Foto: Paulo Novas
Este 2024 se cumplen 29 años de la escalada del líder histórico Fidel Castro a la Gran Muralla China.
Por: Cynthia Ibatao Ruiz
Cerca de 1500 escalones separan la cima del primer tramo de «Juyongguan», de la falda montañezca. Llegar puede resultar fácil para turistas ávidos de excelentes vistas, pero caminar por las majestuosas fortificaciones se torna tarea compleja para piernas y corazones. Sin embargo, pudimos subir.
La UNESCO declaró a La Gran Muralla China, Patrimonio de la Humanidad en 1987, y desde el año 2007 es una de las 7 maravillas del Mundo Moderno. Los miles de pasantes que llegan a cualquiera de las cuatro provincias por las cuales transita el monumento, reconocen su valor arquitectónico y estratégico, pero para los chinos, es un símbolo que además de distinguirlos ante el mundo, simboliza su unidad y valores culturales que han defendido desde los primeros tiempos.
Foto: Paulo Novas
Fidel Castro, líder de la Revolución Cubana, ha sido el mandatario extranjero que escaló la cota más alta de la Gran Muralla, hasta el sector de la puerta de Badaling, a 65 kilómetros de la capital Beijing. En este 2024 se cumplirán 29 años de aquella visita que entrañó aún más los lazos entre ambas naciones.
Y no, la Muralla no se ve desde la luna, no se puede recorrer toda en un día, ni en semanas, no conserva cadáveres de los trabajadores que la construyeron, y tantas historias que trascienden…pero el misticismo escrito desde hace miles de años atrae y enamora. Una de las mayores interrogantes que agobiaron al equipo fue la resistencia y durabilidad de la edificación, construida con piedra, arena y ladrillos sustituyendo un poco la tierra batida.
Todo comenzó con el legendario Qin Shi Huang, quien vivió en el siglo III a. C. considerado el primer emperador del imperio chino. De manera vivencial los encargados de orientar en las rutas, contaron que en el 221 a. C., luego de repetidas victorias sobre conflictos que involucraron a los principales reinos del estado chino de Qin, temiendo futuros levantamientos de los territorios individuales, el emperador ordenó la unificación de las murallas defensivas del norte en el 215 a. C.
Foto: Paulo Novas
Estas edificaciones aún no eran la Gran Muralla, y aunque nunca se detuvo la construcción, pasaron 1500 años, y el período de la Dinastía Ming volvió a considerar estratégico separar los territorios, y comenzó el levantamiento de muros que unieran los fortines.
Aunque no siempre se supo, hoy está comprobado por la Oficina Nacional de Patrimonio Culturales la longitud exacta: 21.196,18 km.
Desde las alturas todo se aprecia más hermoso, cada ladrillo, cada escalón desigual cuenta cientos de siglos de una historia de pertenencia y protección, identidad y resistencia a las dificultades. Para muchos, la construcción militar más grande del mundo, para mí un dragón inmenso que serpentea por las montañas chinas, con el propósito de proteger y preservar vigorosamente su herencia intelectual y cultural.