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Ileana Julia Gómez Guerra: mujer, federada y magistrada

La presidenta de la Sala de los Delitos contra la Seguridad del Estado del Tribunal Supremo Popular de Cuba comparte su experiencia profesional, el papel de las mujeres en el sistema judicial y su vínculo con la Federación de Mujeres Cubanas, organización a la que considera una escuela de vida y compromiso social.

Por Valia Marquínez Sam

“Yo soy espirituana, me gradué en el año 1989 y comencé en el bufete colectivo de Sancti Spíritus. Pero en 1992, ante un llamado del Partido Comunista de Cuba, ingresé al sistema de tribunales, porque en esos años hacían falta jueces”, recuerda la magistrada Ileana Julia Gómez Guerra, hoy presidenta de la Sala de los Delitos contra la Seguridad del Estado del Tribunal Supremo Popular de Cuba. Aquella decisión, inicialmente pensada para un período de tres años, se convirtió en una vocación de por vida: “aprendí a amar esta profesión. Administrar justicia es muy lindo, y como quiera que sea, te atrapa”.

Su recorrido dentro del sistema judicial ha sido tan exigente como constante: comenzó como jueza en la Sala Penal Primera del Tribunal Provincial de Sancti Spíritus, llegó a ser presidenta de sala y vicepresidenta de ese tribunal. Más tarde asumió la vicepresidencia del Tribunal Provincial de Mayabeque, hasta incorporarse como magistrada en la Sala Penal del Supremo. Finalmente, en 2022, asumió el cargo que hoy desempeña. “Es una responsabilidad grande, porque se conocen los delitos que atentan contra la seguridad del Estado y la tranquilidad ciudadana. Pero no creo que haya diferencia en que lo presida un hombre o una mujer: lo importante es hacerlo con amor, con responsabilidad y con calidad”.

El orgullo de ser mujer atraviesa cada etapa de su vida profesional. “En el sistema de tribunales las mujeres somos mayoría, orgullosas estamos de serlo también en cargos de dirección y eso es importante para el desarrollo de nuestra función”, señala.

Para Gómez Guerra, el apoyo entre colegas ha sido decisivo: “Cuando comencé aquí en el Tribunal Supremo, tuve la ayuda de compañeras con más experiencia. Ese apoyo, esa posibilidad de contar unas con otras, fue vital para crecerme en el trabajo”.

La FMC como escuela de vida

Su vínculo con la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) comenzó a los 14 años, en aquel acto de iniciación que guarda con cariño: “Fue muy bonito, muy representativo, todas estábamos muy contentas de ingresar a la organización”. Años después, ya de regreso a Sancti Spíritus, asumió responsabilidades dentro de la FMC como organizadora y secretaria de bloque. “Trabajar en la Federación me dio experiencia y conocimiento de lo que pasa en la sociedad, porque un juez nunca puede desligarse de lo que ocurre en la vida cotidiana”, asegura.

Ese nexo entre la profesión judicial y la organización femenina ha sido, según confiesa, un aprendizaje doble: “Me concientizó en el papel de la mujer, en su desempeño, en los problemas que enfrentamos. La impartición de justicia debe ser contextualizada, y la Federación me ayudó a entender eso. Además, me brindó gratos reconocimientos, como la medalla 60 Aniversario de la Revolución y la orden Ana Betancourt”.

La magistrada insiste en que el compromiso no se limita al estrado. “Nos vemos siempre trabajando en pos de la organización, también en la cuadra. Porque no podemos desligar nuestra función social de la profesional. Tenemos que llevar los temas de violencia de género, los derechos que consagran nuestras leyes, a los barrios. Que la gente sepa qué protege la Constitución, el Código Penal, el Código de las Familias. Es un desafío dar a conocer estos derechos para que las personas puedan defenderlos”.

Justicia con rostro humano y social

Con humildad, reconoce que dirigir una sala judicial demanda sacrificio, pero también pasión. “Es un reto pero cuando uno ama la profesión, a veces no parece sacrificio. A veces son noches de desvelo, momentos de estrés, pero siempre pienso: hay que hacerlo bien. Esa es mi mayor aspiración: que mi equipo de trabajo sienta el mismo amor y compromiso que yo”.

En vísperas del 65 aniversario de la FMC, Ileana Julia Gómez Guerra resume su convicción: “Las mujeres somos capaces de ejercer cualquier función en cualquier lugar. Lo hemos demostrado en la Revolución y en la historia de la humanidad. Nuestro desafío mayor es seguir preparándonos, porque esta es una profesión que exige aprendizaje constante. Con el apoyo de la familia, de nuestras colegas y de la propia Federación, podemos seguir demostrando cuán capaces somos las mujeres”.

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