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Crónica: Maternidad, una emoción inexplicable

Por: Jeiddy Martínez Armas

Desde que me enteré con el primer ultrasonido que iba a ser madre sentí que la vida me había cambiado para bien. ¡Ya le late el corazón! Fueron las palabras que más se me grabaron aquel día. Una lágrima corrió por la mejilla de los allí presentes, pues a pesar de los tiempos difíciles este era el regalo que esperábamos sin pensar.

Fueron pasando los días y las semanas y con cada ultrasonido mis ansias de verte se hacían cada vez más grandes. Un movimiento tuyo por muy pequeño que fuera acariciaba mi alma.

Antes de que estuvieras en mi vientre nunca pensé que la emoción de tener una vida dentro fuera tan inmensa, pues antes de la gestación a veces incluso sentía temor de quedar embarazada, por los achaques y dolores que este período podía ocasionar.

Mi amor por ti fue creciendo cada día más, hasta el punto que en las madrugadas a veces hasta me despertaba preocupada con miedo de que estuviera yo durmiendo del lado incorrecto, pudiera hacerte daño o que tuvieras hambre ahí dentro de mi barriga.

Aunque pareciera ilógico quería con ansiedad cada día que ya estuvieras afuera, verte y acurrucarte toda la vida. La prioridad para mí ahora es conocer de tu evolución y que crecieras sana, constatar lo anterior en cada visita al ginecólogo o ultrasonidos.

Cada día me despertaba y me daba cuenta cuan necesaria era la “dulce espera”. Entonces podía escuchar canciones todo el día que ya me hicieran visualizarte en mis brazos. Podía nombrarte incluso, cada vez que sentía tus traviesos movimientos en mi vientre, esos instantes eran indescriptiblemente mágicos.

El día añorado de tu nacimiento llegó, ese será sin dudas fue de los más trascendentales en mi vida y de toda la familia. Ya seis meses de emoción al verte sonreír.

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