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El bloqueo no existe… (I)

Por: César Gómez Chacón.

El bloqueo norteamericano a Cuba no existe, pero… en la Casa Blanca y el Departamento de Estado no duermen tranquilos pensando en la muy próxima votación de la resolución cubana que lo condena anual y abrumadoramente en la Asamblea General de la ONU.

El bloqueo no existe, pero… en este segundo mandato de Donald Trump, su política hacia el archipiélago caribeño ha vuelto a ser un inescrupuloso manual de agresiones.

El bloqueo no existe, pero… Marco Rubio, y su pandilla de “partners in crime” —como se autodenominan en los pasillos de Washington— se encargaron de reactivar hasta el último resorte de presión posible contra la Isla, con el único objetivo de castigar a los cubanos por no rendirse. Para que el pueblo, agotado e impaciente por las penurias que provoca la política de asfixia, culpe y se levante contra su gobierno. La vieja y fallida fórmula imperial de siempre.

El bloqueo no existe, pero… el cabildeo en el Congreso y con gritos histéricos que reproducen luego ante la prensa, los representantes allí de origen cubano, en lugar de ocuparse de los muchísimos problemas de sus electores, como las persecuciones y deportaciones forzadas a los inmigrantes, han hecho de la política anticubana su razón de ser… Y de seguirse enriqueciendo. Mienten diariamente sin pudor alguno.

El bloqueo no existe, pero… se anuncian nuevas medidas cada mes. No existe, pero Washington gasta millones de dólares en justificar algo que, según ellos, es pura invención cubana.

El bloqueo no existe, pero… se perfecciona con disciplina de relojero y de policía de barrio. No hay guerra económica —dicen—, y sin embargo cada semana aparece una nueva traba, una sanción más o un banco que se niega a tocar dinero cubano. Es el único “no bloqueo” del mundo que necesita cientos de funcionarios para mantenerlo vivo.

El bloqueo no existe, pero… el ególatra Trump ordenó endurecer todas las restricciones hacia Cuba bajo el viejo “Memorando Presidencial 5”.

No lo llaman castigo, sino “revisión de política”. En la práctica, significó paralizar los intercambios, cerrar las pocas rendijas abiertas y devolver la relación bilateral a los tiempos del deshielo congelado.

El bloqueo no existe, pero… Trump anunció la “implementación total” de las leyes Helms-Burton y Torricelli, las mismas que permiten demandar a empresas de terceros países (y eso lo niega como “embargo”). El mensaje fue claro: quien haga negocios con Cuba, será perseguido y castigado.

El bloqueo no existe, pero… Cuba fue devuelta por Washington a la lista de países patrocinadores del terrorismo. No hay una sola prueba, ni un solo hecho real, pero la etiqueta sirve para cerrar cuentas, frenar créditos, ahuyentar bancos y posibles inversionistas. Es una sanción disfrazada de acusación.

El bloqueo no existe, pero… decenas de empresas cubanas y extranjeras fueron incluidas en la llamada “lista de entidades restringidas”. Basta aparecer ahí para que ningún socio internacional se atreva a hacer transacciones. El castigo no se publica en titulares, pasa aparentemente inadvertido.

El bloqueo no existe, pero… Washington persigue y sanciona los barcos y aviones que toquen puertos cubanos. Si una naviera o aerolínea presta servicio al archipiélago, pierde licencias y contratos en Estados Unidos. Así se construye la libertad de comercio: con prohibiciones y correctivos.

El bloqueo no existe, pero… el Departamento del Tesoro amplió sanciones a las remesas y servicios financieros. Western Union suspendió operaciones, los bancos bloquean transferencias y miles de familias cubanas quedaron sin su apoyo habitual. No hay bloqueo, solo “regulación”, dicen los burócratas del Norte.

El bloqueo no existe, pero… también se prohibió el turismo estadounidense, incluso en viajes culturales o educativos. Se castigó a cruceros, aerolíneas y turoperadores, y de paso, a miles de cubanos que vivían un poco mejor gracias a los servicios que ofrecían a los visitantes. Ni el arte ni la amistad escaparon del veto.

El bloqueo no existe, pero… se impidió a empresas tecnológicas estadounidenses ofrecer servicios en Cuba. Plataformas educativas, científicas y de investigación fueron restringidas. En nombre de la libertad digital, se levantaron muros virtuales y reales.

El bloqueo no existe, pero… la persecución extraterritorial impide comprar insumos médicos, maquinarias o alimentos en otros países. Empresas de terceros países deben demostrar que sus productos no tienen un solo componente estadounidense. A veces basta un tornillo para que se niegue una operación.

El bloqueo no existe, pero… la cooperación médica cubana fue demonizada y perseguida. Estados Unidos presionó a países que la recibían, intentó sabotear misiones y sancionó a funcionarios del sector. Llamaron “trata de personas” a la solidaridad.

El bloqueo no existe, pero… la política migratoria se volvió un laberinto. Eliminación del “parole”, suspensión de visados para profesionales médicos, obstáculos a deportistas y académicos. Se castiga al talento por tener pasaporte cubano.

El bloqueo no existe, pero… se reactivaron campañas millonarias para manipular información, cegar los ojos del mundo y fabricar confusión y desaliento en los cubanos. Washington destinó cientos de millones de dólares (del dinero de los contribuyentes) a proyectos mediáticos contra Cuba, mientras la acusa de “falta de libertad de prensa”. No hay ironía mayor.

El bloqueo no existe, pero… quienes lo niegan saben perfectamente lo que hacen. Les preocupa, y mucho, la próxima votación en la ONU, porque saben que el mundo volverá a condenar esta política absurda. Por eso corren a presionar a otros, diplomáticos, cancilleres, mandatarios… a justificar lo injustificable: porque temen quedarse solos otra vez, frente a frente a la comunidad internacional.

El bloqueo no existe, pero… Cuba sigue aquí, resistiendo y creando. La mayor de las Antillas ha aprendido a levantarse entre las trampas, a reinventarse entre los obstáculos. Y aunque desde el Norte revuelto y brutal digan lo contrario, cada sanción que imponen confirma lo mismo: si no existiera el bloqueo, para qué tanto esfuerzo para sostenerlo y negarlo.

//kbm

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