
Por: César Gómez Chacón.
Con la mirada puesta –literalmente- en el frente occidental, Rusia celebra este 12 de junio su fiesta nacional.
La adopción en 1990 de la Declaración de Soberanía Estatal, que marcó el inicio de una nueva etapa para la entonces República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR), abrió el camino hacia la construcción de una Federación moderna, símbolo de continuidad en el camino milenario recorrido por la gran nación euroasiática.
En estos días cuando la propaganda de sus enemigos pretende borrar la historia, desde Moscú se escuchan claras las verdades sobre un país que no nació con la Revolución socialista de octubre en 1917, sino mucho antes.
Y desde La Habana, en la recepción por la efemérides, y ante el inmenso vitral donde una foto de Lenin se mezcla con los rostros de obreros y cosmonautas soviéticos, el embajador del hermano país en Cuba, Sr. Victor V. Koronelli, se alza desde su uniforme de gala y decenas de medallas en el pecho, para reafirmar: “La Rus Antigua, el Principado de Moscú, el Imperio ruso, y la Unión Soviética, todas estas épocas históricas forman parte integral del patrimonio de la Rusia de hoy.”
Es un mensaje claro, que obliga a revisar los milenarios mapas políticos, para entender eso que muchos llaman hoy, en un intento reduccionista y nada ingenuo: “La Guerra en Ucrania”.
Pero Koronelli lo explica con toda claridad: “A lo largo de muchos años los dirigentes occidentales de manera consecuente acercaban la infraestructura militar de la OTAN hacia nuestras fronteras y después intentaron asfixiarnos con más de 16 mil medidas restrictivas (…) Y finalmente convirtieron a Ucrania en una especie de ariete antiruso por lo que nos vimos obligados a iniciar nuestra Operación especial militar.”
Al levantar su copa por la fiesta nacional, el embajador reafirma que Rusia no ha renunciado al arreglo pacífico de la crisis ucraniana. “Lamentablemente –señala- algunos países europeos se están convirtiendo en principales obstáculos para la paz, siguen inflando al régimen de Kiev con armas, apoyan sus actos de sabotaje y provocaciones para socavar las negociaciones (de paz) con el fin de debilitar a Rusia y dañarla lo máximo posible”.
Nada impide una fiesta que es ya tradición
El 12 de junio es un día festivo en toda Rusia. Las escuelas y oficinas públicas permanecen cerradas, y si coincide con un fin de semana, se traslada al lunes siguiente para asegurar que todos los ciudadanos puedan disfrutar de las celebraciones.
Las festividades se desarrollan con una amplia variedad de actividades culturales, artísticas y recreativas que llenan de vida plazas, parques y espacios públicos. Conciertos, espectáculos al aire libre, clases de baile, festivales, exposiciones y competencias deportivas forman parte de un programa diseñado para la participación activa de toda la ciudadanía.
Uno de los momentos más significativos de la jornada es la ceremonia oficial en la que el presidente de la Federación entrega distinciones a destacadas personalidades de la cultura, la ciencia, el arte y el trabajo, un reconocimiento a su aporte al desarrollo del país.
Como es tradición, el Día de Rusia concluye con espectaculares fuegos artificiales en las principales ciudades. Moscú es obviamente el epicentro de las celebraciones. La imponente capital rusa se ilumina con los colores de la bandera nacional —rojo, blanco y azul— en un despliegue que simboliza el orgullo de un pueblo unido por su historia y su destino común.
Cuba y su papel especial para Rusia
El 8 de mayo de 1960, en medio de un escenario internacional profundamente polarizado, Cuba y la Unión Soviética establecieron oficialmente relaciones diplomáticas. La joven Revolución Cubana encontraba en Moscú un aliado estratégico que compartía principios fundamentales de justicia, autodeterminación y apoyo a los pueblos del Tercer Mundo.
Las relaciones entre Cuba y la URSS, y posteriormente con la Federación de Rusia, constituyen un vínculo político, histórico y afectivo que ha trascendido épocas, sistemas y circunstancias. Se trata de una hermandad tejida con hilos de solidaridad, respeto mutuo y visión compartida, que ha resistido embates geopolíticos y se ha fortalecido con los años como una expresión auténtica de amistad entre los dos pueblos.
La URSS igualmente encontró en Cuba un socio digno, leal y dispuesto a compartir desafíos comunes –a veces muy grandes peligros- desde las trincheras del antimperialismo. Y también momentos de gloria común, simbolizado desde lo más alto por el vuelo del primer y único cosmonauta cubano hasta hoy.
El general de brigada (r) Arnaldo Tamayo Méndez, un invitado permanente a las celebraciones como el Día de Rusia, es un emblema de esa historia común, junto al tres veces campeón olímpico, el boxeador Teófilo Stevenson, sobre el cual en estos mismos momentos se filma una película conjunta en La Habana y Moscú.
Las relaciones entre Cuba y la Federación de Rusia se consolidan y dinamizan con premura en estos tiempos difíciles para ambas naciones. La agenda de cooperación se ha ampliado con proyectos concretos en sectores estratégicos como la energía, la industria, el transporte ferroviario, la agricultura, la biotecnología, el turismo y la formación profesional. Muchas veces en el silencio que impone la defensa ante los adversarios comunes.
A nivel político se suceden una tras otras las visitas y encuentros amistosos entre los dirigentes de ambas naciones. La presencia del presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez en la Plaza Roja durante las celebraciones por el 80 aniversario de la victoria en la Gran Guerra Patria, el pasado 9 de mayo, y sus encuentros con el presidente Vladimir Putin, da respuesta a cualquier incertidumbre.
“Cuba tiene un papel especial como socio estratégico de Rusia en la Región de Américas latina y el Caribe”, concluye el embajador Coronelli antes de levantar su copa y reafirmar: “¡Viva la amistad ruso-cubana. ¡Juntos Venceremos!”
//kbm