
Por Carlos Durán de la Cruz
0-4: ese fue el marcador este martes en la derrota de la selección cubana frente a su similar de Trinidad y Tobago en duelo que daba pase a la Copa de Oro de la Concacaf.
Vamos con un primer punto, y después sus suspensivos. El choque, en tierras surcaribeñas, se definió en el segundo minuto de juego cuando Romario Torres se ganó la tarjeta roja, sin excusas.
Salió al campo el técnico Yunileys Castillo con varios cambios respecto a la derrota de la pasada semana en Santiago de Cuba, en la ida, frente a los trinitarios. En aquel entonces el choque fue por 1-2. Había que remontar.
Pero el sueño —que más que ambición, era eso— se disolvió de manera rápida. Menos de 20 minutos en inferioridad aguantaron los cubanos antes de encajar el primer gol.
No se sabe si la fórmula a la que apostaba el director del equipo iba a permitir la remontada. Lo que es irreprochable, es que ahora mismo el fútbol masculino de Cuba, en su nivel élite, para este año, lo que necesita es pensar y ejecutar un reinicio.
Para no ir a la hipercrítica, solo basta decir que mantener idénticas las formulas que deciden en el fútbol, es algo conservador, demasiado en medio del un panorama a que necesita mucho. Y no todo es posible en medio de contextos complejos, pero hay detalles que pueden definir rápido, al menos, intensiones.
Soñar con élite es utopía, pero hay jugadores ahora mismo, como para que Cuba no parezca un simple generador amateur.
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