Vivo en la memoria histórica del pueblo cubano, en Camilo se reconoce al intrépido combatiente y a uno de los expedicionarios del yate Granma. Su valor hizo que el pueblo espontáneamente le otorgara el título de Héroe de Yaguajay, una de las batallas que sellaron el triunfo del Ejército Rebelde dirigido por Fidel.
Y es que en Camilo se funden el arrojo increíble del guerrillero y la serena y firme convicción del revolucionario, quien no dio tregua a los soldados de la tiranía batistiana.
Tampoco aceptó contemplaciones con los indecisos, los traidores, los tibios y con aquellos que pensaron que la Revolución se hizo para quitar a unos y poner a otros, sin derribar al carcomido régimen batistiano, como simbólicamente hizo el 10 de marzo de 1959, mandarria en mano, al romper los muros de la Posta 6 del otrora Campamento militar de Columbia.
«Finalizados estos siete años de luto y sangre, el pueblo, representado por el Ejército Rebelde, derriba estos muros, residuos de una tiranía, y le dice a la ciudadanía: Otra posta más». Meses después, en septiembre, el enclave militar sería convertido en lo que es actualmente: la Ciudad Escolar Libertad.
De humilde extracción social, sastre de oficio, su temperamento jovial, inolvidable sonrisa y heroicas hazañas guerrilleras lo convirtieron desde muy temprano en uno de los más carismáticos dirigentes de la Revolución Cubana.
El 2 de diciembre de 1956 figuró entre los 82 combatientes que desembarcaron por Los Cayuelos, en la costa sur de Oriente. Tras la dispersión de Alegría de Pío, el 18 de diciembre logró reagruparse con Fidel.
Ya en la Sierra Maestra integró la Columna 1 José Martí, al mando del Jefe de la Revolución, y participó en numerosos combates.
El 16 de abril de 1958 fue ascendido a Comandante y promovido a jefe de la Columna 2 Antonio Maceo, para operar en el triángulo, cuyos vértices estaban situados en las ciudades de Bayamo, Manzanillo y Victoria de Las Tunas, así como las áreas urbanas de estas ciudades.
Dicen quienes lo conocieron que Camilo poseía el don de la firmeza y la seguridad, si notaba en alguien cierta debilidad o temor, sabía infundirle optimismo y confianza.
El 31 de diciembre de 1958, a las 6 y 30 de la tarde, el Comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán, en plena invasión de Oriente a Occidente, firmó quizá el informe más breve y emocionado de su brillante carrera militar: «Che: se rindió Yaguajay, estoy contando las armas, son más de 350 fusiles, 3 trípodes, 1 mortero 81, una bazooka y equipo, te veo mañana, Camilo».
Detrás de aquel papelito, que afortunadamente la historia logró poner a salvo, se ocultaban más de una semana de combate, en los que las fuerzas revolucionarias vivieron situaciones límite. El sitio de Yaguajay culminó con el triunfo rebelde.
En esa campaña Camilo confirmó sus cualidades de Señor de la Vanguardia y la batalla de Yaguajay, en la antigua provincia de Las Villas, lo catapultó como héroe y estratega brillante en el combate, junto a su aguerrida tropa. Esta última, al igual que la batalla de Guisa, dirigida en la Sierra por Fidel, y la de Santa Clara, por el Che, fueron decisivas en la victoria del Ejército Rebelde y en la apresurada fuga del tirano Fulgencio Batista, el 31 de diciembre de ese año.
Tras el triunfo del 1ro. de enero de 1959, la actividad de Camilo fue decisiva para fortalecer al Ejército Rebelde, aglutinar voluntades de pueblo, unir fuerzas en apoyo a las leyes y medidas de la Revolución, respaldar a su líder y reafirmar definitivamente la toma del poder político. Su incesante batallar en el breve tiempo que vivió en la patria liberada marcó a los cubanos.
De aquellos gloriosos días iniciales confesó: «Fui a la Revolución porque sabía, estaba muy consciente de que Cuba necesitaba de esa Revolución, que Cuba necesitaba no solamente de la caída del dictador, sino que Cuba necesitaba de esta Revolución que hoy tenemos, para que en Cuba algún día hubiera justicia social y para que algún día, que es este que hoy estamos viviendo, el pueblo de Cuba viviera con plenos derechos y los ciudadanos de esta tierra nuestra no fueran los hombres esquilmados y los hombres siempre explotados».
En los días iniciales de la Revolución, fue designado Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde, cargo desde el cual se ocupó de neutralizar y arrestar al traidor Hubert Matos, tras el intento de sublevación en Camagüey. El avión en que viajaba desaparece el 28 de octubre de 1959 en un viaje de regreso desde Camagüey a La Habana y nunca fue encontrado. Ese día, espontáneamente, los pioneros cubanos y el pueblo en general lanzan flores al mar y a los ríos de toda Cuba, como muestra de tributo a su vida y obra.