Estás aquí
Inicio » Destacadas

El sueño “mojado” de Marco Rubio con Cuba

Por César Gómez Chacón

Nadie entiende de dónde saca tiempo este señorito —que debería ser una pieza clave en la paz mundial, o, más claramente: en la guerra de los Estados Unidos contra el mundo— para seguir y seguir firmando medidas anticubanas. Ah, es que el tipo no duerme y cuando lo logra, tiene pesadillas. E incontinencia urinaria…

En su enfermiza obsesión por destruir la Revolución cubana, el “Narco” Rubio ya no sabe qué hacer para matar de hambre a un pueblo (nunca será el suyo) que ha demostrado por sesenta y seis años una capacidad de resistencia digna de la admiración mundial.

Ahora, desde su todavía flamante cargo como Secretario de Estado, continúa fabricando medidas coercitivas con la esperanza de provocar en Cuba el estallido social que tanto ansía, pero que nunca llega.

Su frustración es tal, que se ha convertido en una caricatura trágica: la bruja de Blanca Nieves, empeñada en envenenar la fruta que el pueblo cubano, con tanto esfuerzo y sacrificio, logra cosechar.

El “otro” rubito repite como robot la fórmula fallida de asfixia económica que ha caracterizado la política estadounidense hacia Cuba desde 1959. Su más reciente jugada consiste en volver a incluir a la isla en la lista unilateral de países que «no cooperan plenamente en la lucha contra el terrorismo».

Es pura alquimia de hechicero. Una lista fabricada por el propio Departamento de Estado y sin aval internacional, de la cual Cuba había sido retirada el 15 de mayo de 2024 por el entonces Secretario Antony Blinken, quien reconoció públicamente que no existía evidencia alguna para sostener tal acusación. El cachumbambé peligroso y perenne de la política made in USA contra la isla rebelde.

Es un mal chiste lo de la lucha de Estados Unidos contra el terrorismo, el país más terrorista del mundo podía sentar cátedra exactamente en lo contrario que pregona. Se trata una vez más de justificar nuevas sanciones contra Cuba, de tejer con alambre de púa el entramado legal hostil que impide su desarrollo: desde la Ley de Comercio con el Enemigo (1960) hasta la Ley Helms-Burton (1996), y tantas otras sanciones cuya cuenta ya rebasa lo serio, en los sucesivos gobiernos de Trump, y que Biden secundó a falta de ideas.

El premio a Cuba de devolverla a la amañada lista de países patrocinadores del terrorismo, solo a unas horas de la toma de posesión del gran Rubio teñido, impide en la concreta y automáticamente la posibilidad del archipiélago caribeño de acceder  a mercados internacionales, ni siquiera para comprar alimentos, medicinas, repuestos o tecnología. Al país caribeño le está vedada per se la posibilidad de operar cuentas bancarias internacionales.

Parecería que finalmente va a funcionar la vieja política de más de sesenta años de reducir por hambre y enfermedad a toda una nación, para que los cubanos la emprendan con su gobierno, el que incomoda a Washington. Otro sueño húmedo, empapado de odio y frustración.

La justificación del “Narco” repite la mentira de siempre: que Cuba da refugio a personas buscadas por Estados Unidos, sin mencionar los miles de terroristas confesos que viven impunes en territorio estadounidense, protegidos por el mismo sistema que criminaliza a quienes resisten el dominio imperial.

Los documentos desclasificados del propio gobierno de EE.UU. exponen sin ambigüedad quién ha sido el verdadero promotor del terror. Memorandos de la CIA, planes como la Operación Mangosta, y el célebre informe de 1967 sobre los complots para asesinar a Fidel Castro, revelan una política de sabotaje, guerra económica y acciones encubiertas cuyo fin era —y sigue siendo— provocar sufrimiento al pueblo cubano para fomentar un cambio de régimen.

Un ejemplo elocuente: el documento de 1963 preparado por la CIA afirmaba sin tapujos que “los sabotajes son tanto un arma económica como un estímulo a la resistencia”, y que había que asegurar “una visible y dramática evidencia del sabotaje”. ¿Hace falta alguna otra prueba?

El segundo “rubio”, como antes Pompeo y otros que hoy son nombres olvidados, pretende borrar el historial criminal de su país con una simple acusación sin pruebas. Pero los hechos están ahí. Cuba no ha organizado ni financiado jamás acciones terroristas. En cambio, ha sido víctima de ellas. Los cubanos no olvidan a las 73 víctimas del atentado al vuelo 455 de Cubana en 1976, ni los miles de muertos y mutilados por bombas, atentados y ataques desde el exterior y en el exterior a sus representaciones diplomáticas, comerciales y otras.

En su propia guarida de Miami, “Narco” Rubio y otros como él comienzan a perder apoyo. Se les señala como traidores por quienes emigraron creyendo en un “paraíso” que nunca llegó, engañados por campañas fabricadas en laboratorios de guerra psicológica, mientras las políticas que ellos mismos ahora impulsan conllevan cuando menos a la incertidumbre de los emigrantes cubanos en Estados Unidos, y al sufrimiento de sus propias familias en Cuba.

Estos dirigentes de cartón de origen cubano, que tanto utilizan fuera de contexto frases del héroe nacional y probado antiimperialista José Martí, para justificar sus sandeces políticas, deberían hoy recordarle cuando afirmó:

“La creencia ciega en verdades no probadas y que no tienen medio humano de probarse, destruye la dignidad de la inteligencia y la del carácter”.

Vuelve a la cama Narquito, quizás a la cama del avión que te tiene saltando de un lado a otro por este mundo que aún no logras destruir. Pero ojo, muchachón engreído. Cuidado con tus sueños húmedos sobre Cuba. Como decimos aquí: simplemente no te toca.

//sls

Deja una respuesta