
Por César Gómez Chacón
Cuba ha vuelto a alzar su voz; el peligro es real y urge movilizarse para detener el absurdo. Este 9 de octubre desde La Habana, el Ministerio de Relaciones Exteriores advirtió sobre la creciente escalada del gobierno de Estados Unidos contra la República Bolivariana de Venezuela, un proceso que apunta abiertamente al derrocamiento del presidente Nicolás Maduro Moros.
La meta —subraya Cuba— es tan vieja como conocida: imponer un gobierno servil que entregue a Washington el petróleo, los recursos naturales y hasta la soberanía de la nación hermana. No se trata de una disputa política, sino de una operación de dominación clásica, reeditada con el mismo guion que tantas veces se ha intentado aplicar en América Latina.
Un pretexto para la guerra
La declaración cubana denuncia la reciente destrucción ilegal en el mar de embarcaciones que Estados Unidos calificó de “narcolanchas”, pese a que no se conocen ni su composición ni su destino real, y mucho menos se ha esclarecido el asesinato sumario de sus tripulantes.
Este hecho —sumado a las amenazas abiertas de “una nueva fase” de la escalada— hace pensar que Washington busque justificar acciones militares directas contra objetivos en territorio venezolano. La historia enseña con demasiada elocuencia que cuando Estados Unidos habla de “seguridad” o ahora “lucha contra el narcotráfico”, está preparando el terreno para la agresión.
“Los pretextos son falsos”, advierte el MINREX, “y no pueden aceptarse ni legal ni moralmente como base para una agresión militar contra un Estado soberano”. Lo que está en juego —añade— no es solo Venezuela, sino la paz y estabilidad de toda Nuestra América.
Nuevamente, un plan yanqui bajo bandera falsa
El gobierno venezolano, por su parte, ha alertado sobre un plan frustrado para atacar con explosivos la Embajada de Estados Unidos en Caracas, un intento que —según las autoridades— fue organizado por un sector extremista de la derecha venezolana.
La intención era clara: fabricar un falso atentado para provocar una “respuesta militar” inmediata de las fuerzas estadounidenses desplegadas en el Caribe. “No sería la primera vez que Estados Unidos recurre a este tipo de maniobras para justificar agresiones militares”, recuerda el texto cubano, evocando las largas páginas de la historia en las que el imperio ha usado la mentira como coartada.
Viejos halcones, nuevas amenazas
El tono de Washington se ha vuelto más beligerante. En los pasillos del poder, promotores de la guerra, como el actual secretario de Estado Marcos Rubio, y congresistas anticubanos de la Florida, vociferan sobre la necesidad de “restaurar el orden” en Venezuela.
Pero sus declaraciones —advierte Cuba— no son simples discursos de campaña: son amenazas concretas, lanzadas “como si se tratara de una redada policial de barrio”, pero dirigidas contra una nación soberana de América Latina.
Frente a esta actitud, La Habana llama a la comunidad internacional a movilizarse sin demora para impedir una nueva guerra en el continente.
“Una vez más”, proclama la declaración, “Cuba expresa su firme e inquebrantable apoyo al gobierno bolivariano y chavista de Venezuela, y a la unidad popular y militar del pueblo venezolano”.
El mensaje no puede ser más claro: la solidaridad entre los pueblos de la región no es solo un acto político, sino un deber histórico. América Latina y el Caribe, insiste Cuba, deben seguir siendo Zona de Paz, tal como fue acordado por los líderes de la región en La Habana en 2014.
Cuando la dignidad se planta, el imperio tiembla
La voz alta de Cuba vuelve a resonar como una campana de alerta. No es solo la defensa de Venezuela, sino de la independencia de todos los pueblos latinoamericanos.
Si algo ha demostrado la historia, es que cada vez que el imperio intenta someter a un país en esta región del mundo, solo es detenido por la resistencia, la dignidad y sobre todo por la unidad de los pueblos. No hay espacio en estas tierras de Bolívar, Martí, Chávez y Fidel para pedir de rodillas el derecho a la paz y a la soberanía.
En esta hora de peligros y decisiones, Cuba nunca dejará sola a Venezuela.
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