La medianoche de este 27 de enero tendrá como protagonista a la juventud cubana. Como lo hicieran aquellos revolucionarios, en los convulsos años 50 del pasado siglo, los cubanos de hoy levantarán sus antorchas y sus principios para honrar al más universal de los nacidos en la Isla. Del calor del pueblo y de las llamas emanará la impronta imperecedera de Martí, alumbrado, esta vez, por los agradecidos, que hablan de la luz, porque eso es justamente lo que ofrecen, luz.
La Patria unidad ante las agresiones del imperio
Nuestra Patria, hoy más unida ante las políticas hostiles y voraces que persiguen doblegarnos, honra con sincera emoción a Martí en su natalicio, para como él, unir, codo con codo, a nuestra gente, y que su pensamiento y su savia se viertan como abono en nuestra cotidianidad. Los retos y desafíos han cambiado mucho desde la primera marcha de esta naturaleza en 1953, pero el caudal de ideas y principios martianos encajan perfectamente en el contexto que sea. Nuestra misión hoy es hacer por la Revolución, y ante la calumnia enemiga, como diría Martí, la razón es nuestro escudo.
Que confíe Cuba en ese mar de hijos, armados con la lumbre en alto, que descenderá desde la calle San Lázaro hasta la Fragua Martiana; porque ellos son de la estirpe del Apóstol, y van pisando sobre sus huellas, con la bravura de los mambises y el genio encendido de nuestros pensadores insignes. Ellos son los que trazan el mapa de este país, que, al filo de la madrugada, tendrá, del fuego, solo sus noblezas.