
Por Leydis Luisa Mitjans
La casa es la única en la cuadra que no tiene rejas. Sin embargo, lo que de verdad llama la atención es ese silencio tan raro en una vivienda habitada: no hay música, el televisor y los trastes de cocina apenas se sienten, las voces interiores son casi un murmullo. Así vive Ella, a sus 80 años, sin apenas hablar, porque no encuentra nada que compartir con el mundo ni el mundo nada con ella. Porque su hijo no tiene ganas de escucharla.
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Un día del año 1992 Luci encontró a su nieto de 3 meses lleno de hormigas en la cuna. Ese día lo llevó a vivir con ella. Han pasado más de 30 años. Luci enviudó. Necesita un sillón de ruedas, porque tiene sus piernas muy débiles y necesita, también, esconder en la casa de una vecina las pocas cosas que tiene, porque su nieto, ese que ella rescató de las hormigas, cuando no tiene dinero le roba para comprar Químico.
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Son las 7 y 30 PM y Mary regaña a su abuela. Le recuerda por enésima vez que no ande tan tarde en la calle. Le dice que, si quiere verla, la llame, y ella le pide un carro. Nany es caminadora. Siempre lo ha sido y con 84 años no va a cambiar. También es independiente y saludable, pero dice saber que no le alcanza la vida para volver a ver a su hijo, que es uno de los millones de cubanos que han emigrado en los últimos años.
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Nadie quiere envejecer. Da pánico. Algunos de los hombres (y mujeres) más ricos de este planeta pagan millones para mantenerse jóvenes. Cuentan al mundo sus rutinas y ofrecen sus cuerpos atléticos para los últimos experimentos que buscan el tan anhelado elixir de la eterna juventud. Al parecer, algunos han tenido algún éxito al retrasar lo hasta ahora inevitable. Aun así, no deja de ser ¿irónico? el asunto.
Aunque en las últimas tres décadas el ritmo se ha ralentizado de forma considerable el aumento de la esperanza de vida es, quizás, el botón de muestra más inequívoco del avance de la ciencia. Como sociedad, tenemos más probabilidades de vivir más que las generaciones anteriores. Pero no queremos. O más bien dicho: no queremos vivir más bajo cualquier circunstancia.
Y eso es entendible.
Lo que no lo es tanto, es que ocurra en un mundo donde la vejez puede durar más de 30 años, pero las sociedades valoran al extremo la juventud, la fuerza y la belleza física, al tiempo que reducen y se cuestionan cada vez más las pensiones de los jubilados, construyen ciudades poco accesibles, carecen de residencias de ancianos, de cuidadores y de políticas públicas que favorezcan un envejecimiento activo y una muerte digna.
Cuba: ¿qué haremos tantos, con tantos?
Más allá de las generalidades, cada familia y cada sociedad tiene retos diferentes. En Cuba, por ejemplo, existe un Programa Nacional de Atención Integral al Adulto Mayor, que apuesta por vejez activa y saludable, la Cátedra del Adulto Mayor de la Universidad de La Habana, fundada con el objetivo de renovar la formación científico, técnico y cultural de las personas mayores, más de 200 Casas de Abuelos y otros mecanismos que, en teoría, facilitan los procesos de envejecimiento.
No obstante, existe, también una desproporción alarmante entre quienes nacen y entre quienes mueren. El informe El Envejecimiento de la Población. Cuba y sus territorios, edición de mayo de 2023, de la Oficina Nacional de Estadística e Información reconoce el envejecimiento poblacional como el principal reto para Cuba en el ámbito demográfico.
Y, más allá de que desde el ámbito legislativo y sanitario existan mecanismos para favorecer a este grupo mayoritario, lo cierto es que la crisis económica, la falta de actualización de los programas y la ausencia de mecanismos de control efectivos en determinados espacios atenta contra la efectividad de las opciones que existen, insuficientes ante tantas demandas, ante tantas necesidades, ante tantas carencias.
Bajo el lema Abordar el maltrato a las personas mayores en centros de cuidados a largo plazo: a través de datos y acciones, la celebración del Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez de este 2025, pone el foco en la atención de los mayores en centros de cuidados.
“El maltrato de las personas mayores es un problema social que existe en los países en desarrollo y desarrollados y, por lo general, no se notifica suficientemente en todo el mundo. Tan solo en unos pocos países desarrollados hay tasas de prevalencia o estimaciones, que se sitúan entre un 1% y un 10%. Aunque se desconoce la magnitud del maltrato de los ancianos, su importancia social y moral es indiscutible. Por este motivo, este problema requiere una respuesta mundial multifacética que se centre en la protección de los derechos de las personas de edad”, dice Naciones Unidas.
“Si todo sigue como se espera, en América Latina en 2050, una de cada cuatro personas no va a saber cómo llamarse: si anciano, adulto mayor o alguna que otra moda que maquille el temor de volverse un viejo”, escriben la socióloga especialista en envejecimiento María Julieta Oddone y el cronista Fernando Krapp
La pregunta elemental es, entonces, qué haremos tantos, con tantos.
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