
Por: César Gómez Chacón
Hay coincidencias que no lo son cuando de política seria se trata. El presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez llegaba el pasado martes al mediodía a Honduras para participar en la IX Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Esa misma noche, el programa La Mesa Redonda de la televisión nacional trasmitía la entrevista concedida en La Habana por el también primer secretario del Partido Comunista de Cuba a un grupo de periodistas y comunicadores españoles, el 20 de marzo pasado.
Una de las preguntas entre las muchas que respondió el mandatario en ese diálogo de varias horas versaba precisamente sobre la integración de América Latina en las actuales circunstancias. Las respuestas de Díaz-Canel, sin previo guión, fueron el preámbulo a su presencia en la Cumbre de Tegucigalpa:
“Yo creo que una de las batallas fundamentales de la izquierda, de los principios que tenemos que defender en la izquierda, es estar más unidos, que nos permitirá, por supuesto, articular mejor las cosas (…)
“Preocupan mucho las nuevas tendencias, que no son solo en América Latina, sino en el mundo, de las nuevas corrientes ultraconservadoras, de extrema derecha, fascistas, discriminadoras, que empiezan a moverse en el mundo y que también tienen presencia en América Latina (…)
“Recordemos que en América Latina hubo dictaduras sangrientas, y en América Latina hubo desaparecidos. En América Latina, en países como Argentina, hay una generación que no existe. No podemos olvidar causas como las de las Madres de la Plaza de Mayo. Pero en Cuba, con Batista, hubo una dictadura. ¿Qué pasó en Chile cuando derrocaron a Salvador Allende? Recordemos cuando a Rafael Correa le quisieron dar un golpe de Estado (…)
“Hay que trabajar con la memoria histórica de los pueblos. Hay que hacer mucho en la educación revolucionaria. Hay que trabajar mucho con los jóvenes. Hay que fortalecer todos los elementos simbólicos de identidad, de identidad cultural, de identidad histórica. Tenemos que movilizarnos, tenemos que convocarnos y tenemos que denunciar (…)
“Y todo eso hay que hacerlo de manera unida. Es la vía para enfrentar esas corrientes. Y constantemente estar argumentando lo funesto que es eso. Argumentando los orígenes, las esencias y mostrando qué es lo que necesita el mundo.”
Los orígenes y las esencias
Los reclamos de unidad entre los pueblos del Sur planetario y específicamente en la región latinoamericana y del Caribe fueron históricamente una necesidad para enfrentar la colonización europea, primero, y después la lucha por la soberanía ante las apetencias imperiales del “gigante de siete leguas” como definiría José Martí a los Estados Unidos en su ensayo fundacional Nuestra América, escrito en 1891.
Los esfuerzos independentistas de los próceres latinoamericanos como Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, José de San Martín, Antonio Nariño, José Gervasio Artigas, Bernardo O´Higgins, Francisco de Paula Santander, Francisco de Miranda, José María Morelos, y muchos otros grandes hombres sucumbieron en el fracaso y la muerte prematura precisamente cuando nacionalismos y ansias de protagonismo sembraron la desunión y la traición entre ellos.
Los conquistadores europeos y tras ellos el imperialismo yanqui aprovecharon hasta hoy cada fisura en la unidad latinoamericana. La triunfante revolución cubana de 1959, salvo honrosas excepciones como México, fue aislada del contexto regional en sus años fundacionales.
Los esfuerzos de los movimientos revolucionarios en América Latina fueron apagados por gobiernos al servicio de la gran potencia del norte. El Che Guevara fue traicionado por la desunión entre las fuerzas que debieron apoyarlo. Salvador Allende se inmoló fusil en mano antes que ceder a las hordas de la traición el mandato que le otorgó democráticamente el pueblo chileno. Maurice Bishop en Granada y Omar Torrijos en Panamá perecieron en extrañas circunstancias con tufo también a perfidia y dejaron a sus naciones huérfanas de sus respectivos liderazgos. La Operación Cóndor, hija de las dictaduras pro-yanquis, cercenó miles de vidas de líderes obreros, campesinos, intelectuales y estudiantiles de la izquierda latinoamericana.
Entre intentos y triunfos revolucionarios, golpes de estado, nuevas traiciones y vaivenes políticos hacia la izquierda y la derecha, transcurrieron en el sub continente las décadas finales del siglo XX y lo que va del XXI.
Nombres como los de Fidel y Raúl Castro, Daniel Ortega, Hugo Chávez, José (Pepe) Mujica, Néstor y Cristina Kirchner, Luiz Inacio Lula da Silva, Rafael Correa y Evo Morales, por solo citar los fundamentales, encabezaron al frente de sus respectivos países el momento de mayor unidad continental en las dos primeras décadas de los años dos mil. Fue un fuerte movimiento hacia la izquierda que por momentos pareció irreversible…
Los poderes imperiales encabezadas por la CIA no lo permitieron. Nuevamente la traición por migajas y la pobreza de pensamiento de ciertos líderes continentales ayudaron en la tarea de la desunión.
Como un ejemplo que marca la diferencia, los pequeños estados del Caribe, de lenguas e historias diversas, lograron con la fundación del Caricom en 1973 el tránsito paulatino hacia la unidad que hoy hace valer ante los retos internacionales a los 15 países que lo integran.
“No demoremos más la integración soñada y peleada”
La intervención del presidente cubano, este miércoles 9 de abril durante IX Cumbre de la CELAC en Tegucigalpa, fue varias veces interrumpida por los aplausos de un plenario integrado por otros diez mandatarios y el resto de los jefes de delegaciones de los 33 países que integran la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
Díaz-Canel, como se esperaba, centró su intervención en torno a la necesaria unidad ante la “agenda agresiva” de la nueva administración estadounidense.
Al alertar sobre el declarado retorno de los Estados Unidos a la Doctrina Monroe “y el surgimiento de nuevos intentos para debilitarnos, paralizarnos o fracturar las estructuras regionales, sabiendo que la división nos debilitaría”, el presidente cubano enfatizó que “solo puede ser enfrentado con unidad.”
Y concluyó: “La gravedad de esta hora de amenazas multiplicadas, exige la multiplicación de fuerzas unitarias. Solo la unidad puede salvarnos. No demoremos más la integración soñada y peleada desde Bolívar hasta nuestros días por los más bravos hijos de Nuestra América.”