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Charly Fariñas y Teatro Negro: “el rock es el hilo que une todos nuestros sonidos”

Charly Fariñas y Teatro Negro presentan Primer Ensayo, un disco que fusiona rock, trova y metal, y marca el inicio de una búsqueda sonora que promete redefinir la escena musical cubana.

Por Alejandro Pérez Zerquera.

1. Hola Charly, para empezar, ¿cómo nació Teatro Negro y en qué momento sentiste que tus canciones podían transformarse en un proyecto propio con identidad clara?

Teatro Negro nace en febrero de 2024. Los miembros fundadores seguimos siendo los mismos desde entonces: Daniel Saúl Bárcenas en la guitarra, Henry Ferrán en la batería, Joel Alejandro del Río en el bajo —cofundador conmigo del grupo—, Simón Ibáñez en los teclados y yo. Para el disco se sumaron dos colaboradores muy importantes: Sergio y Sofía Figueredo, quienes grabaron y dejaron una huella profunda en esta primera producción.

Sergio se encargó de gran parte de la producción musical: mezcla, máster, ediciones y diseño sonoro. También grabó guitarras. Sofía trabajó conmigo en los arreglos de voces y grabó la mayoría de las voces definitivas. Ambos tienen su proyecto, Sealan, y aun así han colaborado conmigo en ocasiones anteriores en formatos acústicos e íntimos. Esta vez formaron parte esencial del disco y seguramente volverán a estar en las próximas presentaciones.

2. Tu música combina rock en español, indie, balada, elementos de la canción cubana y también integra trova. ¿Cómo conviven estos estilos en tu propuesta y qué aportan al sonido distintivo de Teatro Negro?

Sinceramente, Teatro Negro aún no tiene un sonido distintivo definido. Primer Ensayo es justamente eso: una exploración práctica, un laboratorio para encontrar la ruta sonora futura. Inicialmente pensamos hacer un EP de cinco temas, luego un disco de diez, pero por financiamiento terminamos con siete canciones que todos aprobamos.

En este proceso conviven indie, rock sinfónico, balada, canción contemporánea, electrónica, metal, jazz, blues y pop. El hilo conductor es el rock, que es mi interés personal y la columna vertebral del proyecto. Cada integrante aporta su identidad, pero siempre respetando que somos una banda de rock cubano, no un proyecto de trovador ni una compañía de teatro.

El disco nos ayudó muchísimo a acercarnos a ese sonido propio, pero prefiero no adelantar cuál será exactamente. Lo estamos construyendo.

3. El nombre “Teatro Negro” tiene un aire muy particular. ¿Qué concepto encierra y cómo se refleja esa idea en la manera en que suena la banda?

El nombre surge de una película ambientada en el período socialista del campo soviético, donde aparecía una puesta en escena de teatro de luz negra. Me llamó la atención esa estética silenciosa y me puse a investigar. Este subgénero, de origen oriental, alcanzó fama en Checoslovaquia: teatro mudo, minimalista, que usa luz negra, formas y movimiento para comunicar cuando la palabra está prohibida.

Me interesó esa idea de hallar otra forma de decir cuando no te lo permiten. Y la extrapolé al contexto cubano actual. Teatro Negro es, en parte, una metáfora de mi generación de artistas: gente que crea desde la carencia y la censura, que busca maneras alternativas para expresar inconformidades.

La otra vertiente del concepto es una crítica a cierto arte contemporáneo que evita lo político “para quedar bien”. En mi canción Primavera hago referencia a esto: “en las mellas de la noche se refugian los luceros, van formando el Teatro Negro que habrá sacrificado sus voces”, una metáfora sobre artistas que han tenido que sacrificar sus voces. Esa idea atraviesa la estética y la sonoridad del proyecto.

4. Primer Ensayo muestra un trabajo muy cuidado en arreglos y atmósferas. ¿Cómo fue ese proceso creativo en el estudio?

Disfruté muchísimo todo el proceso, aunque tuvo momentos duros. Empezamos en marzo de 2025 en el Bar Antonia, en La Habana Vieja —la casa/estudio de Simón Ibáñez—, donde él, Joel y yo trabajamos los arreglos con dos pianos, un bajo, una guitarra y una computadora. Pasamos meses construyendo, desarmando y reajustando ideas. Aprendí muchísimo de ellos; no me considero músico en el sentido académico, pero su oficio me nutrió profundamente.

Luego fuimos a República Récord con los arreglos al 90%. Allí grabamos batería, bajo, guitarras, voces, metales… Después continuamos en el estudio de Sergio, completando guitarras, teclados y arreglos MIDI. Fue un proceso de avanzar tres pasos y revisar dos, muy minucioso y a veces agotador. Yo me puse obsesivo y perfeccionista, pero siempre dentro de un ambiente fraternal.

5. Al componer y arreglar los temas, ¿hubo algún momento o experiencia que influyera especialmente en el carácter sonoro de las canciones?

Sí: mi necesidad de desprenderme del cartel de trovador. No me considero trovador; defiendo la poesía en la canción, pero quiero que la banda suene como banda, no como el acompañamiento de un cantautor.

Eso influyó muchísimo en la sonoridad. Las mezclas y máster se alejaron totalmente de las típicas producciones de trovadores. Dejé que los músicos hablaran: cada canción tiene momentos de protagonismo instrumental, texturas que provienen de todos los integrantes. Esa fue la premisa desde el inicio.

6. Si tuvieras que elegir una canción del disco que represente mejor la identidad sonora de Teatro Negro, ¿cuál sería y por qué?

Aún no tenemos una canción que represente por completo la identidad de la banda. Falta camino por recorrer. Pero sí puedo decir cuál es mi favorita: “Primavera”.

Es una canción íntima y al mismo tiempo contestataria. Comienza reflexiva, pasa por momentos personales y afectivos, y termina estallando en crítica y protesta. Además, tiene una modulación armónica que acompaña ese viaje emocional: empieza en mayor y termina en menor, con toda la fuerza que da esa tristeza furiosa.

Por eso abre el disco, y por eso creo que podría adelantarse como una pista del sonido que Teatro Negro tendrá en el futuro.

7. La presentación en el Museo Nacional de Bellas Artes fue un momento clave. ¿Cómo vivieron ese concierto y qué les dejó la reacción del público?

Ese concierto, en septiembre de 2024, ha sido el más importante que hemos hecho. Marcó un antes y un después. Primero, me hizo entender que necesitábamos un disco ya. Y segundo, fortaleció el sentido de pertenencia dentro de la banda. Después de ese concierto, el compromiso entre nosotros cambió para bien. Fue un motor —junto con mi relación de aquel momento— para que Primer Ensayo se concretara.

8. Pensando en lo que viene, ¿cómo imaginas que evolucionará el sonido de Teatro Negro después de este debut?

Aunque Primer Ensayo aún es un laboratorio sonoro, ya estoy pensando en la evolución del proyecto. Queremos profundizar en el rock como columna vertebral, pero seguir explorando mezclas con otros géneros y texturas musicales. La banda tiene un camino por delante: definir con más claridad su sonido distintivo, experimentar con arreglos más complejos y mantener la identidad colectiva donde todos los músicos tengan protagonismo.

Además, ya estoy trabajando en ideas para el segundo material fonográfico, que contará con canciones nuevas y con recursos aún más amplios, explorando ritmos, armonías y dinámicas que permitan que Teatro Negro se consolide como una banda con personalidad propia y un discurso artístico sólido.

9. ¿Qué planes tienen ahora: nuevos temas, videoclips, colaboraciones o presentaciones?

En el corto plazo, el gran evento es el concierto de presentación del disco, pactado nuevamente en el Museo Nacional de Bellas Artes para el 10 de enero. Estamos muy emocionados: será un concierto de lanzamiento por todo lo alto.

No quiero adelantar demasiado, pero será un show multidisciplinario, con performance y varias sorpresas. Tocaremos el disco completo y también otros temas que probablemente quedarán listos para el segundo material fonográfico. Ya tengo escritas muchas de las canciones del próximo álbum, y después de este concierto quiero enfocarme completamente en esa segunda entrega.

10. Para cerrar, ¿qué mensaje te gustaría dejar a quienes descubren ahora a Teatro Negro y a quienes han acompañado el proyecto desde el inicio?

No me considero estar en una posición de emitir un mensaje o consejos para quienes empiezan un proyecto, pero para quienes descubren Teatro Negro ahora es hacer música de manera transparente y honesta: sin pensar en el mercado, en agradar al público o en quedar bien. Que cada artista quede bien consigo mismo y con lo que quiere decir, tal como lo piensa y lo siente.

Además, recomiendo trabajar con amigos. La complicidad con personas que compartan intereses y pasiones es fundamental: genera sincronía, buenas ideas y resultados auténticos. Que todos los integrantes le pongan “la bomba” necesaria, que trabajen con amor y compromiso; al final, eso se traduce en música verdadera y poderosa.

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