
Por Leydis Luisa Mitjans
Hacer. A veces, en algunas etapas de la vida, este verbo se vuelve una obsesión. La gente se lanza en carrera contra nadie, contra el tiempo. Con suerte, llega un día en que se agota la energía o se aprende la lección más simple: hay muchos modos de hacer, y el más humilde está, quizás, en las acciones que sin mucho «ruido» marcan diferencias tan determinantes como la vida y la muerte.
Esa diferencia inequívoca y exacta es la que muestran las imágenes de estos días, donde aparecen mujeres y hombres sentados o recostados hacia atrás con una aguja en la vena de uno de sus brazos. Son donantes voluntarios de sangre. Son la oportunidad de muchos. Son la esperanza en medio de un mundo donde —dicen— «el otro» resulta un enemigo.
En honor al nacimiento del doctor austríaco Karl Landsteiner, descubridor de los grupos sanguíneos humanos y Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1930, cada 14 de junio se celebra el Día Mundial del Donante de Sangre, para agradecer a todas las personas que han compartido de manera altruista, pero también para concienciar sobre la necesidad de donaciones regulares que garanticen la calidad, la seguridad y la disponibilidad de sangre y sus productos.
450 ml de sangre pueden salvar hasta 3 vidas, ya que, al llegar al centro de transfusión, se dividen en tres componentes: hematíes (glóbulos rojos), plasma y plaquetas, que se transfundirán a cada enfermo de acuerdo con sus necesidades, refiere la Cruz Roja.
Roberto Morejón lo sabe. Lo supo casi desde que respondió a una convocatoria para donar sangre durante su etapa en el servicio militar. No sabe otros detalles médicos, y no los ha necesitado para ubicarse entre quienes hacen; que es lo mismo que decir, entre quienes piensan en colectividad.
Cuba cuenta con un Programa Nacional de Sangre para intentar garantizar la entrega de glóbulos rojos y plasma a la empresa BioCubaFarma, líder en la elaboración de productos y medicamentos a partir de estos derivados. Además, el programa reúne a personas aptas para este servicio.
Según declaró al diario Granma Gerchis Cruz Iribar, jefe de este programa, entre los parámetros que debe cumplir una persona para poder donar figuran: tener entre 18 y 60 años, un peso superior a 50 kilogramos y una altura de más de 1.50 metros, además de no haber salido del país recientemente, ni tener perforaciones ni tatuajes realizados en los últimos meses.
Precisamente, este sábado finaliza en el país la Jornada del Donante Voluntario de Sangre, coordinada por los CDR, con el apoyo de otras organizaciones. No obstante, la supervivencia es una lucha de todos los días. En medio de la grave crisis del Sistema Nacional de Salud todos los días aparece en alguna red social uno o varios pedidos de donaciones. Por suerte, y a pesar de los pesares, ninguno queda sin respuesta.
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