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Cuba pide a la ONU condenar ataque terrorista contra su embajada antillana en EE.UU.

La representante permanente alterna de Cuba en Naciones Unidas, Ana Silvia Rodríguez, envió una carta a Tijjani Muhammad-Bande, presidente de la Asamblea General, a quien solicita una declaración de condena relacionada con el ataque terrorista perpetrado el 30 de abril último contra la embajada de su país en Washington.

La diplomática remitió la misiva -publicada por el Ministerio de Relaciones Exteriores en su página web- para llamar la atención de Muhammad-Bande sobre el incidente, que puso en peligro las vidas y la seguridad del personal de la misión diplomática y de sus familiares, y que causó daños materiales al inmueble.

El Gobierno de los Estados Unidos ha optado por no condenar y no rechazar este grave ataque terrorista. Su silencio cómplice alienta la ejecución de acciones similares por parte de individuos y grupos violentos que existen en los propios Estados Unidos, sentenció.

Rodríguez relató la sucesión de los acontecimientos y denunció que hasta el momento el Departamento de Estado no ha emitido una declaración pública oficial.

En vista de lo anterior, agradecería en sumo grado que emitiera, en su capacidad de Presidente de la Asamblea General, una declaración que condene tal acto, teniendo en cuenta la firme posición de la Asamblea General contra el terrorismo internacional; y que tuviera a bien distribuir esta Carta como documento oficial de la Asamblea General de las Naciones Unidas, manifestó.

La funcionaria cubana señaló que Alexander Alazo Baró, autor del siniestro, planificó el atentado con suficiente tiempo de antelación, y destacó que el gobierno norteamericano incumplió su obligación de prevenir el ataque, del cual había señales suficientes.

Este acto terrorista es un resultado directo de la política y del discurso agresivo y de odio del Gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, y de la permanente instigación a la violencia de políticos estadounidenses, incluidos altos funcionarios del Departamento de Estado y la Embajada estadounidense en La Habana, así como de grupos extremistas anticubanos que han hecho de este tipo de ataques su medio de vida, insistió.

La diplomática cubana aseveró que es imposible separar un hecho como este del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos a Cuba durante casi seis décadas, que incluye medidas no convencionales, incluso durante la pandemia de la COVID-19 que afecta a todo el planeta.

Advertimos que la campaña estadounidense contra la cooperación médica internacional y sus calumnias contra el personal médico cubano que labora en terceros países constituye también una instigación a la violencia contra estos, como ya se demostró en meses recientes, dijo.

Indicó que para la mayor de las Antillas el ataque a su embajada en territorio estadounidense es un incidente grave, ocurrido en la capital de un país con un número considerable de misiones diplomáticas, y alertó que el silencio del Gobierno norteamericano puede convertirse en un incentivo para los que identifican las sedes diplomáticas como objetivos de ataques violentos o terroristas.

Asimismo, recordó que existe un historial serio de actos violentos y hostiles, incluidos episodios terroristas contra funcionarios diplomáticos designados en los Estados Unidos, tanto en la sede de Washington como en la Representación Permanente ante las Naciones Unidas en Nueva York.

En ese sentido apuntó al diplomático cubano Félix García Rodríguez, asesinado en Nueva York el 11 de septiembre de 1980, y a ataques directos con artefactos explosivos contra la sede de la Misión Permanente de Cuba en dicha ciudad.

Los grupos e individuos que han cometido en el pasado actos terroristas contra Cuba continúan operando y han operado con impunidad en territorio estadounidense por años, de lo que son plenamente conscientes las agencias del cumplimiento de la ley del Gobierno de los Estados Unidos, sostuvo.

Manifestó que la Asamblea General ha reiterado en múltiples ocasiones su rotundo e inequívoco rechazo al terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, independientemente de quién lo cometa, y de dónde y con qué propósitos.

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