
La psicóloga María Teresa Díaz Álvarez, especialista del Centro Oscar Arnulfo Romero, analiza en exclusiva cómo han evolucionado los estudios sobre masculinidades en Cuba. Con más de 25 años de experiencia, revela los desafíos para deconstruir patrones machistas, los proyectos nacionales más innovadores y por qué este cambio beneficia a toda la sociedad. Cuba cuenta con, al menos, 5 metodologías probadas para trabajar con hombres y 3 décadas de investigación acumulada.
Por Valia Marquínez Sam
«Los cubanos no nacen violentos ni emocionalmente cerrados. La cultura les enseña que ‘ser hombre’ significa dominar, no llorar y resolverlo todo. Esa es la raíz del problema». Criterio que también comparte la Dra. María Teresa Díaz Álvarez, profesora, sicóloga y especialista del Centro “Oscar Arnulfo Romero”, con más de 25 años investigando sobre masculinidades.
Los estudios demuestran que estos mandatos generan consecuencias concretas: según investigaciones del Centro Nacional de Educación Sexual, CENESEX (2018), el 63% de los hombres cubanos evita buscar ayuda psicológica por miedo a «parecer débiles», mientras que la Encuesta Nacional de Igualdad de Género (2016) reveló que el 43% justifica ciertas formas de violencia como «muestras de autoridad».
https://x.com/ONU_Cuba/status/1729610614601892070
¿Cómo surgió el estudio de las masculinidades en Cuba?
Los primeros pasos en la investigación de las masculinidades en el país se remontan a la última década del siglo XX, cuando especialistas de diversas disciplinas —psicología, sociología, historia y medicina— comenzaron a analizar los roles de género en los hombres. Instituciones como el CENESEX, el Movimiento Cubano por la Paz y el Centro de Estudios de la Mujer incorporaron talleres y programas académicos sobre el tema. Con el nuevo milenio, estos esfuerzos se consolidaron en redes de trabajo, metodologías comunitarias y activismos que hoy son referentes.
Entre las iniciativas más relevantes destacan la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades (RIAM) y el grupo Hombres Cubanos por la No Violencia. Además, metodologías como el Autodesarrollo comunitario de la Universidad Central «Marta Abreu» de la central provincia de Villa Clara y los Procesos correctores de la vida cotidiana del CENESEX han enriquecido el abordaje práctico. «Ha sido un proceso combinado: formación, sensibilización y activismo», subraya Díaz Álvarez.
(102) Cuba – Teatro: “Intimidad”, masculinidades e igualdad de género – YouTube (https://youtu.be/BP_yMSuQwNI?si=mpH9RUrONF8Ikxi9)
¿Cómo transformar las masculinidades tradicionales?
La especialista identifica varios obstáculos, como la persistencia de modelos hegemónicos que exigen a los hombres ser «proveedores, resolvedores de problemas y emocionalmente invulnerables». Sin embargo, proyectos como Masculinidades Liberadoras del Centro Félix Varela o su propia propuesta de Masculinidades Saludables y con Equidad de Género buscan deconstruir estos patrones.
«El trabajo no puede limitarse a talleres; requiere activismo directo», afirma. Temas como paternidad, salud sexual, diversidad y migraciones deben integrarse en la discusión para que los hombres comprendan el origen de sus privilegios y sus costos emocionales. «La cultura ha impuesto estos mandatos, pero podemos cambiarlos», insiste.

Las masculinidades: una construcción dinámica
La especialista del Centro Oscar Arnulfo Romero, destaca que las masculinidades no son conceptos rígidos, sino procesos en constante evolución. Estos están influenciados por factores culturales, sociales y económicos, lo que exige un análisis profundo y adaptado a cada contexto. En Cuba, señala, el estudio de las masculinidades ha permitido desmontar estereotipos y promover modelos más equitativos.
https://x.com/ONU_Cuba/status/1905958396198629836
Experiencias internacionales: ¿qué puede aprender Cuba?
Aunque Cuba cuenta con una sólida trayectoria en el tema, Díaz Álvarez reconoce el valor de metodologías extranjeras como Buscando Nuevas Masculinidades (Ecuador) o las iniciativas centroamericanas sobre compromisos de los hombres con el futuro. No obstante, enfatiza que las prácticas cubanas —como la RIAM o los procesos correctores del CENESEX— ya tienen resultados tangibles.
«Llevamos 25 años de trabajo sostenido. No partimos de cero, pero cada nueva experiencia es bienvenida si se adapta a nuestras necesidades», concluye. La clave, asegura, está en combinar el rigor investigativo con la acción comunitaria para construir masculinidades más justas y humanas.
//sls