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Tesoros ocultos y galeones hundidos: la aventura de Guanahacabibes

Imagen generada por inteligencia artificial

Por: Idalma Moreno Baños

De leyendas sobre corsarios y piratas está impregnada una parte de la geografía de Cuba. Durante muchos años, la zona occidental fue mudo testigo de combates en alta mar, naufragios y la existencia de múltiples galeones y otras embarcaciones que fueron a parar a las profundidades, especialmente frente a la costa sur de la península que hoy lleva por nombre Guanahacabibes.

Cuentan que los piratas llegaban por mar en busca de refugio y un lugar seguro para esconder el botín, como recompensa de los asaltos a galeones españoles cargados de tesoros. Pedro D’ Celis de la Masa, miembro de la Filial de la Unión de Historiadores de Cuba en el municipio pinareño de Sandino y conocedor de la zona, manifiesta que los recónditos parajes del lugar eran el sitio perfecto para esconderse durante una temporada y así aprovechar para guardar el botín. Algunos buscaban las cuevas existentes en la zona, camufladas entre el diente de perro y el bosque, mientras otros las preferían frente al mar para protegerse del frío, la lluvia y las tempestades, como los huracanes.

En toda la costa sur existe evidencia de la presencia de estos filibusteros, ya que la toponimia de la península se vincula al corso y la piratería, dando nombre a sitios como playa «El Holandés» debido a los combates de piratas frente a esa playa, y el galeón holandés que fue a parar al fondo del mar. También existe la playa «Los Ingleses», sitio preferido por corsarios ingleses para desembarcar. «La Barca» está así nombrada por el hundimiento de una embarcación, y «Las Tumbas de Noronha», por un pirata de origen portugués.

En el caso de «Cabo Francés» y la playa «Francés», se debe a la existencia de un corsario de esa nación, así como el caserío «Pasada de Marín», por un pirata apodado Marín que recorría mucho esa zona cuando permanecía en tierra. Existen tres playas casi juntas con nombres de piratas: «Perjuicio», «Resguardo» y «Antonio», en honor a ellos. Cuenta la leyenda que Sierra mató a Perjuicio, a pesar de ser compinches en fechorías, para apoderarse del oro de este.

D’ Celis afirma que Sierra logró tener familia y que sus descendientes residen en el poblado costero de Arroyos de Mantua. En una investigación científica realizada en toda la costa sur, se registraron alrededor de 200 embarcaciones que yacen en el fondo marino, algunas hundidas por combates y otras por naufragios debido a tempestades. Aunque son de distintas nacionalidades, se identificaron varias pertenecientes a la flota española, otras a piratas y corsarios, así como también algunos barcos de vapor.

Lo anterior fue informado por el recientemente fallecido Comandante Julio Camacho Aguilera, director de la Oficina para el Desarrollo Integral de la Península de Guanahacabibes, en una entrevista realizada por esta reportera en el año 2013. Pedro D’ Celis afirma que aún quedan los restos de lo que fue el «Konz Prince», un barco a vapor cargado de café que se varó en esa zona.

En áreas de Jaimanita se pueden ver a través del buceo, anclas, cañones y proyectiles. De igual forma, en la zona conocida como «El Alto del Negro» se encuentran sumergidos en el fondo marino algunos cañones de embarcaciones hundidas. Frente al Fraile, cerca del faro, se ven desde tierra los restos de lo que fue una gran embarcación. Con el paso de los años, el salitre y las tempestades han dejado sus estragos en lo que fueron excelentes barcos de aquella época.

Por esa zona también sobresalía del mar la propela de un barco de vapor y cerca de la playa «Las Tumbas de Noronha» se ha identificado lo que queda de otros galeones. Así mismo, en otras áreas de la costa yacen los restos de navíos en las profundidades del mar como testimonio de los naufragios y hundimientos en la lucha por las riquezas que se transportaban por alta mar.

//yma

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