
Por: Leydis Luisa Mitjans
La UNESCO define la Semana del Aprendizaje Digital como su «evento emblemático anual» respecto al aprendizaje digital y la transformación de la educación. Lanzada hace apenas dos años sobre la base de la Semana del Aprendizaje Móvil, la cita convoca a políticos, investigadores y profesionales de la educación digital de diversas organizaciones, incluida Naciones Unidas, para debatir, dialogar y buscar consensos respecto a los desafíos que impone el desarrollo tecnológico, especialmente en el ámbito educativo.
Bajo el tema La IA y el futuro de la educación: Disrupciones, dilemas y direcciones, la Semana del Aprendizaje Digital 2025 pretende trazar caminos para una integración de la IA en la educación que sea equitativa, ética y centrada en el ser humano, garantizando que la tecnología sirva como una fuerza para el progreso inclusivo», destacó el organismo en su sitio web.
La celebración —que este año ocurre entre el 2 y el 5 de septiembre— se materializa de forma dinámica y diversa, rompiendo las barreras físicas a través de un mosaico de actividades virtuales y presenciales que incluyen webinars con expertos internacionales, talleres prácticos sobre el uso de nuevas plataformas, foros de debate sobre la ética digital y ferias donde startups exhiben soluciones educativas innovadoras.
En definitiva, es una jornada colaborativa donde cualquier persona, desde un estudiante hasta un profesional experimentado, puede encontrar espacio para actualizar sus competencias, toda vez que el dominio tecnológico ha dejado de ser un complemento formativo para convertirse en uno de los pilares de la inclusión socioeconómica y la competitividad.
Y, no se trata solo de aprender a usar un programa; es desarrollar un pensamiento crítico para navegar en un océano de información, adquirir habilidades para resolver problemas de maneras novedosas y fomentar la creatividad dentro de entornos digitales. Todo esto facilita que las personas no solo sean usuarias pasivas de la tecnología, sino creadoras y ciudadanas plenas de un mundo interconectado.
Periodismo digital ¿Un nuevo periodismo?
Dentro de este ecosistema, el gremio periodístico enfrenta una de las transformaciones más profundas. Para algunos profesionales del sector la redacción digital ha redefinido por completo la esencia del oficio, ya que no se trata sólo de trasladar el texto de un periódico a una pantalla, sino que implica entender que el consumo de información es radicalmente distinto.
Para quienes piensan de esta forma, la importancia de dominar esta redacción es una cuestión de supervivencia profesional, y en esa búsqueda aplican nuevas reglas de escritura: concisión y claridad, párrafos cortos, ideas directas, lenguaje accesible. La famosa pirámide invertida, donde la información crucial va al inicio, parece más vital que nunca, pues el lector digital decide en segundos si continúa o abandona la página.
A todo esto se adiciona la multimedialidad y la hipertextualidad como almas del contenido web. La redacción digital exitosa integra de forma orgánica videos, infografías, podcasts y enlaces que amplían el contexto, ofreciendo una experiencia informativa enriquecida y no lineal. El periodista, entonces, debe pensar no solo en palabras, sino en qué otros formatos pueden fortalecer la historia que cuenta.
Finalmente, pero no menos importante, está el dominio del SEO (Optimización para Motores de Búsqueda). De nada sirve un texto brillante si nadie lo encuentra. El periodista digital necesita entender los principios básicos de las palabras clave, los meta-títulos y las descripciones para asegurar que su trabajo tenga visibilidad. Es el delicado equilibrio entre el arte de escribir para humanos y la técnica de codificar para los algoritmos.
Sin embargo, otros profesionales de la comunicación han asumido que la tecnología es un río de corriente perpetua y acelerada donde lo que hoy es novedad, mañana puede ser obsoleto. Con la conciencia de esa realidad apuestan por el periodismo sin apellidos, pero con los pilares del oficio, porque como dijo alguien en alguna ocasión,
a veces, también, hay que escribir contra los públicos.
El editorial de Jot Down lo dice así:
«La industria se hunde, pero la cultura no. La tecnología avanza, pero no piensa. Y los medios, si quieren seguir siendo algo más que envoltorios de datos, tendrán que recuperar su función esencial: contar lo que pasa con una voz reconocible, con un criterio propio, con una mirada que no pueda ser automatizada. Lo que necesitamos ahora no son estrategias de captación, sino compromisos de sentido».
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