mecanismo para llegar a la votación es el mismo siempre: el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba entrega al Secretario General de la ONU (según estipula la propia resolución aprobada el año anterior) un informe en el cual se expone de manera detallada, con amplias cifras verificables y ejemplos concretos, a veces con nombres y apellidos de las víctimas, el impacto negativo del bloqueo contra el archipiélago caribeño y su pueblo en los últimos doce meses.
Con esos datos, y muchos otros proporcionados por una buena cantidad de países y organismos internacionales, el secretario general de la ONU elabora su propio informe, base para el debate que se produce durante el período ordinario de sesiones de la Asamblea General de la ONU, una vez cada año en su sede de Nueva York.
El plenario escucha las intervenciones de los representantes de las naciones que han solicitado previamente la palabra, a nombre también de grupos regionales y otras organizaciones acreditadas en la principal organización de la diplomacia mundial. Y, finalmente, se ejerce el voto electrónico de forma individual por parte del delegado de cada país, que es inmediatamente reflejado en la pantalla del hemiciclo, tal y como sucedió este 30 de octubre.
Así, durante 32 años, con cifras similares y uno o dos cambios en las abstenciones, de países que se “rifan” las monedas yanquis de la ignominia, es expresado el reclamo mayoritario de la comunidad internacional contra la política criminal de los Estados Unidos contra Cuba.
Ciertamente, se trata de una resolución aprobada con cifras abrumadoras, pero por regla general estas no son “vinculantes”, o sea, no son de obligatorio cumplimiento. Sin embargo, su contenido moral, en el caso del bloqueo a Cuba, son un valladar a la arrogancia del imperio.
De lo absurdo a la sordera
Pero esta historia tiene también una interesante excepción, esa que solo confirma la regla. El absurdo ocurrió en el año 2016, cuando el gobierno de Barack Obama decidió abstenerse en la votación de la resolución cubana contra el bloqueo. Obviamente, Israel hizo lo mismo en una jugada mimética que no sorprendió a nadie y demostró una vez más su total subordinación a la voluntad de Washington.
Obama ya había reconocido meses antes en un discurso que: “Durante 50 años Estados Unidos siguió una política hacia Cuba que fracasó a la hora de mejorar la vida de los cubanos”.
En ese momento, que coincidía con la votación número veinticinco de la resolución cubana, la misión estadounidense ante las Naciones Unidas evitó defender la política de su propio país, algo sin precedentes.
La embajadora del imperio, Samantha Power señaló entonces: “La resolución votada hoy es un perfecto ejemplo de por qué la política de EE. UU. de aislamiento hacia Cuba no estaba funcionando (…). En lugar de aislar a Cuba, como dijo el presidente Obama, nuestra política aisló a Estados Unidos aquí en Naciones Unidas.”
Pocos meses después, el primer presidente negro de la gran nación del norte dejaba la Casa Blanca y en su lugar el republicano Donald Trump asumía la oficina oval. Era el 20 de enero de 2017.
El multimillonario con sumo poder retomó y reforzó como nunca antes la política del bloqueo y obviamente volvió a ignorar el reclamo anual del mundo en la ONU. Con la ya probada costumbre de hacer “algo” antes de dejar el gobierno, el señor Trump hizo un regalo a sus acólitos anticubanos, y nueve días antes de salir de la presidencia, el 12 de enero de 2021, incluyó a Cuba en la lista de países que supuestamente patrocinan el terrorismo.
Su sucesor, Joe Biden, no tuvo hasta hoy ni el coraje ni el tino de enmendar aquella saga, sino de endurecerla, y nuevamente fue grave su sordera, la política, en los casi cuatro años que hasta hoy han transcurrido. Le quedan unos poquísimos días para irse al retiro. No parece que hará nada excepcional y pasará a la historia como uno de los mandatarios más grises que habitaron el poder del imperio.
Y uno piensa que tal vez haya un problema grande de comunicación entre Nueva York y Washington. Lo que el mundo reclama a coro cada año en el hemiciclo de la ONU parece no llegar alto y claro como debiera a la sede del principal acusado. La sordera de los presidentes yanquis en lo que a Cuba concierne, es sin dudas congénita.
//yma