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Bruno Rodríguez: “Washington recurre al chantaje para imponer su aislamiento”

Por César Gómez Chacón

El ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, denunció este miércoles ante la prensa nacional y extranjera una nueva y feroz ofensiva del gobierno de Estados Unidos para presionar a un grupo de países —especialmente de América Latina y Europa— con el fin de alterar su voto en la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la resolución que exige el fin del bloqueo contra Cuba.

En una intervención llena de datos, advertencias y verdades, el canciller aseguró que La Habana posee información fidedigna sobre las presiones intimidatorias y engañosas ejercidas por Washington, destinadas a forzar a los gobiernos a “modificar la posición tradicional e histórica de apoyo” a la causa cubana.

Rodríguez explicó que la maniobra combina “una política de presión extrema con un despliegue extraordinario, totalmente inusual, quizás inédito”, acompañado de una “campaña calumniosa y mendaz de intoxicación informativa” orientada a distorsionar la imagen del país y generar confusión, miedo y desmoralización en la comunidad internacional.

“En las últimas dos semanas —dijo—, esta campaña ha alcanzado una intensidad extraordinaria.”

El canciller citó un despacho de la agencia Reuters, que reveló documentos internos del Departamento de Estado donde se describe la estrategia para coaccionar a varios gobiernos y manipular su postura frente al bloqueo. Esos textos, calificó, “son mendaces, calumniosos e irrespetuosos con la soberanía de los estados”.

Bruno Rodríguez señaló que las comunicaciones estadounidenses tienen una estructura “fraudulenta, mentirosa y desvergonzada”. En ellas se sostiene que “el régimen cubano no merece su apoyo”, dirigidas precisamente a países que durante décadas han votado de manera consistente por el levantamiento del bloqueo.

“Tratan de convencer —añadió— a quienes por más de treinta años han defendido el derecho internacional, para que abandonen su voto, para que renuncien a la justicia y a la verdad.”

El canciller subrayó que la mayoría abrumadora de los estados miembros de la ONU respalda a Cuba, al igual que una gran parte del propio pueblo estadounidense y de los cubanos residentes en Estados Unidos, todos víctimas de la misma política hostil.

Entre los argumentos del Departamento de Estado, prosiguió, sobresale el uso del “lenguaje torpe de la Guerra Fría”, que denota ignorancia y desprecio. “Cuba sí puede demostrar —recalcó— que el bloqueo es la causa principal de los problemas de nuestra economía y el principal obstáculo para nuestro desarrollo.”

Otro de los puntos del discurso estadounidense es la supuesta agravación de la situación de derechos humanos en la Isla, algo que Rodríguez calificó de “insólito” viniendo del país que “es autor, más que cómplice, del genocidio en Palestina” y que mantiene “un patrón propio de violaciones masivas, flagrantes y sistemáticas de los derechos humanos”, especialmente contra las minorías y las personas de bajos ingresos.

“Acusar a Cuba, un país de paz, de ser amenaza a la seguridad internacional, es un acto de cinismo extraordinario”, enfatizó.

Recordó que La Habana fue la sede donde los jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe firmaron la Proclama de la Región como Zona de Paz, y subrayó que el Departamento de Estado actúa con un “nerviosismo inusual”, porque sabe que su política contra Cuba está aislada y desprestigiada.

Bruno Rodríguez relató ejemplos concretos del impacto del bloqueo y de las presiones estadounidenses: la negativa de empresas y gobiernos a suministrar piezas de repuesto para termoeléctricas cubanas, la persecución a las navieras que transportan combustible, y la intimidación a aseguradoras internacionales. “Detrás de cada apagón —dijo—, detrás de la fragilidad de nuestro sistema eléctrico nacional, está la persecución norteamericana.”

Denunció además que Washington ha llegado al extremo de amenazar directamente a gobiernos extranjeros con sanciones si votan a favor de Cuba. “Este documento fue distribuido por todo el mundo con frases brutales”, señaló. Entre ellas, la que califica de “arma” la resolución cubana ante la ONU, o la que advierte que respaldarla sería “contraproducente para los intereses comunes de seguridad”.

“Esa es una amenaza velada —explicó—: si usted no hace lo que le urjo a hacer, será objeto de sanción. Tómesela en serio”. Obviamente, detrás de la carta vienen los ajustes de cuenta.

El canciller cubano dijo que tales presiones son “brutales y de un irrespeto extraordinario”, y que incluyen la actuación de emisarios especiales enviados a presionar personalmente a las cancillerías de varios países.

Cuestionó también las prioridades del Secretario de Estado norteamericano, Marcos Rubio, que dedica más tiempo a “presionar votos contra Cuba” que a trabajar por la paz en Gaza o impedir los bombardeos israelíes.

“¿A qué se debe esta ansiedad inusual del Departamento de Estado? —preguntó Rodríguez—. Solo a una convicción: que el bloqueo provoca total aislamiento y profundo descrédito a la política exterior estadounidense.”

Esa ansiedad, afirmó, nace del temor a otra derrota abrumadora en la Asamblea General. “El 28 y el 29 de octubre —dijo— Cuba volverá a recibir el respaldo de la humanidad. La comunidad internacional se pronunciará otra vez por la justicia, por el derecho y por la verdad.”

El jefe de la diplomacia cubana expresó su convicción de que el resultado será una victoria de los pueblos del Sur y del derecho internacional, frente a la política de chantaje y coerción de Washington.

“Estoy seguro —concluyó— de que la verdad va a prevalecer sobre la presión y el chantaje. La poderosa Asamblea General de Naciones Unidas se pronunciará contra el bloqueo, y el gobierno de Estados Unidos quedará aislado, si acaso con algunos lacayos. Será una gran victoria de la Revolución Cubana, doblemente meritoria en las difíciles circunstancias que vive hoy nuestro país.”

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