
Por: Valia Marquínez Sam.
José Ernesto Aguilera Reina no sigue guiones. Este bayamés, radicado en La Habana, construyó su futuro a golpe de paciencia y creatividad. Lo que comenzó como un taller solitario de orfebrería hoy es Humidores Habana, un proyecto que fusiona arte, tradición tabacalera y compromiso social. Sus creaciones , bendecidas hasta por el Papa Francisco, son emblemas de Cuba en el mundo, pero su verdadero legado está en la comunidad: decenas de jóvenes encontraron en su taller un oficio, una familia y la prueba de que la perseverancia transforma realidades.
El #PapaFrancisco admiró y bendijo las piezas del artesano 🇨🇺 José Ernesto Aguilera Reina dedicado a la creación de Humidores para “preservar” los mejores tabacos 🍃del 🌏 Lo verdaderamente invaluable es cómo el artista ha transformado vidas en su comunidad pic.twitter.com/u5kEyjpnPd
— Valia Marquínez_ CVI (@yosam1981) April 21, 2025
El origen: madera, tabaco y sueños
«Todo empezó sin planearlo», confiesa Aguilera. Dejó el preuniversitario en 11º grado, se hizo técnico en construcción civil y, por necesidad, aprendió a trabajar metales. «Hacía anillos con latón y gorgonea, un coral negro. Descubrí que lo disfrutaba y tenía talento». Pero fue el tabaco cubano, “el mejor del mundo», el que lo cautivó a finales de los años 90. «Me impactó su historia, los torcedores que heredaban herramientas de sus abuelos… Quise crear algo digno para ese patrimonio». Así nacieron sus humidores: «joyas de madera» que protegen el «príncipe» tabacalero y cuentan historias talladas.
Innovación con raíces cubanas
En su taller, la tradición dialoga con la tecnología. Usan maderas recicladas “siempre vivas, que se dilatan y contraen» y técnicas como la marquetería, aprendida de maestros cubanos. «El secreto es paciencia y disciplina: horas calibrando fibras para lograr dibujos perfectos». Sus piezas mezclan grabados taínos con sistemas de control remoto o incrustaciones de nácar. «En la COVID-19 reinventamos diseños para el turismo: desde estuches económicos hasta humidores-libro.
El taller como escuela de la vida
Muchos llegaron en situaciones difíciles; hoy son artesanos con familias y proyectos”, dice. El taller exige rigor “trabajamos con Habanos S.A., que mide cada milímetro» pero también acoge. «Aquí se sienten útiles. Si alguien emprende por su cuenta, es un éxito: fuimos su trampolín». Abren cursos y comparten conocimientos: «Ojalá hubiera 25 proyectos como el nuestro en Víbora Park”
Retos y sueños
La burocracia y la falta de apoyo son obstáculos, pero Aguilera insiste en mirar adelante. «Soñamos con que Cuba produzca los mejores humidores del mundo, como hace con el tabaco. Ya lo logramos en pequeña escala». Subastan piezas únicas para financiar el sistema de salud y entrenan a nuevas generaciones. Su mensaje a emprendedores es claro: «Aprovechen lo autóctono, sean disciplinados y no teman reinventarse. Sin dudas, el límite está en la creatividad.
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