
Por César Gómez Chacón
Israel, bendecido por los Estados Unidos, atacó sin previo aviso el pasado 13 de junio el territorio soberano de la República Islámica de Irán. Cientos de misiles lanzados en medio de la noche impactaron en zonas residenciales de Teherán, la capital iraní. El estado sionista comenzó así una nueva guerra que a día de hoy nadie puede predecir cómo va a terminar.
“No albergo la menor duda de que un ataque de Estados Unidos e Israel contra la República Islámica de Irán, se tornaría, inevitablemente en un conflicto nuclear global”, advirtió el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el año 2010. Es sabido que el máximo líder de la Revolución cubana –lo confirmó el Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, su amigo cercano- tenía la virtud de viajar al futuro y regresar al presente para explicarlo.
Quieran Dios y Alá que aquellas predicciones queden solo como una llamada de alerta de lo que nunca sucedió en realidad. Y que el futuro que Fidel visitó entonces no torne nuestro presente y definitivo final.
Juntos en las mismas causas
Las relaciones entre Cuba e Irán no nacieron ayer. Se trata de un vínculo forjado en la historia, en la resistencia y en la defensa del derecho a vivir sin injerencias externas. Ambas naciones y sus respectivas revoluciones han caminado juntas en el escenario internacional, han compartido trincheras políticas y causas comunes; y el rechazo al imperialismo yanqui como primera bandera de lucha.
Ambos países han sido víctimas de políticas de presión, bloqueo y campañas de desinformación por parte de Estados Unidos, y han compartido una postura firme en defensa de su soberanía y del derecho de los pueblos del Medio Oriente a vivir en una paz que no les ha sido dada hasta hoy.
Ambas naciones han cooperado en sectores estratégicos como la salud, la biotecnología, la ingeniería, la agricultura, la energía y hasta en el desarrollo de tecnología nuclear con fines pacíficos. Pero más allá de los acuerdos firmados y los intercambios de visitas de sus dirigentes, lo que une verdaderamente a La Habana y Teherán es una visión compartida del mundo: la convicción de que ningún país debe arrodillarse ante las potencias que imponen sanciones, manipulan narrativas o agreden sus soberanías.
El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, condenó enérgicamente en sus redes sociales la agresión sionista contra Irán. Fue el también Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba quien recordó el duro vaticinio del Comandante en Jefe Fidel Castro.
Por su parte, el Ministro de Relaciones exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, a través de su cuenta en la red social X, condenó los bombardeos sionistas a pocas horas de su inicio: “Este acto constituye una nueva y peligrosa escalada del actual conflicto en Oriente Medio” y denunció que la escalada israelí podría tener consecuencias irreversibles para toda la región. Recordó que estas agresiones están respaldadas política y militarmente por Estados Unidos. No se trata de un error aislado, sino parte de una estrategia de presión sostenida.
Desde los medios de prensa y comunicación de la Isla, como Prensa Latina, Radio Habana Cuba, Granma y otros diarios impresos y sus versiones digitales, así como desde el multimedio Cubadebate, el Sistema informativo de la televisión cubana y las emisoras radiales, la reacción fue igualmente clara y unánime: se calificó el ataque como una violación flagrante del Derecho Internacional y de la soberanía nacional de Irán.

Disparos contra la verdad
El bombardeo israelí contra la sede de la radio y la televisión iraní, el mismo segundo día de la guerra, mientras se transmitía en vivo la condena a la agresión, solo siguió la receta que los yanquis acuñaron después del descalabro informativo en Vietnam. Nunca más el mundo vería las imágenes de la verdad.
La Unión de Periodista de Cuba (UPEC) reaccionó de inmediato con una firma condena y de apoyo a sus colegas iraníes, quienes a pocas horas del bombardeo, volvieron al aire. Como el pueblo cubano, que ha resistido más de 60 años de bloqueo y agresiones de todo tipo, los periodistas persas dieron una muestra de valentía y dignidad conmovedoras, al levantarse literalmente entre los escombros y continuar su labor informativa.
La declaración solidaria de la UPEC puede resumirse en varios puntos claves: “Hoy, cuando los misiles quieren callar cámaras y micrófonos, cuando se pretende que solo una narrativa sobreviva en los medios internacionales, Cuba se planta —una vez más— del lado de los que resisten. No por interés, sino por principios.
(…) Las voces no se apagan con misiles. Se multiplican. Y desde esta isla, pequeña en el mapa, pero grande en dignidad, enviamos un abrazo firme al pueblo iraní y a sus periodistas.
(…) Porque las bombas podrán destruir edificios, pero no pueden silenciar la memoria, la dignidad ni la solidaridad entre los pueblos. Desde esta isla, bloqueada pero nunca rendida, enviamos un mensaje claro: Irán no está solo”.
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