Estás aquí
Inicio » Cultura

Una bendición a la ciudad desde Casa Blanca: El Cristo de La Habana

La estatua fue hecha de mármol de Carrara. Tiene unos 20 metros de altura y se eleva 51 metros sobre el nivel del mar, reposa sobre una base de 3 metros en la que su creadora enterró diversos objetos de la época.

A la izquierda de la bahía, justo en la localidad ultramarina de Casa Blanca se yergue el Cristo de La Habana, una estatua de la escultora pinareña Jilma Madera.

Características del Cristo de La Habana

La estatua fue hecha de mármol de Carrara, el mismo que se utilizó en los monumentos del Cementerio de Colón. Tiene unos 20 metros de altura y se eleva 51 metros sobre el nivel del mar, reposa sobre una base de 3 metros en la que su creadora enterró diversos objetos de la época.

Su peso aproximado es de unas 320 toneladas. La efigie está compuesta por 67 piezas que fueron traídas desde Italia, ya que fue esculpido en Roma y allí bendecido por el Papa Pío XII.

¿Qué dio lugar al levantamiento de esta majestuosa obra?

La génesis de esta colosal estatua surge de una promesa que hiciera Marta Fernández Miranda de Batista al Sagrado Corazón de Jesús, el 13 de Marzo de 1957, cuando al producirse el ataque a Palacio la vida del Dictador estaba en un inminente peligro.

En ese instante, esa mujer que según expresa su hermano el General Roberto Fernández Miranda en su libro Mis Relaciones con el General Batista, era católica practicante pidió a Jesucristo protección. Al salir ileso de aquella contingencia pagó la promesa hecha levantando esta monumental obra de arte.

¿Por qué se escogió la Colina de la Cabaña para su ubicación?

En el acto de desesperación en que se encontraba la Primera Dama prometió erigir una imagen de Cristo que pudiera ser divisada desde cualquier rincón de la ciudad si su esposo escapaba con vida. Indudablemente el lugar escogido reúne esas condiciones, lugar alto y frente a la Bahía.

Así tenemos que una curiosa promesa promovió la creación y emplazamiento del Cristo a la entrada del puerto de La Habana, a la izquierda, entre la vetusta fortaleza de San Carlos de la Cabaña y el pueblo de Casablanca. Es de pensar también que siendo el Cristo Redentor o Cristo del Corcovado de Río de Janeiro una imagen mundialmente conocida, situado en una loma y dominando la Bahía de Río, se tratara en el nuestro de alguna manera imitarlo.

¿Cómo se gestionó el dinero para hacer el monumento?

Casi de inmediato fue lanzada la convocatoria al concurso El Cristo de La Habana, y en la capital se creó un Patronato con el propósito de recaudar fondos para sufragar la ejecución del proyecto que resultara ganador. La Primera dama, desde luego, encabezó la colecta que finalmente pudo reunir 200 000 pesos.

¿Dónde y cómo se hizo la obra?

Jilma realizó un modelo en yeso, de tres metros, que estaba bien proporcionado para poder agrandarlo oportunamente y llevarlo a las dimensiones definitivas. Marchó a Italia, donde permaneció cerca de dos años, para atender cada detalle del proceso de construcción.
Bastó un año de trabajo intensivo, en el que Jilma dirigió a los obreros «técnica y artísticamente», para que la obra quedara terminada. Se hizo por piezas y luego fueron unidas.

¿Cómo fue su montaje?

El montaje se inició a principios de septiembre de 1958, y para ello se necesitó la fuerza de trabajo de 17 hombres, auxiliados por una grúa.

La estatua se montó sobre una base de tres metros de profundidad, en cuyo centro se le construyó una armazón de cabillas que van afinando en el torso, donde se le insertó una viga de acero que llega hasta la cabeza.

Cada fracción de mármol fue atada con tensores de acero a la estructura central, y luego, a ese espacio vacío, se le echó concreto tras haber sido chequeado el nivel y ajuste de cada estrato horizontal.

Deja una respuesta