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La obsesión yanqui contra las batas blancas cubanas

Por: César Gómez Chacón

Es más de lo mismo, afirmaría cualquier americano medio. La furibunda campaña del gobierno de los Estados Unidos contra la colaboración médica de Cuba a otros países no comenzó con la nueva saga de Donald Trump en la Casa Blanca, aunque por estos días los ladridos desde Washington superan los decibeles mínimamente aceptables por cualquier oído decente.

Como una enfermedad que cíclicamente  (pero cada vez con mayor frecuencia y nivel de putrefacción) rebrota en la piel de la política estadounidense, la obsesión por hacer desaparecer la contribución médica internacional de la nación insular. A como dé lugar.

Más de 400 mil colaboradores de la medicina cubana han cumplido misiones en 164 naciones en los últimos 63 años. Este ejército de batas blancas conforma hoy una cifra muy superior a la fuerza laboral de toda la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En el capítulo más reciente de sus esfuerzos mediáticos y diplomáticos, Estados Unidos pretende acuñar como “trata de personas” la colaboración cubana, e incluso afirma que su personal médico en el extranjero hace trabajo de esclavos.

El 25 de febrero de este año, el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, respaldado por una declaración del Departamento que dirige, anunció restricciones a las visas para funcionarios del gobierno de Cuba y cualquier otra persona en el mundo que sea “cómplice” de los programas de asistencia médica cubana en el extranjero. La sanción se extiende a los funcionarios “actuales y anteriores” y a la “familia inmediata de dichas personas”.

Seamos sinceros. A los Estados Unidos les importa un bledo si como resultado de su política anticubana millones de personas en el mundo mueren o padecen al verse despojadas de la atención médica que hasta hoy reciben de manos profesionales amigas.

Este nuevo-viejo desenfreno tiene un objetivo fundamental que va más allá de desacreditar a Cuba con nuevas mentiras. Se trata de apuntar directamente con el mismo revólver de cowboys al corazón de la economía de la isla, esa que ha sido brutalmente cercada desde 1962, y que el binomio Trump-Biden se disputan aún el record de medidas que elevan el bloqueo a la categoría de absurdo.

Nada nuevo en esta historia. Trumpoloco y Narco Rubio pretenden llevar a los extremos la política delineada por primera vez en abril de 1960 por el subsecretario de Estado adjunto Lester Mallory: utilizar la guerra económica contra la Cuba revolucionaria para provocar “hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.

Desinflando con verdades las campañas

Dos de los componentes principales de la cooperación médica cubana fueron siempre, desde principio de los años 60 la solidaridad y su carácter gratuito. Pero en los años 90 del pasado siglo, el país, en medio de grandes dificultades económicas, debió renegociar acuerdos de reciprocidad para compartir los costos con los países receptores que pudieran permitírselo.

Comenzó así la exportación de servicios de salud como modalidad para captar las divisas necesarias en primer lugar para sostener la asistencia médica a otros países más pobres, a partir de los pagos diferenciales que realizan gobiernos de las naciones más ricas.

Los galenos de la isla antes de partir al extranjero como voluntarios firman contratos de servicio con el gobierno que les garantiza su salario regular, más un extra que aporta el país anfitrión. Tienen igualmente garantizadas sus vacaciones estipuladas por la ley nacional, así como el contacto regular con sus familias y toda la protección posible por parte de las misiones diplomáticas cubanas y las fuerzas de seguridad allí donde laboran.

Esos miles de mujeres y hombres hacen enormes sacrificios personales para trabajar en condiciones difíciles y a menudo de alto riesgo. Pero cada uno tiene suficientes motivaciones para ello. Las frecuentes declaraciones que hacen a la prensa nacional e internacional desmienten cualquier campaña sobre la trata de personas o el trabajo esclavo.

En 2017 la OMS elogió a las brigadas internacionalistas cubanas Henry Reeve con un premio de salud pública. Entonces fueron beneficiados con sus servicios 3,5 millones de personas en veintiún países. Ejemplar fue la colaboración en el 2014 para combatir el ébola en varios países de África Occidental.  En el 2020 las brigadas Henry Reeve trataron a 1,26 millones de pacientes con coronavirus en cuarenta países, incluidos de Europa Occidental.

Cuba no solo envía al extranjero a su personal de la salud, sino que prepara con altísimo nivel a profesionales de esos países del Sur global, ya sea en sus propios territorios, o en las prestigiosas instituciones cubanas.  En las afueras de La Habana está enclavada la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), la más grande del mundo. Decenas de miles de estudiantes de 105 países (incluido Estados Unidos) se ha graduado allí desde la apertura de sus puertas en noviembre de 1999.

Y sin embargo…

Ciertamente, algunas de las campañas y las presiones estadounidenses para frenar la “invasión” cubana han mellado la independencia de ciertos gobiernos del mundo, como fueron los casos de Brasil y Bolivia, quienes rescindieron sus contratos poco antes de la COVID 19.

En medio de una grave crisis económica, el sistema de salud pública en el archipiélago mantiene la prestación médica universal gratuita, pero hoy se encuentra bajo una presión sin precedentes, por la escasez de recursos y de personal. Una alta proporción de su PIB, en comparación con otras naciones del mundo dedica Cuba a la atención sanitaria. Cifras actuales hablan de la presencia de 24 180 profesionales médicos en cincuenta y seis países.

En 2006, la administración de George W. Bush lanzó el Programa de Libertad Condicional Médica, que preconizaba la deserción de los galenos cubanos en el extranjero a cambio de la ciudadanía estadounidense. Barack Obama lo mantuvo intacto hasta su abandono de la Casa Blanca en 2027. Y en el 2019 Trump lo actualizó con nuevos ataques y la etiqueta a Cuba como país involucrado en trata de personas.

Amigos dignos

A contrapelo y en una respuesta unánime a las amenazas estadounidenses, dirigentes de los 15 países que integran Caricom, rechazaron hace unas semanas las calumnias de Washington contra la colaboración medica cubana, sin la cual colapsarían muchos de los sistemas de salud de esos países caribeños.

La primera ministra de Barbados, Mia Mottley, presidenta de Caricom, aseguró que está preparada, como otros dirigentes de la región, a perder su visado estadounidense si no se logra “un acuerdo sensato” que no vulnere los principios. Barbados no cuenta actualmente con personal médico cubano pero el país –aseguró- no podría haber superado la pandemia sin la ayuda de estos facultativos. “Espero con ansias unirme a mis hermanos de Caricom para asegurarnos de explicar que lo que los cubanos han hecho por nosotros, lejos de asemejarse a la trata de personas, ha sido salvar vidas de muchos caribeños”, aseguró.

Por su parte, Keith Rowley, primer ministro de Trinidad y Tobago, aseguró: “Acabo de regresar de California y, si nunca vuelvo allí en mi vida, me aseguraré de que la soberanía de Trinidad y Tobago sea respetada por todos (…) De repente nos están llamando traficantes de personas, se nos acusa de participar en el programa en el que se explota a las personas (…) Dependemos en gran medida de los especialistas en atención médica que hemos obtenido principalmente de Cuba a lo largo de las décadas”, reconoció.

Ralph Gonsalves, el primer ministro de San Vicente y las Granadinas, hizo referencia a la Unidad de Hemodiálisis supervisada por profesionales cubanos en su país. Explicó que había 60 sanvicentinos atendiéndose allí. “Preferiría perder mi visa a que mueran 60 personas pobres y trabajadoras”, enfatizó.

La última y reciente cumbre del Caricom decidió finalmente solicitar un diálogo con las máximas autoridades estadounidense para discutir sobre este asunto.

Por su parte, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, agradeció hace pocos días en su habitual encuentro con la prensa la labor de los médicos cubanos. Y aseguró: “Es muy importante que la gente sepa que no es que sustituyen a un médico mexicano (…) Esta contratación (…) se hizo para especialidades donde en ciertos lugares, por más que se abren las convocatorias y se abren, y se abren, no hay médicos mexicanos que quieran ir.”

Sheinbaum señaló que muchos de los galenos de la isla caribeña  “están en los sitios más apartados, lo cual hacen por decisión voluntaria, y refirió que tienen un seguimiento por instituciones como la Secretaría de Salud, que conoce perfectamente sus nombres, dónde están y sus horarios.”

Pese a presiones, amenazas y una situación bien difícil que pone en riego su existencia como nación soberana, Cuba no desdeña los principios que hicieron grande su Revolución desde sus días fundacionales.  El 17 de octubre de 1962, ese soñador de futuros que responde al nombre de Fidel Castro Ruz afirmó:

“… y por eso nosotros, conversando hoy con los estudiantes, les planteábamos que hacen falta 50 médicos voluntarios para ir a Argelia, para ir a ayudar a los argelinos. Y estamos seguros de que esos voluntarios no faltarán. (…) Claro, hoy podemos mandar 50, dentro de 8 o 10 años no se sabe cuántos, y a nuestros pueblos hermanos podremos darles ayuda; porque cada año que pase tendremos más médicos, y cada año que pase más estudiantes ingresarán en la Escuela de Medicina…”

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