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El Quarter Horse se cría en Guantánamo

Cuba impulsa hace décadas un programa de mejoramiento genético, en el que intervienen el Ministerio de la Agricultura y la Empresa Nacional para la Protección de Flora y Fauna, esta última con unos 40 centros especializados en atender los caballos, con la participación de miles de trabajadores, técnicos y profesionales.

Para las actividades agrícolas y el transporte de pasajeros y mercancías, el caballo ha constituido históricamente un elemento imprescindible en Cuba.

También se emplea  en  el deporte, la recreación y más recientemente en la terapia asistida de pacientes discapacitados, de ahí que el país, como parte del programa de desarrollo pecuario, centre parte de sus esfuerzos en la cría, reproducción, preservación y fomento de especies equinas, en especial las importadas.

En busca de animales potentes, de mejor figura y resistencia, Cuba impulsa hace décadas un programa de mejoramiento genético, en el que intervienen el Ministerio de la Agricultura y la Empresa Nacional para la Protección de Flora y Fauna, esta última con unos 40 centros especializados en atender los caballos, con la participación de miles de trabajadores, técnicos y profesionales.

Por sus resultados favorables, sostenidos durante 25 años, en la reproducción de razas más puras, el Rancho Granadillo, de Guantánamo, sobresale nacionalmente debido a los altos índices de cría del Quarter Horse (caballo Cuarto de Milla), ejemplar altamente cotizado en el mercado internacional e introducido en Cuba por el Alto Oriente, gracias a ganaderos estadounidenses, a mediados del pasado siglo.

Felipe Flores Iríbar dirige la hoy unidad empresarial de base Niceto Pérez, que tiene al Rancho como sede principal, dedicada a la reproducción genética equina y a la conservación de las áreas protegidas en Sierra Canasta.

«Tenemos más de 5 000 caballerías de tierra y un centenar de trabajadores en total; sin embargo, para los caballos contamos apenas con 22 caballerías y 28 especialistas, quienes han sabido garantizar por un cuarto de siglo la entrega de animales genéticos únicos, usados en ferias internacionales, comercializados en el exterior, empleados en escuelas de vaqueros y hasta en granjas de Santiago de Cuba, Las Tunas, Ciego de Ávila, Pinar del Río…

«Tanto sementales como reproductoras nacidas de las manos guantanameras aparecen hoy por varias zonas del país y del mundo,  y su descendencia nos hace competencia, lo que habla de la calidad de la raza que desarrollamos», apunta el directivo.

Más de una veintena de premios en ferias internacionales de Bayamo, en Granma, y de Boyeros, en La Habana, también validan la certeza del trabajo en Granadillo, unidad Vanguardia Nacional del Sindicato Agropecuario, con una natalidad por encima del 80 %, y récord histórico de 69 nacimientos en 2014, de 78 yeguas gestadas, cifra que tratan de mantener desde entonces.

Sin embargo, no es tarea fácil, sobre todo por lo agreste del terreno en el que se obra. En Niceto Pérez las precipitaciones son exiguas, el forraje escasea y la sequía golpea a animales y a seres humanos; mas, ante las carencias naturales, ha tocado a la ciencia y a la innovación desempeñar un rol preponderante.

«Lo primero es la alimentación, el semental Quarter Horse demanda diariamente 42 kilogramos de heno, seis kilogramos de pienso, 200 gramos de miel de abeja, 200 g de miel proteica, 100 g de sal, y otros 200 g de cereal, agregados como la zanahoria… y hoy apenas les damos leche, miel, huevos, pienso y pasto de tipo pangola y estrella, producido por nosotros en 22 caballerías. Hasta ahora es suficiente.

«Cada espécimen viene costando al país más de 177 pesos diarios, pero da la cuenta, porque hay crías que se venden hasta en 63 000 pesos en el mercado interno», afirma Flores Iríbar.

LA CLAVE: EL BUEN MANEJO DEL ANIMAL

Con 80 hembras bajo plan de reproducción y siete sementales, además de la aspiración de crecer hasta 160 ejemplares para la diseminación del Cuarto de Milla, el Rancho Granadillo apuesta por seguir aportando más éxitos a la nación.

El nacimiento, por primera vez, de dos potricos resultado de la inseminación artificial, con semen importado de caballos estadounidenses, se suma a la lista de méritos de la institución.

La clave está en el adecuado manejo de los animales, con apego a los manuales de procedimiento, desde el laboratorio y la gestación hasta determinar el destino de cada ser desarrollado allí.

Yendry García Vichy, veterinaria médico del lugar, habla de los controles pecuarios, la importancia de seguir de cerca la etapa de celo de los caballos, cuidar los órganos reproductivos con lavados para evitar bacterias y microbios; pero, sobre todo, cumplir la dieta.

«Aunque son seres con más brío que los domésticos de la ciudad, nuestras crías son dóciles, también por el acompañamiento que tienen. A los nueve meses, a la yegua se le aplica la vacuna contra la tuberculosis y a los 14 días de parida se le pone a su descendencia, a los 21 se repite y a los tres meses se inmunizan contra el tétano. Por eso hemos tenido muy pocas muertes.

«Aquí hay hembras con 20 años que dan a luz sin problemas, porque se les protege y hasta mima, tienen el libre pastoreo, agua permanente, la revisión física constante, se les baña, acicala,  y cada una tiene su macho, que no la monta para evitar lesiones y traumas innecesarios; además la inseminación asegura efectividad, una dosis sirve hasta para seis gestaciones», resalta Yendry García.

Miguel Ángel Calvo dirige hace 22 años la brigada  responsable directa de los caballos. Por sus manos han pasado centenares de animales campeones de ferias, hermosos cual piezas museables.

«Para mí cada ser que tengo bajo resguardo en estos establos es como un niño, y así exijo que se les trate. Hay que hablarles, acariciarlos, regañarles cuando hacen algo mal, y jamás ejercer la violencia. Al final nos entendemos como padre e hijo.

«Nosotros registramos el nombre de cada Quarter Horse que tenemos, incluso si se fue. Eso forma parte del control técnico y de calidad para el mantenimiento de la raza, porque no se pueden cruzar animales que tengan la misma línea familiar. Este es un trabajo celoso, y de mucho amor, que vale la pena cada esfuerzo», confiesa Miguel Ángel Calvo, mientras realiza el chequeo de rutina en el establecimiento.

«A veces hasta hay que ayudarles a parir, en plena noche o madrugada –apunta Alcibiades Boloy Sánchez, quien también vela por los equinos–, en marzo empiezan a ovular hasta septiembre, se les preña y luego, por 11 meses, hay que estar pendientes de todo, para prevenir perjuicios a la nueva vida por nacer».

Cada año, cuando los caballos cumplen de 24 a 36 meses, un equipo especializado viene a evaluar las condiciones óptimas para certificar que se trata de una especie genéticamente deseada, no todos pasan la prueba, pero sí la mayoría. Los que son descartados pasan a la venta, el trabajo en el campo o se aparean con burros para dar mulos, otra de las prioridades de la empresa.

El Rancho también tributa a las Fuerzas Armadas, el Ministerio del Interior y a las formas productivas campesinas, pues la Agricultura exige que los servicios de mejoramiento de la raza sirvan, ante todo, a la localidad.

En ese sentido, Granadillo puede hasta inseminar con sus sementales a yeguas de particulares, hacer estudios de genética, y apoyar el desarrollo equino más allá de sus instalaciones, todo para generalizar los aportes de la ciencia en favor de la sociedad.

 

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