Por: Ahmed González Franco.
Fotos: Roibel Aguilar León.
El 16 de noviembre de 1519 es la fecha de referencia para celebrar el nacimiento de la Villa de San Cristóbal de La Habana. Reconocida en 2016 entre las siete ciudades maravillas del mundo, es una de las primeras urbes del continente que aún conserva su encanto fundado en sus tradiciones, su música, sus calles, su arquitectura, monumentos, su historia.
Lo cierto es que La Habana posee una magia difícil de explicar. Unos creen que si La Habana fuera otra perdería esa esencia que la envuelve en un halo fascinante de misterio. Se revela como una ciudad que combina el brillo del pasado con la vitalidad del presente. Sus calles son un escenario vivo donde el tiempo ha tejido historias en cada rincón.
Desde la majestuosidad del Malecón, que acaricia el mar Caribe, hasta las calles estrechas y coloridas de La Habana Vieja, cada paso revela un fragmento de su alma vibrante. Al caminar por el centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad, se siente la presencia de siglos de historia y cultura. Fachadas desgastadas por el tiempo y la brisa marina conviven con iglesias coloniales, plazas animadas y cafés que parecen detenerse en el pasado.
Su espíritu vibrante, ha sido inspiración para artistas de todos los géneros. El ritmo de la música cubana, con sus sones y jazz impregna el aire, recordando que aquí la alegría se expresa en cada nota. El espíritu de La Habana es un mosaico de resistencia y esperanza. La ciudad ha enfrentado tempestades y cambios, pero su esencia permanece intacta. La calidez, el carisma, la espontaneidad, la sonrisa y la hospitalidad de su gente que no pasa desapercibida, que siempre tiene una historia que contar, refleja la pasión y la perseverancia que parecen estar en el ADN de La Habana haciendo de ella una ciudad con un compás único en el mundo
En estos 506 años, La Habana es una ciudad que no deja de inspirar con su historia, su gente, su encanto y sus contrastes. Donde el pasado y el presente convergen en un encanto eterno.
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