Texto y fotos: Vilma V. Hernández Vázquez
La pianista Liana Fernández Neira ofreció un recital junto a sus alumnos de la Universidad de las Artes (ISA) en la sala Gonzalo Roig del Teatro Lírico Nacional de Cuba este fin de semana en La Habana.
Liana debutó con estudiantes del ISA y la Escuela Nacional de Arte (ENA), que cursan primero, segundo y tercer año en la especialidad de Piano. Sus discípulos manifiestan que para ellos este instrumento es todo: la razón de ser, un anhelo siempre soñado.
La presentación fue un reto, así lo afirman Cristhian Pérez González, alumno de segundo año, y Malva Rodríguez González, de tercer año, ambos del ISA, quienes han alcanzado numerosos lauros dentro y fuera del país en eventos y festivales de música de cámara.
Por su parte, Ángelo Darío Feria Jiménez y Lianet Martínez González también manifestaron: «Aunque siempre los públicos son selectos y no sean numerosos, de cualquier manera, causa impresión y tratamos de entregar lo mejor, para deleitarlos y que se retiren agradecidos de nuestro desempeño como artistas».
Fernández Neira comentó sobre sus esfuerzos por llevar a sus estudiantes la calidad interpretativa de las obras. «Esto es una gran oración, tiene todos los ingredientes —continuó— estoy tratando de hacer lo que la maestra de mi papá hizo con él y, a su vez, él conmigo. Son pequeñas cátedras, donde hacemos críticas de nuestro trabajo, donde no solo se habla de las cosas malas de la interpretación, sino para que todo el mundo crezca dentro de un maravilloso círculo musical».
Este recital es el primero de su tipo que los discípulos hacen en público con su maestra. Amén de las diferencias de edades y niveles, y de si algunos de estos jóvenes artistas han participado en festivales o concursos nacionales o internacionales, este grupo reducido demostró el amor y compromiso por su cátedra y sus colegas, que dan sus opiniones y, sin excepciones, salen enriquecidos de estos momentos de entrega, aseveró Liana en conversación con esta periodista.
Para ella, compartir e impartir sus clases en el ISA es una maravilla, porque con los alumnos sigue aprendiendo, estudiando y profesionalmente creciendo. Se siente contenta, agradecida y orgullosa de haber encontrado una cátedra con una espiritualidad y una hermandad maravillosa. Es un fruto maravilloso poder brindar el arte; es una salida, un escape, un camino más a cualquier cosa, donde el espíritu manda. Es como tener una luz más allá que nos resuelve nuestros problemas.
A juicio de esta reportera, la música clásica lleva otra mirada de los públicos que no la conocen y no perciben lo exquisito del arte desde todas sus aristas, porque el amor al piano traspasa las fronteras del debut.
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