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IV Foro Económico Euroasiático: la integración como camino al futuro

Por: César Gómez Chacón

Cuando las llamas y el humo de las guerras modernas, las “relámpagos” y las que abarcan ya varios años, aún persisten en el escenario mundial, un grupo de países de esa misma región del planeta, y naciones amigas de otras latitudes, intentan hacer avanzar la integración económica como alternativa de desarrollo independiente y sostenible.

La ciudad de Minsk, capital de Belarús, fue el escenario del IV Foro Económico Euroasiático y la reunión del Consejo Supremo de la Unión Económica Euroasiática (UEEA), eventos que reunieron entre el 26 y el 27 de junio pasado a jefes de Estado, ministros, empresarios y representantes de múltiples naciones.

Las sesiones del foro se centraron en analizar el rumbo de la integración económica euroasiática, sus retos actuales y futuros, así como el fortalecimiento de los lazos entre las naciones miembros y de otras regiones del mundo, incluida América Latina y el Caribe.

Además de los presidentes de los países integrantes de la Unión Económica Euroasiática: Rusia, Belarús, Kazajistán, Kirguistán y Armenia, estuvieron presentes en la cita Cuba, Irán y Uzbekistán como Estados observadores, así como delegaciones invitadas de naciones como los Emiratos Árabes Unidos, Mongolia, Myanmar y Nicaragua, entre otros.

Hasta allí viajó el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien presidió una amplia delegación del archipiélago. En su voz y en la de otros integrantes de la comitiva, quedó clara la vocación integradora que caracteriza la política exterior de Cuba.

Un bloque con peso creciente

La Unión Económica Euroasiática es una alianza económica fundada hace diez años. En conjunto, los 5 países que la integran representan una parte significativa del comercio mundial, cuentan con vastos recursos naturales y aspiran a consolidarse cada vez más como un bloque económico influyente y multipolar.

Desde su creación, la UEEA ha trabajado para facilitar el libre comercio entre sus miembros, armonizar normas técnicas, coordinar políticas económicas y crear condiciones para una mayor integración regional y con otras latitudes del planeta.

En el marco del foro, se debatieron las perspectivas de expansión de la UEEA y su papel en un orden económico más justo. Los líderes presentes, entre ellos Vladimir Putin (Federación de Rusia) y Alexander Lukashenko (Belarús), hablaron del potencial del bloque para convertirse en uno de los centros del desarrollo mundial.

Lukashenko, como presidente pro tempore y anfitrión de la cita, destacó que el PIB del bloque debe aspirar a duplicarse en la próxima década. Habló también de la riqueza de recursos naturales, la infraestructura instalada y la voluntad política de avanzar hacia una integración más profunda.

Por su parte, el presidente Putin señaló que el crecimiento económico de la UEEA no solo se mide en cifras, sino también en su capacidad de ofrecer estabilidad, seguridad alimentaria y nuevas oportunidades para los ciudadanos de sus países. Subrayó que uno de los pilares del éxito del bloque ha sido precisamente la búsqueda de consensos entre Estados con historias, idiomas y modelos económicos distintos.

Una voz desde el Caribe

Fue la segunda vez que el presidente Díaz-Canel asiste de forma presencial a la reunión del Consejo Supremo de la UEEA. La anterior fue en Moscú, en mayo de 2024. Ambas ocasiones reflejan el interés creciente de Cuba por fortalecer vínculos con esta región, que ha sido históricamente cercana y solidaria.

Durante su estancia en Minsk, el mandatario cubano participó en las sesiones de alto nivel, sostuvo encuentros con líderes de varios países y reiteró el compromiso de Cuba con la cooperación económica, el multilateralismo y el diálogo respetuoso entre naciones.

Díaz-Canel habló ante el plenario sobre la importancia de construir una integración que sea equitativa, inclusiva y justa. Subrayó que la estabilidad económica no puede entenderse sin justicia social, y que los beneficios de la integración deben llegar a todos los ciudadanos, no solo a las grandes corporaciones.

El presidente cubano destacó que la nación caribeña y los países de la UEEA comparten no solo intereses económicos, sino valores comunes, como el respeto a la soberanía, la solidaridad y la búsqueda de un desarrollo sostenible. En medio de un mundo cada vez más convulso –señaló el también Primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba– este tipo de alianzas regionales pueden ser una alternativa viable a los modelos dominantes de dependencia y exclusión.

Una delegación activa

Junto al presidente viajó a Minsk una delegación empresarial cubana, coordinada por la Cámara de Comercio. Durante el foro, participaron en paneles y mesas de trabajo dedicadas al intercambio con América Latina y el Caribe, donde presentaron el potencial del archipiélago como socio económico confiable.

En entrevistas a medios locales, varios representantes de la Unión valoraron positivamente la participación cubana. Consideraron a Cuba como un puente natural entre Eurasia y América Latina, por su ubicación estratégica, su historia de cooperación y su alto nivel técnico en varios sectores económicos.

Las intervenciones de los delegados cubanos sirvieron también para explicar la realidad del país: su capacidad de resistencia frente al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto y arreciado por los Estados Unidos, así como los avances del archipiélago en sectores clave como la biotecnología, y su disposición de abrir espacios para la inversión y el comercio en condiciones transparentes.

La urgencia que marcan los tiempos

La Cumbre euroasiática en Minsk no fue solo un encuentro protocolar ni un desfile de discursos: fue la reafirmación de que un mundo más multipolar, basado en el respeto, la cooperación y la equidad, no solo es posible, sino urgente.

En un contexto internacional marcado por las guerras, la incertidumbre y los desequilibrios, esta cita demostró que existen caminos alternativos al hegemonismo y que los pueblos pueden integrarse desde sus realidades diversas para buscar juntos el camino al desarrollo.

Para Cuba, que llevó su voz soberana hasta el corazón de Eurasia, la Cumbre fue una oportunidad de tender puentes, fortalecer alianzas, y dejar claro que también desde el Caribe se construyen proyectos de futuro.

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