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Díaz-Canel: Las revoluciones no terminan nunca, porque cada meta es un punto de partida

(Versiones Taquigráficas-Presidencia de la República)

Querido compañero General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder de la Revolución Cubana;

Miembros del Buró Político;

Miembros del Comité Central;

Compañeras y compañeros:

Una conclusión salta a la vista cuando se revisan los temas y debates severos que ha realizado este Pleno: el Partido está en el centro de los problemas.

Es mi deber comenzar por reconocer la infatigable labor de nuestros cuadros de base, desde el núcleo y los municipios hasta el Buró Político, para asumir, desde la vanguardia y a un mismo tiempo, las múltiples batallas en que está inmerso el país.

Me pregunto cuál sería el panorama de una Cuba cercada por la guerra económica más prolongada y multidimensional que se conozca, acosada por la descomunal campaña mediática a la que se destinan fondos millonarios y golpeada una y otra vez por eventualidades tan severas como una pandemia, accidentes y ciclones que hemos resistido, sin el trabajo de su Partido, sin la consagración de su militancia revolucionaria y de su heroico pueblo.

Lo habremos hecho mejor o peor. No somos robots programados para no fallar. Pero lo hemos hecho. Hemos resistido todos los golpes de la naturaleza y de nuestros propios errores, sin doblar las rodillas y sin renunciar al sueño de la prosperidad posible.

La fortaleza de este pueblo laborioso, noble, apasionado e imaginativo supera el intento de comparación. Cuba es ya una unidad de medida: una Cuba equivale a máxima resistencia con máxima creatividad (Aplausos).

No voy a extenderme en detallar qué y cómo lo hemos hecho. Los informes del Buró Político y del Secretariado me relevan de esa tarea. Creo que uno de sus méritos fundamentales es haberse detenido en los errores y las insuficiencias que todavía arrastramos. Sin esa comprensión sobrevendría la parálisis.

Sentir, apreciar y reconocer la titánica labor del Partido no puede sustraernos, sin embargo, de la responsabilidad de todos los cuadros con los problemas, las insuficiencias y los errores también acumulados y concomitantes con los efectos del bloqueo.

El pueblo del que somos parte entiende y enfrenta el ataque del adversario. Pero esa resistencia puede flaquear y la creatividad se resiente cuando el pueblo choca –y a veces choca cotidianamente– con la burocracia, la desidia, la corrupción de ciertas capas intermedias que pescan en el río revuelto de las dificultades, poniendo obstáculos donde van las soluciones.

También a eso apuesta el enemigo, empeñado no solo en que fracase la apuesta al socialismo, sino, además, que sea tan difícil la vida bajo el cerco y con nuestros errores como condimento, que renunciemos al único camino posible a la justicia de todos.

La situación actual del país es, en esta hora, tan compleja y difícil que acecha en alguna medida la queja, el descontento y un inaceptable mensaje de “no se puede”.

Digo inaceptable pensando en las generaciones que nos precedieron, en los sufrimientos, las limitaciones y los obstáculos a los que se enfrentaron, a veces sin más armas ni más estímulos que su fe en que nada es imposible cuando un pueblo quiere y lucha por ello.

Nosotros somos los hijos de un pueblo vencedor de imposibles. Somos los herederos de ese tremendo legado de optimismo y fe en sus ideales que el 18 de diciembre de 1956 le hizo exclamar a Fidel, al encontrarse con Raúl y menos de un puñado de compañeros en Cinco Palmas: “¡Ahora sí ganamos la guerra!”. ¡Y la ganaron! (Aplausos.)

Hoy los fusiles son los programas que nos hemos planteado, y la certeza del triunfo está en las fuerzas del pueblo nucleadas en torno al Partido. Por eso son tantas las responsabilidades del Partido como órgano rector y aglutinador del sistema político y como entidad que tiene su propia estructura y funciones.

Ser la fuerza dirigente del sistema político entraña la enorme e insustituible autorresponsabilidad del Partido para hacer que el trabajo sea más efectivo en la medida en que favorezca el empoderamiento popular a través de diversos canales, lo que no demerita su naturaleza de vanguardia; todo lo contrario, la refuerza.

A ello se suma el autocontrol que debe existir en el propio Partido a sus dirigentes y militancia para evitar que se asuman funciones que les correspondan a otros.

Nada nos puede distraer de responsabilidades que ninguna otra entidad puede ejercer, trazando políticas en el campo de la ideología, en la educación política, en el fortalecimiento de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y del sistema de organizaciones de masas, entre otros.

Mucho de lo que se logre en la labor educativa que contribuya a un perfeccionamiento de la democracia con influencia en la reproducción del consenso político y el consenso activo está directamente relacionado con la labor del Partido.

¿Qué se hace en cada entorno partidista para garantizar el involucramiento popular o laboral que asegure la real participación de las masas en la toma de decisiones? El análisis no puede ser complaciente, sino muy crítico ante las exigencias del momento actual. Se van moviendo ideas, conceptos; se han compartido, se defienden, pero el camino para hacer efectivo lo acordado necesita de muchas precisiones y acciones que involucren a una gran parte de nuestra sociedad.

Es preciso ratificar constantemente la naturaleza popular del poder político y de los ejes que marcan la legitimidad del Partido: sus capacidades para identificarse con el pueblo, auscultar sus intereses, preocupaciones y confusiones, reconociendo la especial atención que debe la labor política a problemas de la vida cotidiana y a situaciones de vulnerabilidad, así como al trabajo con los jóvenes.

También se hace más visible y refuerza su compromiso y acción para con la institucionalidad, pilares de la democracia socialista, sin olvidar los espacios locales y de comunicación social y la imprescindible voluntad política para desmontar trabas y problemas acumulados con proyecciones que conduzcan a resultados concretos.

Lo relacionado con el sistema político y su integralidad conlleva a trabajar para ir compartiendo en mayor medida funciones y tareas con la sociedad civil, concebida como espacio de realización de la labor política, que, si bien no se reduce al espectro de las organizaciones sociales y de masas, hay que reconocer el importante rol que estas desempeñan en el sistema político por su masividad, potencialidades y responsabilidades para canalizar una buena parte de la participación popular. A la vez, hay que recordar el alto número de organizaciones de diverso corte que existen en Cuba: religiosas, profesionales, fraternales y otras, que suman más de dos mil asociaciones civiles y organizaciones no gubernamentales nacionales, algunas con vínculos en el exterior.

En Cuba, es en la sociedad civil donde se nominan los delegados del Poder Popular con una importante incidencia de las organizaciones sociales masivas, que también participan en la conformación de candidaturas para otros niveles del Poder Popular y fungen como importantes canales participativos.

El Partido no puede estar al margen de la sociedad. Muchas de sus insuficiencias son a su vez reflejos del ser social. Actuando con conciencia de la necesidad, tiene el Partido que ser el catalizador más eficiente en nuestra transformación hacia adelante.

Tenemos que asumir como premisa del accionar revolucionario que lo que no funciona para la sociedad socialista cubana debe ser cambiado.

El Partido único de la Revolución Cubana tiene que ser un Partido con funcionamiento revolucionario, de vanguardia, ético y humanista. Aspiramos a que su militancia actúe y se sienta como una gran familia de revolucionarios que predican con el ejemplo. Una militancia que participa, que no solo recibe orientaciones, que debe proponer y, además, actuar. Y cuando digo esto apunto directamente al papel de los primeros secretarios y demás directivos del Partido a todos los niveles, a su autoridad moral, ejemplo personal y capacidad movilizadora.

Está demostrado que muchos delitos, ilegalidades y manifestaciones de corrupción existen porque hay condiciones y causas situacionales que las favorecen; sin embargo, los núcleos del Partido no siempre han desempeñado su rol en relación con esta cuestión. Es necesario dar un vuelco en este sentido teniendo en cuenta el papel protagónico de los núcleos y sus potencialidades para impulsar la participación y el control en los comités de base de la Unión de Jóvenes Comunistas, las secciones sindicales y los órganos del Poder Popular. Solo así pueden ir perfeccionándose las políticas para garantizar el involucramiento popular en la toma de decisiones a todos los niveles para impulsar proyectos, enfrentar el burocratismo, las ilegalidades y la corrupción.

Perfeccionar los métodos organizativos y los estilos de dirección, atemperarlos a las particularidades de cada territorio, colectivo específico y a los individuos con los cuales se trabaja, no puede reducirse a llamados y exhortaciones. Es preciso implementar fórmulas para detectar hasta qué punto en los cuadros y militantes funciona la ética de la responsabilidad y del compromiso que deben asumir.

A la colonización cultural en marcha contrapongamos un enfoque descolonizador de bienestar y felicidad. Nuestro paradigma se basa en relaciones sociales significativas, en el concepto de vida útil y felicidad por aportar; se caracteriza por ser solidario, por los resultados de la gestión colectiva, por la garantía a los derechos básicos, al bienestar social, a la vida plena desde la dignidad personal y de país.

¡Desde el ser: la dignidad! ¡Desde las relaciones: solidaridad, justicia y equidad social! ¡Desde la realización: participación, pertenencia y protagonismo!

Es también responsabilidad del Partido garantizar que el discurso político esté impregnado de ética y fomente valores a favor del proyecto socialista, pero hay que atender y elevar sus recursos estéticos, que toquen la sensibilidad de las personas y despierten emociones a favor de la causa que se defiende.

Educar para discernir cuánto de realidad y cuánto de simple apariencia hay en el mundo mediático y en imágenes a favor de la controvertida sociedad de consumo requiere de la sostenida labor del Partido y de sus capacidades para involucrar a todo el sistema político.

En la nueva geografía del poder que ha creado la Revolución Cubana, la política como cultura y campo de expresión debe llegar a toda la sociedad y generar involucramiento consciente, y si genera disensos, que sean genuinos y no fabricados por el enemigo histórico de la nación cubana e importados por grupúsculos de lacayos.

Se requiere entonces crear capacidades que se traduzcan en pensamiento crítico revolucionario, contrario a una homogeneización a ultranza.

Entre las responsabilidades del Partido hay que jerarquizar la proyección ética y estética del discurso político y de los mensajes ideológicos que los acerquen más a sus diferenciados destinatarios para generar acciones educativas y culturales, debates, confrontación de opiniones en la búsqueda de las mejores soluciones; también emociones, motivaciones y compromisos con el proceso revolucionario.

Todo ello aconseja que se instrumenten formas más efectivas para la información oportuna de la militancia acerca de cuestiones de impacto nacional, territorial y sectorial que requieran de su mayor preparación para incidir en los entornos laborales y comunitarios.

En muchos lugares la responsabilidad del Partido con relación a los métodos de control interno y externo se diluye, se formaliza o esquematiza sin que pase nada, a pesar del daño que significa no hacer lo que le corresponde.

No cabe la menor duda de que el impulso que hoy se da a la participación y control popular requiere dar un vuelco a esa situación teniendo en cuenta el rol protagónico del Partido, sin menoscabo de las responsabilidades que también deben asumir los órganos del Poder Popular y la Central de Trabajadores de Cuba, entre otros.

Estas reflexiones que estamos compartiendo no son el resultado de un análisis individual desde la dirección del Partido. Son el fruto de estudios y debates permanentes en los que confluyen el aporte de la Academia y la confirmación de la práctica a partir de los sistemáticos encuentros que estamos teniendo con varios grupos de trabajo temporal que asesoran la labor del Partido en los temas ideológicos, de sistema político, de institucionalidad y democracia, de política de cuadros y de temas económicos, entre otros.

Sobre estas ideas debemos volver sistemáticamente para perfeccionar la labor en el camino hacia la II Conferencia Nacional del Partido.

Compañeras y compañeros:

Al evaluar el trabajo del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba observamos que se ha desarrollado en un escenario de progresiva complejidad económica y social.

En América Latina y el Caribe la movilización, la resistencia popular, la articulación y unidad de fuerzas políticas, movimientos sociales y organizaciones sectoriales contribuyeron a gestar una configuración política más favorable a gobiernos con proyectos orientados a la justicia social y a la defensa de la soberanía.

Estos avances políticos se producen frente a la desesperante situación que sufren los pueblos de nuestra América, como demuestran los niveles alarmantes de pobreza y desempleo.

Al mismo tiempo, se observa con preocupación el ascenso de fuerzas políticas con posiciones fascistas y de extrema derecha que tratan de contener el avance de fuerzas progresistas y de izquierda mediante la burda y agresiva manipulación, la intervención política en los sistemas judiciales, así como el empleo de medios de comunicación y de herramientas tecnológico-digitales.

En el contexto cubano, la confluencia de los efectos causados por las 243 medidas de la administración Trump que han recrudecido el bloqueo, mantenidas por el actual gobierno; las afectaciones provocadas por la COVID-19; la complejidad en la implementación de la impostergable Tarea Ordenamiento y sus desviaciones en relación con lo previsto; la crisis global multidimensional impactada por el conflicto europeo; la inestabilidad del Sistema Eléctrico Nacional y el impacto de acontecimientos dramáticos como la explosión en el Hotel Saratoga, el incendio de la Base de Supertanqueros en Matanzas y la devastación provocada por el paso del huracán Ian, sumado a la acumulación de problemáticas sociales, han incidido en situaciones de desabastecimiento, inflación y afectaciones en la calidad de vida de la población, y en el crecimiento de manifestaciones no deseables, de conductas delictivas, ilegalidades, corrupción e indisciplina social y, por supuesto, descontento, molestias, incomprensiones e incertidumbre.

La política de máxima presión económica y el bloqueo han continuado siendo el eje principal que marca las relaciones bilaterales con los Estados Unidos. La designación de Cuba como Estado patrocinador del terrorismo, las medidas coercitivas en vigor que obstaculizan la entrada de combustible al país, las dificultades asociadas al pago de bienes y servicios, dada la persecución financiera y la extraterritorialidad del bloqueo, así como la aplicación del Título Iii de la Ley Helms-Burton, causan graves perjuicios al país, con un impacto muy negativo en las condiciones socioeconómicas de la población cubana.

Se suma a ello la persistente y perniciosa campaña de amenazas a países que necesitan y reclaman la cooperación médica de Cuba.

El Gobierno estadounidense mantuvo vigentes políticas que estimulan la migración ilegal, en particular, las medidas de recrudecimiento extremo del bloqueo, el trato preferencial que reciben los cubanos que entran de manera ilegal a su territorio y la Ley de Ajuste Cubano.

Por otro lado, los anuncios del mes de mayo sobre vuelos, viajes y remesas, aunque en la dirección correcta, al decir de nuestro Canciller, no tuvieron un alcance significativo ni modificaron las medidas más extremas implementadas por el gobierno de Trump.

Se desató una feroz campaña mediática de descrédito al sistema socialista, al Gobierno, a los dirigentes y contra las bases populares de apoyo a la Revolución.

Se han aplicado los conceptos de Guerra No Convencional, promoviendo situaciones de supuesta ingobernabilidad, desconfianza en el sistema, la generación de una matriz de Estado fallido, el asesinato de reputación de los dirigentes, la exhortación a acciones vandálicas como barricadas, manifestaciones públicas violentas y el llamado al enfrentamiento del pueblo al Gobierno, en busca del estallido social.

Nada de esto nos intimida ni detiene. Hemos mantenido el seguimiento sistemático a la implementación de las ideas, conceptos y directrices del Octavo Congreso del Partido, centrando la atención en el aseguramiento político a las medidas político-ideológicas y económicas para enfrentar la actual situación y, además, el apoyo valiente y decidido a importantes procesos políticos realizados en medio de esta situación, como son el balance del Partido, las reuniones con la militancia por sectores, la consulta popular y referendo para aprobar el Código de las Familias, las elecciones municipales, el ejercicio legislativo, el perfeccionamiento de las organizaciones de masas y la culminación e inicio de los cursos escolares respectivos, entre otros.

Además, se han promovido programas y proyectos de profundo contenido humanista e ideológico, entre ellos, el concebido contra la colonización cultural, la enseñanza del marxismo y la historia, la vida y obra del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz; contra el racismo y la discriminación racial; por el adelanto de la mujer, la prevención social, el perfeccionamiento de la democracia y la institucionalidad, y la gestión integral de la comunicación social.

Esta determinación es lo que explica la diversidad de temas abordados y atendidos en este Pleno, a partir de considerar las inquietudes y planteamientos de nuestra población, los criterios de la militancia del Partido y la Unión de Jóvenes Comunistas, las vivencias derivadas de la vinculación de los dirigentes partidistas con la población en los escenarios más complejos, las experiencias de las visitas a provincias, municipios y comunidades, y el aporte de los grupos de trabajo integrados por académicos, científicos y expertos para abordar diferentes problemáticas.

Todos estos programas y esfuerzos serían insostenibles en el tiempo sin acciones con la determinante actividad económica productiva. No será posible saltar el elevado muro de dificultades que supone el bloqueo sin hacer las transformaciones indispensables, aunque implique asumir nuevos riesgos.

Las medidas adoptadas en meses recientes para resolver los graves problemas de insolvencia financiera y desabastecimiento provocados por todos los factores enumerados no van a tener efecto en el corto plazo, pero abren el camino a su solución. Lo que no cabe es el freno, la insistencia en la práctica de fórmulas que no son funcionales.

Intensa ha sido la actividad internacional desde el Partido. Con éxito se desarrolló el XXII Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros; se han fortalecido las relaciones partidistas con organizaciones políticas y partidos a nivel internacional y, más recientemente, las giras realizadas por países de África, Europa, Asia y el Caribe, que han profundizado y fortalecido vínculos históricos y creado nuevos lazos con países con los que compartimos la defensa del multilateralismo y la paz como principios de las relaciones internacionales.

Ambas giras nos permitieron sostener contactos al más alto nivel con los gobiernos de un grupo de países con los que tenemos proyectos económicos y de colaboración de vital importancia para Cuba, que en algunos casos se encuentran detenidos desde el 2019.

Se trata, además, de países con los que mantenemos un excelente nivel de diálogo político, pero con los que no se celebraban intercambios personales presenciales al más alto nivel desde hacía varios años debido a la pandemia.

Los encuentros sostenidos permitieron sensibilizar a las contrapartes con la difícil situación por la que atraviesa la economía cubana, el cerco al que ha estado sometida y los daños ocasionados por la pandemia y los eventos adversos que hemos sufrido, lo que ha incidido de manera negativa en la capacidad para acceder a las divisas necesarias para cumplir con nuestros compromisos financieros.

De manera general, hubo comprensión en las contrapartes y se suscribieron importantes acuerdos económicos, financieros y comerciales, a la vez que se ratificó el alto nivel de relaciones con todos los países visitados, basado en el legado del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y al que dio continuidad el General de Ejército Raúl Castro Ruz, en cuanto a la solidaridad, la admiración, el reconocimiento y el compromiso de apoyarnos mutuamente en los momentos difíciles, con el propósito de continuar y ampliar la cooperación e identificar y abarcar nuevas áreas.

Compañeras y compañeros:

Los adversarios de nuestras ideas insisten en decir que los jóvenes cubanos están desencantados con la Revolución. Para probarlo acuden a los datos migratorios. No hablan del bloqueo, ni de las tendencias mundiales de la migración, ni de las lógicas de los movimientos humanos en tiempos de crisis.

La verdad, sin negar ningún tipo de razones, es mucho más compleja, diversa y está llena de estimulantes experiencias. Durante los dos últimos y más difíciles años no ha existido una tarea importante, un acontecimiento determinante para la suerte del país donde no hayamos encontrado a la juventud en la vanguardia.

Pero celebrar ese hecho soslayando las aristas críticas del trabajo del Partido y la UJC con la juventud y su militancia sería un suicidio político. Por eso la centralidad del tema en este Pleno y la trascendencia de la Estrategia aprobada para fortalecer el papel integral de la Unión de Jóvenes Comunistas en el presente y el futuro del país. El reto es ahora implementarla con la sistematicidad que amerita para garantizar su efectividad.

Como dijimos en el último Pleno de la UJC, aspiramos a tener con los jóvenes una relación en ambos sentidos y a pedirles que propongan ideas, cosas concretas. Que la UJC y todas las organizaciones estudiantiles y los movimientos juveniles funcionen con una dinámica tal que todos los días quieran hacer algo nuevo e inventen algo nuevo. Que nuestra cotidianidad se llene de las propuestas de los jóvenes.

Que en la UJC, como organización de vanguardia, estén los mejores jóvenes, los que más quieran hacer por Cuba, y que la juventud cubana nos llene de alegría trabajando, aportando, haciendo, participando, transformando, pero sin restringir su incidencia en otros espacios más allá del marco institucional o territorio en que se organizan.

¡El momento de la juventud es ahora y es en todo! ¡Juventud es sinónimo de Revolución y Revolución es sinónimo de Partido!

Compañeras y compañeros:

En las próximas horas abordaremos otros temas de la vida nacional y el contexto internacional en las sesiones finales de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Los debates de este Pleno animarán seguramente las discusiones del Parlamento en el cierre de un año difícil como pocos, y aleccionador como todos.

Nunca nada fue fácil para la Revolución Cubana. Los 64 años que cumple en unos días están plagados de dificultades y desafíos; pero, como respuesta, también están llenos de proezas y heroísmos.

Las actuales generaciones heredan una obra heroica que, al mismo tiempo, es una obra inconclusa. Las revoluciones no terminan nunca, porque cada meta es un punto de partida en la eterna lucha del ser humano por su emancipación y de la sociedad por su evolución hacia estadios superiores.

La histórica frase de Fidel en la hora del triunfo: “Quizás en lo adelante todo sea más difícil” conserva su vigencia, a pesar de los indiscutidos avances y conquistas de la Revolución.

La buena noticia es que solo por el camino más difícil se llega a los resultados duraderos y que lo más bello de la obra humana está en retar y vencer la dificultad. En esa certeza se afianza la virtud de los hombres y también la felicidad de los revolucionarios.

¡Hasta la Victoria Siempre!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(Ovación.)

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