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TDAH: Más Allá de los Estigmas

Por: Leydis Luisa Mitjans

La literatura científica coincide en esto: «El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es una condición neurobiológica que afecta a MILLONES de personas en el mundo».

Según la Organización Mundial de la Salud es uno de los trastornos del neurodesarrollo más comunes en la infancia, pero puede persistir en la adolescencia y la edad adulta, rodeado de mitos y estigmas que dificultan su manejo adecuado y sobre todo, el desarrollo de quienes viven con esta condición.

El TDAH suele diagnosticarse entre los 6 y los 12 años y se caracteriza por síntomas como falta de atención, impulsividad e hiperactividad, aunque no siempre se manifiestan de la misma manera. De igual forma, muchos casos pasan desapercibidos, especialmente en niñas o en niños que no presentan hiperactividad, sino más bien inatención. Estos últimos suelen ser etiquetados como «distraídos» o «soñadores», lo que retrasa su diagnóstico.

«Si tenemos niños con mucha inquietud física y que no se concentran bien debemos tratar de conocer si son características propias de ellos o si presentan TDAH. Es más probable que se trate de lo primero. Si un especialista diagnosticó la existencia de TDAH, no hay que alarmarse. Solo asumir con responsabilidad que se debe adquirir capacitación sobre el tema y entrenar a los niños para que aprendan a conocerse y a autorregularse», aclara el proyecto cubano Crianza Respetuosa.

En adultos, el TDAH puede manifestarse como dificultad para organizarse, procrastinación o problemas en el manejo del tiempo, aunque muchos lo desconocen y atribuyen estas dificultades a falta de disciplina.

No obstante, Mayo Clinic aclara al respecto: «Casi todas las personas tienen algunos síntomas similares al trastorno por déficit de atención e hiperactividad en algún momento de sus vidas. (Pero) Solo se diagnostica el TDAH cuando los síntomas son lo suficientemente graves como para causar problemas continuos en más de un área de tu vida».

Un enfoque multimodal

El manejo del TDAH requiere una visión transdiciplinaria. En algunos casos se recomiendan diferentes tipos de terapias que incluyen a pacientes y su familia. En otros, se prescribe una medicación, que ayudan a regular los neurotransmisores cerebrales. Sin embargo, el tratamiento debe ser personalizado, ya que no todos responden igual. Asimismo, se recomiendan rutinas estructuradas, y ejercicio físico como complementos.

Uno de los mayores obstáculos para las personas con TDAH es el estigma social. Muchos creen que es solo una excusa para la «mala conducta» o que se debe a una crianza permisiva. Esto lleva a que los afectados sean juzgados como «flojos» o «problemáticos», generando baja autoestima y ansiedad.

Además, en el ámbito escolar se suelen interpretar los síntomas como falta de interés, lo que agrava el rezago académico. De ahí que romper estos prejuicios es clave para una inclusión real pues, lejos de ser un invento moderno o un problema de disciplina, el TDH es un trastorno real con bases neurológicas.

Avanzar en su comprensión, eliminar estigmas y mejorar los diagnósticos es esencial para que quienes lo padecen puedan desarrollar todo su potencial. Y, para ello, la sociedad debe dejar de ver el TDAH como un rótulo y empezar a verlo como una realidad que, con el apoyo adecuado, no limita el éxito personal y profesional.

 

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